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jueves, marzo 28, 2024

31 Días de Halloween: Los locos Addams (1991).

Hace 30 años, Los locos Addams fueron el punto introductorio para muchos de nosotros en el género del horror, pero ahora siendo adultos existe una comedia negra exquisita que le merecen su título de clásico de la temporada.

Charles Addams puede que se trate del primer morboso en alcanzar aspiraciones glamorosas dentro de los medios culturales impresos de Estados Unidos sin sufrir observaciones conservadoras o preocupantes hacia su pensar. Es que, a diferencia de la cruzada moralina que recibirían los cómics -particularmente los de la editorial E. C. de los Gaines– por pudrir las mentes, sus tiras cómicas terminaban apareciendo en las páginas de The New Yorker, dándole una ínfulas de prestigio que bien pueden ser parte de la gran broma de este caricaturista.

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Esta caricatura de 1937 es un gran ejemplo de su tono, interpretando al lector como parte del POV de un sujeto que disfruta el cine del horror ante la mirada atónita de quienes no comparten ese gozo macabro que le da infinito placer.

Las tiras cómicas de Charles Addams suelen involucrar una sátira sobre las costumbres norteamericanas en contraposición de algo escabroso a escena, casi nunca dependía de textos para expresar la comedia dentro de su filosofía y fue esta concepión humorosa la que terminó puliendo a sus personajes más famosos: La familia Addams. Los dibujos de La familia Addams terminarían siendo gran parte del reconocimiento del Addams autor aunque, fue a un segundo plano. Los personajes no trazaban una trama, ni siquiera tenían nombres, sólo eran una familia a la que sus planificaciones dentro de diversas actividades parecían extremadamente mórbidas para curiosos. Si la familia Addams tuvo el empuje que necesitó, fue gracias a que David Levy se acercó a Charles Addams para proponerle una adaptación televesiva de la familia, a la cual tendría que bautizar cada miembro y darles unos mínimos rasgos característicos que tomarían a reservas como guía para los episodios. El resto, hoy lo conocemos como la serie de televisión con uno de los temas musicales más famosos de la historia del medio:

Curiosamente, Los locos Addams -título que tendría en países de habla hispana- fue una serie que a la fecha recordamos, pero que para 1964 se embatía en una dura competencia de parte de la ABC contra Los munsters, que se estrenaban con una diferencia de días para la cadena CBS y a la que el público terminó prefiriendo a comparación de las caricaturas de Addams, quizás por la mayor complejidad temática social que poseían -a diferencia de Los Addams, la familia de Herman Munster trata de llevar una vida normal frente a la sociedad a pesar de su condición, mientras que los primeros suelen estar eclipsados en sus costumbres las cuales no tienen participación terciaria- y también ayudaba a que el protagonista contase con la apariencia legal y oficial del Frankenstein propuesto por Jack Pierce en la pantalla grande.

A pesar de esto Los locos Addams no pasaron desapercibidos, con otras adaptaciones dentro de caricaturas producidas por Hanna Barbera que los volvieron más un material de culto, cosa que para Scott Rudin -el entonces promotor de proyectos de los ochentas de Fox– no pasaban desapercibidos. Rudin para 1989 quiso abordar el tren de adaptaciones de cómics a la pantalla grande que Warner Bros aplicó con tanto éxito en Batman (Tim Burton) de ese mismo y que para en ese entonces Disney amenazaba con presentar con el proyecto de Dick Tracy dirigido por Warren Beatty.

Los locos Addams buscaría ser más que nada una adaptación del material original, que también le ayudaba tener una especie de reevaluación para la serie de televisión -en parte a unos especiales que reunían al elenco original- por lo que la gente tendría conocimiento de unos dibujos de más de 50 años de diferencia por ese entonces. Pero ahí comenzaba un camino extraordinariamente caótico dentro de una producción casi imposible que no se suele mencionar a la hora de recordar proyectos similares.

