- Publicidad -
viernes, marzo 29, 2024

GIFF 2019: Kabul, City in the Wind (2019)

Kabul, City in the Wind empieza con una gran escena:  unos niños se encuentran jugando en un terreno polvoso de fondo mientras que uno está separado, comiendo una manzana en primer plano. El niño que come la manzana no presta mucha atención degustando con placer el fruto hasta que, de pronto, un pequeño remolino de arena se forma; los niños se alejan de este mientras se acerca con rapidez hacia al insospechado niño solitario y lo cruza, dejándolo lleno de polvo, el pelo revuelto, y la manzana a un nivel de contaminación perceptible en los espacios que mordió. Eso es cine que no se podría hacer en situaciones modernas con computadoras y planeación, este es un cine honesto y puro que captura magia.

Aboozar Amini en su primer largometraje hace una exploración del género documental a tal grado de que como todo buen material del género, borra las percepciones de captura realidades y les ofrece un tratamiento más destilado a momentos ficticios y dramáticos. Se dispone a filmar dos historias que no ofrecerían un paralelismo a primera lectura porque podría uno pensar que lo único que hacen es mostrar la vida cotidiana de dos familias viviendo en una inestable Kabul. La primera es la familia de tres niños varones, los cuales quedan a cargo del hogar mientras que su padre sale a trabajar y quien abandonó su oficio como policía tras un ataque suicida en donde quedó herido y su mejor amigo falleció. Ahora en necesidad precaria tiene que salir de la ciudad, y los niños hacen las labores diarias. Juegan, cantan las únicas canciones que se saben, luchan, barren la azotea y hacen las labores de mandado, al mismo tiempo de quedar registradas ciertas confesiones que Amini captura de los niños en un close up, dejando en evidencia la tristeza que tienen tras no ver a su padre en varios días y el temor que representa perder a sus familiares en medio de un ataque sin sentido como lo son los de los extremistas religiosos.

El otro segmento que se entrelaza con la historia de los niños, es la de un camionero. Él abre el filme con una narración explicando su temor de ceder ante la oscuridad, y después vamos entendiendo la frase: su camión no sirve, ha gastado casi todo su dinero en poder arreglarlo, y es un pendenciero a las drogas. Él no quiere que sus problemas personales y económicos le afecten a su familia a la que atiende con una paternalidad cálida a pesar de sus problemas.

Amini ofrece un cuadro de vida cotidiana funcional, ya que como el momento del remolino, logra capturar momentos de pureza fílmica y humana, en donde la honestidad del momento no choca con la noción de que sepan que son filmados, y así uno es testigo de cómo los niños sueñan con una bicicleta nueva, cómo patean una lata a modo de balón, cómo en un momento escabroso los niños reciben un llamado desesperado de su padre tras escuchar muy a lo lejos una detonación suicida o cómo usan un antiguo tanque del régimen de Hussein para hacer música con piedras… esto jamás se vuelve tedioso a pesar de que nuestros tradicionalismos narrativos exigen una clásica estructura dramática, y que enfrentamos con una película de ritmo tranquilo que quiere dejar como registro que la manera de combatir el miedo y la indiferencia, es mostrar la cotidianidad de aquellos que solemos imaginar caricaturizados en tragedia.

 

 

 

Aboozar Amini se encontraba entre los presentes de la función y se dedicó a dar una pequeña explicación sobre su filme.

Aboozar Amini: Primero que nada, estoy agradecido de estar aquí proyectando mi película; después de vivir muchos años en Europa aprendiendo sobre la situación de Afganistán decidí volver a mi país en el 2009. Volví y lo primero que pasó es que me sentí desconectado con mi hogar, con lo que era mi ciudad, la realidad era muy diferente, ese fue el momento en el que pensé en hacer una película diferente a la que vemos en los medios. Fue hasta el 2015 cuando comencé a tener ideas, la única idea que tenía era filmar sobre los camiones y sus rutas, que se siguen usando desde hace 50 años sin cambios, camiones que han vivido la guerra, tomaba camiones sin destino y está atmósfera me inspiró

Lo que supe era que no quería hacer filmes iguales a los que veía, era complicado porque el sitio ha sido explotado en los medios y lo difícil era quitarle la violencia a Afganistán, pensaba en cuanta violencia podías  analizar, sin mostrar violencia en el cine. Estaba filmando exactamente hace un año y me tocó ver el ataque de unos suicidas, estaba cerca y tuve la oportunidad de filmar, pero me quedé pensando en si debía hacerlo, si lo hacía me volvería igual al medio, a este círculo de violencia. Sería ser igual a los terroristas. Hay más cosas que la violencia que se ve.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO