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jueves, abril 25, 2024

La daga en el corazón (2018)

En la década de los setentas, no era extraño ver todo tipo de contenido en la pantalla grande. Una semana estabas asistiendo a ver la adaptación del escualo asesino de Benchley y al mismo tiempo, la competencia de taquilla se reñía por un filme pornográfico y otro proveniente de Italia que al igual que muchos más, tenía por tema central un asesino, y el título que refería a un asesino.

Esos fueron los buenos tiempos, en los años en donde el cine profundizaba en géneros y no quedaba escalado a uno sólo, en donde la oferta era inagotable.

Ya en estos días, tanto el género pornográfico como el giallo son cosas del pasado. La pornografía es algo que se alejó de los proyectores de las salas encontrando comfort dentro del formato vhs y el giallo es un género extinto que de vez en cuando se recuerdan en talleres y tesis estudiantiles… y en esta ocasión en la nueva película de Yann González.

González escribe y dirige La daga en el corazón con una intención bastante clara: quiere que su película sea una experiencia ultrasensorial, una que celebra la libertad sexual a la que el sistema, la época, y ahora un asesino intentan hacer menos.

Seguimos a Anne Paréze (Vanessa Paradis), una experimentada productora de cine pornográfico homosexual en su labor, buscando y lidiando con sus actores, filmando películas de bajo presupuesto con su querido equipo de producción, y combatiendo los embates de un alcoholismo engendrado de su fracaso sentimental con Lois (Kate Moran), la editora de sus filmes. En medio de los caminos de celos y actos violentos hacia su antigua pareja, Anne también comienza a ser víctima involuntaria de una serie de asesinatos que rodean a sus trabajadores.

Normalmente, la película se daría lugar a hacer investigación del asunto, pero González termina haciendo un juego dentro de su obra, un filme en un filme, y a su vez termina jugando con las interpretaciones de lo que es real y lo que no. Anne se nutre del asesino de sus actores plasmando esto en una parodia pornográfica y esta a su vez termina atrapada en un misterio que medio intenta ahondar, que a su vez lleva a otro filme dentro de  este acertijo que sirve para dar pistas, y medio confundir a su audiencia. En este sentido, González si llega a ser malogrado, porque su misterio queda jamás impreso en los otros dos acertijos y por lo tanto, va por un rumbo cómodo en donde se deduce con facilidad además de que en cierto punto dichos asesinatos nunca tienen una repercusión dentro de la protagonista, lo que debiera incitar a la investigación.

A pesar de esto, La daga en el corazón no se vuelve tediosa o extremadamente percudida por su mal paso narrativo., porque tiene a su favor un tono campy, similar al de las obras de Russ Meyer en donde la exageración de los demás elementos acrecientan dicho viaje sucio y erótico.

Simon Beaufils -director de fotografía- logra encontrar un semejante entre los dos géneros que nutren al filme, y esto es en la estética. La película jamás posee un momento de pobreza visual porque Beaufils captura lo chirrión del Giallo en momentos neón y de hiper colorismo que además acrecientan a esta construcción de una historia que radica en los setentas dentro del diseño de producción y vestimentas, y un curioso grado de grano y baratismo dentro del filme tan perteneciente al porno de esa generación.

Así, La daga en el corazón termina siendo un proyecto que se puede ver en un terreno del absurdo, pero no por ello se afana de sus errores ni deja de lado una crítica, porque dentro de sí existe un aprecio a este tipo de proyectos. No siempre el absurdo servía para burla, servía para el desarrollo de una que otra persona que vivía sin el prejuicio por unos momentos en proyectos que eran de un rango económico mediocre pero sin temer represalias. Es precisamente este elemento el que hemos visto en obras como Cruising de William FriedkinVestida para matar de Brian de Palma que podríamos decir que son herencia directa de La daga en el corazón, pero aquí lejos de victimizar o de vilificar, hay un trato de dignidad.

He ahí el éxito de González en su filme.

 

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