Rudin se daría cuenta de inmediato de que los derechos de Los locos Addams no estaban dentro del catálogo de Fox ni tampoco estaban a la venta, porque eran parte del catálogo de Orion Pictures, estudio que anteriormente se había quedado con los derechos de las producciones de la productora Filmway que incluía la serie y su icónico tema musical. No sólo eso, porque los derechos de los personajes fuera de la serie estaban controlados en su totalidad por parte de Barbara Barb, la segunda esposa de Charles Addams y principal inspiración para el personaje de Morticia Addams.

Y mientras que Fox desistió de esos esfuerzos, Orion no dejó pasar la oportunidad y llegaría a un acuerdo con Barbara para el cede de derechos -después de todo estaban en un 50% del avance a comparación de otros estudios- y trayendo a Rudin al proyecto una vez que este estuvo fuera del contrato de parte de Fox.

Los locos Addams se construyó precisamente con la idea de tener a Burton en la silla de director incluso colaborando con Caroline Thompson para que escribiese el guión original –Thompson anteriormente ya había trabajado con Burton en El joven manos de tijera (1990)– pero los compromisos de este con Batman Regresa (1992) hicieron que de último minuto, Orion se decidiera por Barry Sonnenfeld, no precisamente un director formal porque su labor se encontraba dentro de los terrenos del campo fotográfico, siendo el director de fotografía de Misery (Rob Reiner, 1990), y habitual compañero de los Hermanos Coen.

La inexperiencia de Sonnenfeld se dio a notar desde el inicio, con el director de fotografía Owen Roizman abandonando el set apenas a un mes de la filmación, siendo suplido por Gale Tattersall el cual también terminaría abandonando el puesto haciendo que Sonnenfeld participara en el rubro original con el que entró al medio, un accidente dentro del set con Raul Julia que le dejó un ojo con sangre y que pausó la filmación de sus escenas por varias semanas, y una constante batalla con el guión el cual pasaría a tener constantes revisiones por considerarlo inadecuado.

De inmediato Los locos Addams revela las cartas sobre lo que vamos a estar presenciando, recreando la caricatura más icónica de Charles Addams con un grupo de villancicos cantando a puertas de la mansión Addams mientras estos se preparan para lanzarles aceite hirviendo. Se presta para dar un entendimiento de fidelidad y cariño a los personajes remezclando los medios en los que han estado presentes -dándonos también la idea de que los encargados dentro del filme son fanáticos incondicionales- mientras también se muestra enérgico contra la popularidad disparada de las películas navideñas  de los noventas gracias a la insufrible Mi pequeño angelito de Christopher Columbus.

Y si este momento funciona a la perfección (además de toda la película), es porque Sonnenfeld contó con una endemoniada suerte que sólo le ocurre a una persona en un millón, con una suma de participantes fuera y dentro de cámaras por demás envidiable. No es un secreto de que Los locos Addams presente espacios espectaculares, gracias al trabajo de Richard Macdonald en el diseño de producción junto a Margie Stone Mcshirley construyen el mundo de Los Addams de manera verosimil; mucho se dice que es una cinta que bebe de las condiciones estéticas apropiadas por Burton y sus películas pero es que en Los locos Addams el escenario planteado se siente más orgánico a comparación del director de las greñas paradas, con una imponente casa gótica y con aparatejos que no sólo sirven de decoración, y también un énfasis en mostrar lo mundano del mundo real, la americana de principios de los noventas que genera inmediato contraste con el espectro morboso pero genuinamente encantador de Los Addams y su mundo.

Ruth Myers dentro del aspecto de vestuario también hace de las suyas, interpretando la ropa de la familia mucho más cercana a la estética del cómic, la cual curiosamente está tan dedicada a mostrar la galantería de personajes como Homero (Raul Julia) y Morticia (Anjelica Houston) que el personaje de Lucas (Christopher Lloyd) termina obteniendo una túnica barata de terciopelo que es parte del chiste de que se trate de un impostor dentro de la trama.

