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jueves, marzo 28, 2024

CRÍTICA: “Nadie” es la fantasía violenta que tu papá estaba esperando

Mis padres últimamente por efectos de la pandemia y en relación a que sus hijos han estado abandonando el nido han estado incurriendo en la actividad de ver películas por las tardes, y por lo general cuando los visito y puedo vislumbrar la película en turno sé precisamente de quién vino la sugerencia fílmica. Cuando están viendo dramas basados en la vida real o épicas y fílmes de época, sé que la decisión proviene de mi madre, cosa que contrasta de inmediato con mi papá y las películas que solemos asociar al sistema patriarcal: las películas de papá, que personas como Scout Tafoya -crítico de cine de Rogerebert.com– han titulado como Dad Rocks Thrillers de impotencia, y no  está en lo incorrecto.

Estas películas se extienden por el género de acción y suspenso con personajes evocativos que intentan quebrantar las reglas ante la oportunidad de un bien común o en extremo egoísta, porque su individualidad está dispersa en la comodidad de una esfera social a la que pertenecen y no les permite ser libres. Películas como la saga de El vengador anónimo con Charles Bronson, la entera filmografía de Michael Mann una de las cuales exploré a profundidad hace unas semanas en la recomendación de Thief de 1981– y los filmes de Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Bruce Willis que formaron parte del inconsciente colectivo durante los 80’s y 90’s con estas ensoñaciones que le ayudan a los papás, después de todo: si llego a mi casa tras los problemas laborales o sociales ¿Por qué carajos querría ver un drama que me muestre un optimismo en este mundo cuando podría ver a un sujeto partir rostros en nombre de lo correcto? El subgénero del Dad Rock prevalece y en mayor medida, me atrevería a decir, porque los estudios independientes han sabido que de estas necesidades fantasiosas a las que unifican precisamente con estos héroes de antaño y secundarios como Steven Seagal y Chuck Norris para aumentar esta percepción de posibilidad en un hombre mayor.

No todas esas películas funcionan y muchas son muestras del conformismo del subgénero porque mostrar a un actor de edad avanzada repartiendo plomo y navajas es complicado con dicho actor involucrado o director abnegado al proyecto que por lo general deriva en una pésima realización dentro de la concepción visual y de montaje. Afortunadamente el género del Dad Rock también está teniendo una reevaluación dentro del sistema Hollywoodense, con dobles que crecieron con estos filmes y sus protagonistas, queriendo recuperar este misticismo dentro de una concepción de acción acrobática y sucia, complicada y por ende, extremadamente fascinante.

Nadie entra en este terreno fílmico, y es una que se vuelve bastante satisfactoria a pesar de unos problemas que pueda presentar.

Esta es una película cuyos nombres que aparecen dentro y fuera de cámara resultan tan prometedores, que parecen un dream team dentro del cine de acción. Es dirigida por Ilya Naishuller, quien ha estado en un proceso de eclosión fílmica tras haber entregado Hardcore Henry en el año de 2015, y quien dirige un proyecto escrito por Derek Kolstad, básicamente el sujeto que se ha encargado de generar la saga de John Wick que podemos decir que se trata del abanderado principal dentro del terreno de acción Hollywoodense (la punta de lanza con la que las películas de acción ahora se pueden medir y por lo general, demostrar una mediocridad comparativa). Esto resulta interesante porque Naishuller y Kolstad tienen aproximaciones a la acción dispares si los ponemos a comparación pero que logran congeniar a a favor del filme y, en donde no se le puede juzgar a Nadie de fallar es en que sí se presentan las sensibilidades de coreografía de Naishuller, no es precisamente una película en primera persona con plano secuencia como su anterior obra, pero sí cuenta con una percepción grotesca sobre la violencia.

Esto de hecho le ayuda bastante durante el primer acto del filme, porque Nadie se presenta de manera narrativa como una película que intenta justificar esta angustia de la edad media que el norteamericano percibe y sobre todo a partir de un héroe apagado que, intenta medir su capacidad de violencia. Durante gran parte del primer acto parece que se establecen consecuencias para el personaje de Hutch Mansell -interpretado con extrema gracia por Bob Odenkirk– y su conformismo que le dan una apariencia pseudo bonachona y dentro de la cual los índices de criminalidad de los que es víctima, permiten disfrazar su capacidad analítica sobre lo que le acontece.

Bob Odenkirk se entrega en cuerpo y alma a este personaje. Es como si quisiera abandonar esta imagen cómica que ha arrastrado por varios años y para lo cual, estuvo entrenando por todo un lóngevo tiempo de producción del filme. Cree en él y el personaje de Hutch funciona precisamente por esta incredulidad de habilidades, sobre todo en sus primeros encuentros en donde no es precisamente el mejor preparado y se encuentra avejentado, pero que poco a poco va mostrando su gracia e ímpetu. A eso se le podría agregar a Connie Nielsen como su esposa Rebbeca, a quien de manera muy humorística se le presenta como el arquetipo tradicional del personaje femenino que intenta volver a encontrar la vieja chispa que tenía su marido en el pasado y a quien, lo termina apoyando dentro de su modalidad, y unos cameos glorificados de parte de Christopher Lloyd como David Mansell -quien es lo que esperas: el Doc Brown octogenario con escopetas- y RZA como su medio hermano, a quien de hecho la película también conecta de manera referencial a Carrera contra el destino (1981) de Richard C. Sarafian como un Cleavon Little más activo (no es casualidad de que aparezca el legendario Dodge Challenger del filme con el mismo tono blanquecino como si se tratase de un corcel indomable).

El principal problema de Nadie es en la inconsistencia de tono que la película estuvo construyendo durante el primer acto, porque Naishuller parece estar dirigiendo una obra que intenta llevar una discusión más profunda sobre la violencia, que vemos frente a nosotros como parte de las consecuencias del sistema que primordialmente no da oportunidades a los necesitados en medio de estas vaguezas sobre ser un sujeto increíble que no puede mostrarse de manera vívida que inevitablemente encarará la dureza de lo que significa matar… y ahí promete mucho, porque así estaría desarrollando estas exploraciones que películas como Una historia violenta (2005) de David Cronenberg o Sentencia de Muerte (2007) de James Wan han revelado de manera más atrevida en el pasado.

Desgraciadamente abandona esto como parte de este punto de ebullición temática y narrativa en la primera pelea, y Nadie termina por moverse en el terreno de Kolstad y su universo planteado de John Wick, con hombres criminales de honor moviéndose en un mundo dominado por los que son detestables y caricaturezcos, con una glorificación en extremo hacia el manejo de las armas dentro de Estados Unidos, va siendo una fantasía que va perdiendo más y más seriedad que estuvo construyendo. Esto demerita a Nadie en ese sentido porque termina siendo inconsecuente con su protagonista y los que le rodean… pero a pesar de esto es un viaje tremendamente entretenido si uno le encuentra la gracia.

Es un experimento irregular con dos lecturas de potencial que por alguna razón convergen, evadiendo tonos uno del otro pero de alguna forma no es demeritorio; hay guiños que van resolviéndose dentro de una carnicería brutal y que apuntan a un tono humorístico bastante negro al que Naishuller ofrece con una saña de entretenimiento que muchas otras películas que se jactan de ser la pizca de violentas como esta quisieran ya tener.

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