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viernes, abril 19, 2024

31 Días de Halloween: Tenebre (1982).

Filmando un Giallo básico tras un fracaso que le costó su relación con los estudios de Estados Unidos, Dario Argento regresaría al género más violento y crítico que nunca.

Es muy curioso, pero si bien la imagen popular de Argento fue gracias a Suspiria (1975) como un hombre con afinidades al horror sobrenatural, para su segunda película esta credibilidad en su momento fue derrumbada. Inferno se estrenaba de forma ambiciosa siguiendo un supuesto plan de generar una trilogía temática -la de las tres madres o brujas- y sobre todo de parte de una producción norteamericana apoyada por 20th Century Fox, que realmente le costó casi toda la credibilidad a Argento en ese país.

Inferno (1980) sería una producción problemática con la vida de Argento pendiendo de un hilo por su salud y de manera más frustrante por la decisión de la Fox de apagar de forma estúpida con el resultado taquillero de la película limitando su estreno en Italia, con posteriores países uniéndose a poder ver Inferno de forma limitada.

El sabotaje corporativo de Inferno limitaría a Argento a un mercado enteramente nacional como los viejos tiempos y para su siguiente largometraje sería menos ambicioso en el terreno temático, quizás tratando de volver a las raices de su éxito por allá en los sesentas cuando sus giallos tenían una condición más purista y clásica.

Es así que para 1982 amenazó con regresar a este con Tenebre, y lo haría de una forma más cínica y crítica.

Es curioso que en este regreso temático se le pueda encontrar paralelismo al que Hitchcock haría con su regreso a Inglaterra en Frenesí (1972) 10 años antes de Tenebre, porque se trata de un movimiento en respuesta a los críticos de sus detractores y también cediendo en más énfasis sugerente a la sensualidad del horror. Sonará sacrílego decirlo pero si bien son temáticamente similares -incluso para una doble función- en Argento funciona más porque no se siente limitado bajo las construcciones de un aparato de censura que a Hitchcock en su carrera lo hizo ser creativo. Argento siempre se ha regodeado con la presentación sensual y violenta de los crímenes dentro de sus películas, pero en esta ocasión su presentación se plantea desde lo destilado.

Atrás quedan las luces chirriantes y escenarios complejos de un tono fantasmagórico para pasar a una carnicería más cruel semirealista y que precisamente apunta a los elementos negativos que se le asociaron a Argento en su momento: de ser un portador del virus de la emulación, de uno en donde el el ataque forma de una suposición freudiana del objeto punzocortante que se comporta de forma fálica y penetra a las mujeres las cuales siempre parecen andar en una pretensión libertina.

Argento se regodea de esas críticas y las vuelve parte de sus personajes, siguiendo el misterio de un asesino que adopta estos postulados imitando los crímenes propuestos de un autor de novelas de crimen, y en donde no se necesita ser un genio para ver cómo se presenta en un espejo fílmico. Es incluso bastante morboso y dentro del humor negro lo que Argento parece decir en sus giros de tuerca en donde utiliza su voz autoral para no sólo presentarse como víctima sino como la mente maestra detrás de estas emulaciones en donde la cámara tiene una total fortaleza como objeto de captura del crimen a su vez capturado en filme, parte de este juego de dobleteo de temas y personajes dentro de Tenebre y en donde no quiere dar una respuesta final al debate al que han arrastrado, utilizando una especie de intervención divina y del destino irónica como justicia que no responde a nadie y que ofrece absoluto horror.

Es un planteamiento valiente de Argento por desgracia un tanto irregular. La presentación crítica de Tenebre frente a los temas negativos que le adjudican a Argento también se van peleando inevitablemente de la representación de la que fue parte por gran parte de su carrera en retrospectiva, con un tratamiento simplista de las enfermedades mentales y acercamientos si bien valientes en torno al travestismo y homosexualidad de sus personajes, también recogidos del cliché más básico exhuberante y pecaminoso, lejos de ser percepciones de gente normal y más como seres chirriantes esperando su turno para morir… algo que honestamente todos los emuladores de Hitchcock de la época tienen (como el caso de De Palma en la mayoría de sus películas).

Mismo problema se presenta en lo visual. Si bien al desprenderse de la emulación fantástica de las otras dos películas de mayor peso estético y crítico Argento vuelve a sus raíces demostrando también el valor como un emulador del suspenso americano y en donde Tenebre presenta en sus crímenes una complejidad de la puesta de escena más enfocada en movimientos de cámara por demás complejos… siendo la prueba estelar un plano secuencia en donde la cámara de Luciano Tovoli hace un tour guiado de la casa de la presa presentando puntos de posible entrada del asesino quien ya lleva tres pasos adelante para nuestra sorpresa y en donde curiosamente el trabajo musical de Goblin se presenta de forma extra diegética.

Pero esta presentación grandilocuente de logística también deja entrever el cojeo de la producción a la italiana con actores interpretando en diferentes voces nativas y en donde son suplidos por un tono apagado de voz inconexo de los actores. Por lo menos con los estímulos estéticos de Suspiria e Inferno esto conectaba de forma más ad hoc, pero Tenebre tiene la particularidad de prestarse más al ambiente y tono, a la trama y los ritmos del misterio que si no conectan con uno, parecen sacados del videohome más inmundo de todos.

Y puede que así lo haya pensado todo mundo. Tenebre no tuvo la misma recepción del pasado de Argento y bien podría decirse que estaba en su última etapa como realizador importante. Este siempre se ha presentado defensor de su película y como un postulado de representación sexual que irónicamente parece haber afectado más a la censura de su país que la propia violencia reprensiva, y está el asunto mucho más infame de la película respecto a lo que ocurrió en Inglaterra, en donde la censura del póster original omitía a una mujer con la garganta abierta para pasar a un cadáver con moño y con Argento finalmente ganando otro título de un video nasty -desde Rojo profundo no ocurría- bajo los códigos de represión fílmica de estos lares europeos.

Al final de cuentas Tenebre tiene elementos fuertes en una presentación irregular: algo habitual en Argento quien tiene la última risotada, pues sus amenazas de vida real y críticas poco creativas sobre la justificación de la violencia en sus obras terminarían siendo dejadas de lado cuando su obra pasó por una reapreciación de uno de los más valiosos del horror italiano.

 

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