Crédito al bellísimo trabajo de Marc Shaiman en su mejor score hasta la fecha, retomando el tema de Vic Mizzy pero aplicando otras variaciones inspiradas en Jerry Goldsmith y en sonidos sofisticados que retoman los vals y los sonidos de Europa del este en una serie de composiciones en las que no se siente el freno dramático del director hacia su encargado de música:

Estos aspectos decorativos son lo suficientemente valiosos como para dejar pasar la gran falla de Los locos Addams, que es su argumento. Entre el revoltijo de Thompson Wilson además de otras colaboraciones de plumilla no reconocidas de Paul Rudnick se percibe la necesidad de anclar un protagonista a través del personaje más popular de la serie, que era Lucas -cosa que ha cambiado en estos tiempos hacia Merlina– pero este obtiene una trama demasiada complicada para su propio beneficio que para momentos del tercer acto, incluso termina siendo incoherente y apurada, sobre todo en su resolución. El guión sí termina obteniendo esas viñetas de vida a través de los personajes por las que son conocidos, pero al tener la obligación de responder al personaje estos quedan sin alguna subtrama atractiva.

Como los niños, que simplemente se vuelven decorativos y curiosos, que ya era algo notorio en el menos favorito de todos Pericles (Jimmy Workam) pero que para Merlina (Christina Ricci) todavía no alcanza los aires que la cultura popular le adjudica… eso se daría en la segunda parte.

Aunque esto también se solventa al gran compromiso actoral que tiene la película de parte de cada maldito personaje. Raul Julia obtiene el papel de su vida como Homero, un padre de familia que agoniza con la tragedia del abandono de su hermano, pero que esto no lo detiene de tanto ser un buen padre, como de tener una bomba sexual hacia Morticia, y es que la química que Julia y Anjelica Houston tienen es de las pocas envidiables dentro del terreno de la comedia, dos sujetos que viven enteramente de un gozo del uno del otro al grado de que Homero vive en un eterno lapso de erección y devoción a la que su esposa constantemente le responde con dobles sentidos y sensualidad, lo cual siendo un adulto recibes sin el resguardo de inocencia que tuviste como cuando eras un niño viéndola al lado de tus padres, y vuelven muy deliciosas las interacciones de un matrimonio envidiable.

Las cosas con Los locos Addams no pararon. Orion esperaba que esta película se prestase a la competencia familiar de la temporada decembrina contra Hook de Steven Spielberg, pero el estudio a pesar de ser uno de los más celebrados durante esos años y semillero de películas igual de taquilleras y premiadas como El silencio de los inocentes y Danza con lobos estaba en números rojos, y el presupuesto de Los locos Addams cada vez escalaba más y más; al superar los 30 millones de dólares de presupuesto, el estudio no tuvo otra opción que la de vender el proyecto y los derechos del filme -haciendo de esto una bola de nieve que formaría la avalancha que resulta resolver el tema legal de los personajes hasta nuestros tiempos- a Paramount… sin avisarle a nadie del proyecto, los cuales se dieron cuenta a través de una entrevista.

Y, para sorpresa de todos, esta venta de derechos por apuro fue un gran error para el estudio. Los locos Addams frente a todo pronóstico se volvía un éxito de taquilla, obteniendo 191 millones de dólares de taquilla, y siendo la octava película más exitosa de 1991, derrocando a nivel local dentro de Estados Unidos proyectos clave como La bella y la bestia (Gary Trousdale y Kirk Wise), El hombre cohete (Joe Johnston), La pequeña pícara (John Hughes) y por supuesto Hook.

Los locos Addams son un gran introductorio para toda la familia al género del horror, es una película que se ha vuelto sinónimo de tardes con los papás riendo de manera obscena ante semejantes ocurrencias, y a pesar de sus pequeños tropiezos, no demeritan una película que ha superado el paso del tiempo. Nada mal para un sujeto que se la pasaba vomitando de nervios por la inexperiencia de dirigir y que, para en otra ocasión, puliría los detalles de su primera entrega en una película que parece más de lo mismo, pero que se trata de una obra maestra de lo macabro y absurdo… pero esa es otra historia.

 

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