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viernes, abril 19, 2024

Godzilla vs Kong: Monstruos sorprendentes, humanos tediosos.

En todos estos años de vida, jamás pensé llegar a un punto en donde un remake de King Kong vs Godzilla (Ishiro Honda, 1962) no sólo fuese una realidad, sino que también se trataría de un filme fuera de Japón a una escala de manera global. La película original si bien no inventó el monster rally –es decir, encuentros entre monstruos legendarios que juntan sus universos fílmicos- lo que sí hizo fue revivir la carrera de Godzilla, a quien los japoneses parecían haber enterrado literalmente bajo el hielo para no volver a tratar más… hasta la que tuvieron la posibilidad de producir una película con el monstruo con el que la nación estaba más enamorado: King Kong. King Kong vs Godzilla no tiene el crédito que merece, pues además de la compleja labor de enfrentar a los dos monstruos gigantes más icónicos del cine, es una película que a manos de Ishiro Honda adquiere un tono crítico sobre las fake news, las empresas sin moral y la fascinación morbosa que los medios entregan al público. Es una película que a la vez que está poniendo a dos hombres a pelear en trajes de botargas denuncia la falta de interés de las audiencias por otros temas y sale victoriosa en los dos aspectos.

Las cosas han cambiado en estos últimos 60 años: King Kong ha dejado de ser relevante a contraposición de Godzilla quien a partir de su encuentro se volvería en una estrella reedituable para Japón, y básicamente lo que aquí ocurrió es algo a la inversa: los norteamericanos interesados en traer al monstruo japonés a sus tierras lo ponen a pelear con el que su país generó, ahora con los siempre tan novedoso y rentables universos compartidos… o por lo menos eso parecería. En realidad la producción de esta nueva Godzilla vs Kong ha sido un camino complicado no para Warner Bros, sino para Legendary Pictures, la cual terminó un contrato de exclusividad con el estudio de más de una década para terminar aliado a Universal Pictures, pero con la condición de que las películas restantes de Godzilla y el Monsterverse fueran las últimas producciones que los hermanos Warner distribuirían; Legendary Pictures es en realidad el que de verdad se ha esforzado en traer estas películas y siempre con las oposiciones del estudio, quienes no han sabido cómo vender estas películas las cuales no arrojan los números del billón que ya enjuician todo tipo de contenido dentro de los estándares de Hollywood y quienes incluso han cometido actos de daño corporativo tales como no avisarle a la productora de que la película se quedaría sin estreno exclusivo en salas de cine tras varios aplazamientos de la fecha de estreno para que la gente pudiese ver Godzilla vs Kong a través de HBO Max –en una estrategia de exclusividad que busca acercar nuevos suscriptores en esto de las batallas de streaming- justo a unas semanas de que Legendary Pictures rechazara una oferta propuesta de parte de Netflix de 400 millones de dólares con el fin de obtener la película dentro de la plataforma… cabe mencionar que HBO Max ni Warner Bros pagaron un bono extra a la productora, al igual que muchas otras producciones que están demandando el dinero que la plataforma se queda sin mover un dedo del renglón (en fin, estos son los nuevos dramas dentro de Hollywood que no se mencionan a menudo pero que vale la pena tener en cuenta para futuras referencias, porque estas estrategias terminarán por afectar la manera de producir cine y de la relación que tenemos con salas de cine).

Primero lo bueno: Godzilla vs Kong puede llegar a ser un festín audiovisual que solamente vivía en nuestras cabezas cuando éramos niños. Es enfrentar a estos dos monstruos con un lujo de detalle y ridiculez del cual Adam Wingard logra capturar con una esencia espectacular dentro del complicado y revoltoso argumento propuesto por Eric Pearson y Max Borenstein. Wingard hace lo que puede y disfruta plantear escenarios completamente ridículos además con un ritmo que se vuelve entendible y con alguno que otro truco respecto a los monstruos y la cámara dentro de un plano ficticio que de inmediato demuestra el potencial de un filme como este en tiempos modernos. Es de hecho también un logro de parte de Ben Seresin, a quien el acabado visual del filme le da un estética que no se toma tan en serio y repleta de luces neón y chirriantes.

