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viernes, abril 26, 2024

Parasitos ya está en Netflix. Aquí un repaso por los elementos coreanos para entender mejor la cinta

ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS

Ciudad de México, (SinEmbargo/EFE).– Entre los estrenos de septiembre de Netflix hay uno que es de los más esperados: Parasitos, la cinta del director surcoreano Bong Joon-Ho.

El filme que obtuvo cuatro premios Óscar, incluyendo el de Mejor Película, ya está totalmente disponible en el catálogo de la plataforma para que se pueda revivir el thriller, que en nuestro país, es la primera vez que arriba al streaming.

La película que sorprendió al mundo entero además de tocar temas de interés global como la desigualdad, tiene escondidas otras claves que son muy locales y no son detectadas por el público extranjero de primera mano. La agencia Efe investigó estos símbolos para su mejor comprensión y hoy los rescatamos a propósito de su llegada a  Netflix.

A continuación revisaremos estas claves para ver la cinta con una óptica más coreana.

LA ROCA

La piedra que Min regala a su amigo Ki-woo y que sirve como detonante simbólico de la historia es lo que se conoce como suseok (literalmente “piedra de agua”), un tipo de roca decorativa -la del filme es de la variedad que simula un paisaje montañoso- que procede de la tradición china y que por sus precios estratosféricos suele asociarse con los más pudientes.

BUFET PARA CONDUCTORES

Otro detalle que incide en el tema de la precariedad: Ki-taek lleva a toda su familia a comer a un kisa sikdang o “restaurante para conductores”, bufet de precio tremendamente asequible pensados para taxistas, chóferes o conductores de autobús (algunos de hecho no admiten comensales de fuera del gremio).

Los detalles son importantes en la cinta. Foto: Especial

EL BIZCOCHO TAIWANÉS

Los Park recuerdan que Ki-taek abrió una tienda de castella (bizcocho nipón de origen portugués), para muchos el epítome del fracaso empresarial en Corea del Sur, donde la versión taiwanesa de este postre se puso de moda a mediados de la década pasada e impulsó a muchos en busca de “dinero rápido” a abrir hornos que luego quebraron (algo que luego se descubre que también le pasó al personaje de Geun-se, el hombre escondido en el búnker).

LA CANCIÓN DE JESSICA

La tonadilla que Ki-jung canta para recordar los detalles de su identidad falsa es la melodía de “Dokdo nun uri ttang” (“Dokdo es nuestra tierra”), canción sobre los islotes cuya soberanía se disputan Corea del Sur y Japón y que la mayoría de surcoreanos tienen grabada a fuego debido a su enorme popularidad.

EL USO (Y ABUSO) DEL INGLÉS

Los Park viven obsesionados con el inglés, lo que remite al llamado miguk byeong (“fiebre estadounidense”), la obstinación por considerar que lo estadounidense o anglófono es sinónimo de estatus, fenómeno que encuentra su máxima expresión en “The care”, la empresa que los Kim se inventan para que la madre sea contratada como ama de llaves (infinidad de negocios surcoreanos emplean el determinante The para denotar exclusividad).

¿Notaste el idioma? Foto: Especial

FIDEOS MEZCLADOS

El plato que Park Yeon-kyo encarga preparar a Kim Chung-sook dio quebraderos de cabeza a los autores de los subtítulos: el Jjapaguri, que así se llama, es la mezcla de dos tipos de fideos instantáneos (Jjapagetti y Neoguri), un plato barato y popular que entusiasma a ricos y pobres pero al que el director Bong Joon-ho le añade un guiño: la familia Park lo come aderezado con un carísimo solomillo.

EL PRIMOGÉNITO

El pequeño Park Da-song es el ojito derecho de su padre y madre, quienes ignoran sistemáticamente a su hija mayor Da-hye, detalle que subraya la devoción que aún muestran muchas familias por los varones primogénitos en la muy patriarcal Corea del Sur y la discriminación que sufren las mujeres desde el momento en que nacen.

La cultura del país es representada. Foto: Especial

EL BÚNKER SUBTERRÁNEO

Al descubrir el búnker en la residencia Park la primera ama de llaves explica que muchas “casas ricas” en el país los tienen “en caso de invasión norcoreana o para burlar a los acreedores”, lo que recuerda la feroz batalla de muchos surcoreanos por mantener su tren de vida: la deuda de los hogares en el país asiático supera los 1.3 billones de dólares y es una de las más altas de la OCDE.

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