En Godzilla vs Kong, el primero recibe un actuar antagónico de inmediato y sin nada de complicaciones, lo cual resulta un tanto dispar al inicio del filme considerando su rol como acto semidivino y sin bando del primer filme y héroe salvador de su última entrega. Aquí el protagónico es para Kong y en este sentido, este tiene una relación estrecha con el personaje de Jia, interpretado por Kaylee Hottle, una niña sordomuda quien a través de una comunicación con lenguaje de señas logra comprender a un nivel primordial lo que la octava maravilla del mundo piensa respecto a su posición como última figura de un mundo al cual los humanos han terminado por desterrar ante su propio beneficio y consecuencia.

Kong la mayor parte del tiempo se vuelve un protector de los humanos y aquí la película también da mucha referencia al tono que TOHO manejó con el personaje durante sus dos apariciones en filme y en caricatura sin llegar a ser enteramente manipulador o siquiera trágico: es lo necesario como para preocuparnos por él porque también la película alude a la seria desventaja que tiene contra una lagartija que escupe fuego atómico de mayor peso.

Reseña de la película 'Godzilla vs. Kong' de Warner Bros.

El espectáculo de los enfrentamientos es bueno, pero desgraciadamente Godzilla vs Kong palidece frente al terreno de los humanos. Es un error común pensar que estos no son importantes dentro de las películas kaiju porque así mucho del mensaje crítico que la política puede estar tratando de interpretar a la audiencia se pierde o no tiene impacto reflexivo. Incluso en las peores películas de Godzilla los humanos adquieren un tinte kitsch y torpe ennoblecedor arraigado en un humor proveniente oriental que no hace que sus apariciones sean un desperdicio.

Esto por alguna razón misteriosa es algo que los norteamericanos no han sabido interpretar con audacia en sus productos. Hay una cantidad inmensa de personajes humanos, los cuales a duras penas y llegamos a conocer y actúan en un modo automático, siendo arrastrados dentro de la trama y sin ser precisamente benéficos para el argumento más que para el beneficio de ser exponentes de los conceptos o características que alguno que otro miembro perdido de la audiencia no haya entendido de las otras películas que probablemente no vio, después de todo la taquilla predica este desinterés. Puede que la justificación de Godzilla vs Kong fuera la de estar inspirada enteramente en los filmes de desastres de los setentas en donde había un cast inmenso y estelar, pero ante la falta de un buen desarrollo estos terminan siendo lo que son: demasiados entre personajes nuevos y de otros filmes se juntan y con el vago desarrollo emocional o dramático, terminan siendo objetos de frases cómicas sin efecto alguno.

Aquí los humanos terminan siendo una agonía y en realidad no hay ninguno ni sus intérpretes que logren salir airados o que puedan ofrecer una interpretación contundente. Millie Bobby Brown como Madison Russelt termina alejada de la relación con su padre haciendo inútil el arco de Godzilla: Rey de los monstruos (Michael Dougherty, 2019) y ahora es una adolescente paranoica la cual se junta con dos personas inútiles en donde quedan trazados los intereses poco explorados de los guionistas con dos cosas populares del momento: podcasts y teorías de la conspiración, haciendo que esto se sienta en automático más viejo de lo que parece, para desgracia de las capacidades cómicas de Brian Tyree Henry.

Rebbeca Hall como la doctora Ilene Andrews no tiene ningún lazo estrecho con su hija adoptiva y es una mujer que tiene que decir de manera seria frases tan ridículas como Kong no se arrodilla ante nadie y otras mil variantes que la película sigue aventando para ver si en alguna de estas ocasiones quedan impregnadas dentro del colectivo popular. Peor caso dentro del personaje del doctor Nathan Lind interpretado por Alexander Skarsgard quien parece sacado de otro filme y cuya relación dramática es a un nivel tan primerizo, que habría que ponerse a pensar si en realidad el guión final no tuvo revisiones dentro de tanto atropello de personajes.

Y es algo conflictivo en realidad. Claro que mi niño interno, ese que pasaba horas viendo e investigando sobre monstruos es algo que disfrutó, pero también es imposible ver esta película con el cinismo de ser un adulto y no pernoctar sus problemáticas. Uno puede disfrutar Godzilla vs Kong por el espectáculo, pero este es muy poco en relación al calvario que se tiene que soportar. Es increíble la poca capacidad de los norteamericanos en lograr explorar temas complejos dentro de los humanos y la relación con los monstruos que los japoneses incluso en tiempos modernos sí han llegado a producir sin estar peleados con la propuesta de ver una batalla sin fin por a favor del entretenimiento, este parece ser el capítulo final de una serie de películas que siempre tuvieron el mismo problema y que el tiempo puede que no las termine tratando con el mismo esmero y entusiasmo que obras del pasado.

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