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jueves, marzo 28, 2024

CRÍTICA: La nueva Mortal Kombat apuesta en la sangre, pierde en todo lo demás.

Es casi imposible entender el impacto de Mortal Kombat, fue algo que en definitiva se tuvo que vivir en los noventas porque en estos días lo tomamos como algo normal, pero por allá en esos cada vez más lejanos tiempos este juego representó una revolución controversial: en primera era uno que –en un afán muy común de la década- abandonaba las pretensiones caricaturizadas de lo que representaba el videojuego acomedido en el pixel, decidiendo tener una suerte de realismo con actores interpretando personajes en sprites que capturaban una apariencia y fluidez que no se podía ver en otros juegos de peleas o en algún otro que intentase filmar personas.

Lo segundo es más obvio, porque Mortal Kombat se nutría del prohibido morbo infantil el cual siempre está en busca del horror y la sangre, de lo prohibido y lo asqueroso… para poner a dos combatientes darse de golpes sudando cantidades enormes de sangre y tener movimientos finales para generar un punto de la humillación que conocemos como el Fatality.  Claro que uno de niño uno lo sentía con encanto y maravilla, al comprobar el rostro de horror de viendo con horror que tu personaje favorito se volvía un cráneo en llamas e incendiaba a su oponente, mientras que el de tu hermano menor sin ninguna dificultad le arrancaba la cabeza llevándose la espina dorsal entera… pero no toda la gente entendió ese punto. Mortal Kombat fue un juego que incitó a una estricta regulación de estos para evitar que los niños consumieran los productos que al parecer les corrompería las mentes, y el eterno debate de que si estos generaban violencia no se hizo esperar.

Al final de cuentas esto fue publicidad benéfica de la que Mortal Kombat aprovechó la oleada y se volvió un ícono de consumo en los noventas: hubo shows, hubo mercancía, juguetes, secuelas, e inevitablemente películas. En estos tiempos es fácil asegurar que la película de 1995 dirigida por Paul W. S. Anderson es un bodrio, pero soy de esas personas que la defiende. Es cierto que la primera queja que aparece -de que no es lo suficientemente violenta- tiene validez, pero también poniéndose en la visión de un productor de la década que tiene una película que va a atraer a niños y adolescentes a las salas de cine en una fecha de verano, no quieres perder este nicho que básicamente ha consumido tu material. El que llegasen a hacer una película violenta quedaba totalmente fuera de posibilidades.

Lo que tiene a su favor Mortal Kombat es que se vuelve una perfecta destilación de los noventas sin muchas pretensiones… vamos: literal la película empieza con un sujeto gritando con todo el aire de sus pulmones MORTAL KOMBAT mientras el logo del dragón está en llamas, sabe lo que es. Toma el argumento del videojuego -que en sí es algo complejo y lleno de lore- con una simpleza y va directo a ser una película serie B Cannon Group o de Golden Harvest con elementos fantásticos del que Paul W. S. Anderson es perfecto para esto, porque termina dirigiendo un filme que bajo una concepción de videoclip musical genera secuencias de batalla con coreografías estilizadas al ritmo de una música techno e industrial en el punto más álgido de la etapa invasiva europea de estos.

Es una producción estrafalaria con efectos especiales bastante logrados considerando su presupuesto, del que prefieren además depender de elementos palpables animatrónicos y escenarios reales y de set con pinturas matte para dejar poco espacio al cgi que para ese entonces era demasiado caro. Es vulgar, es torpe y es todo lo que uno podía esperar porque además tiene un alto valor de entretenimiento: es la película de Mortal Kombat adecuada que salió en el momento adecuado. o por lo menos eso podríamos pensar si no es que crecimos todos.

El potencial de una nueva película de Mortal Kombat era que se veía más y más posible: los niños fieles de ese entonces ahora siendo unos adultos podrían consumir un filme sin tapujo de violencia, esto además de que la franquicia con los últimos años y tres juegos han generado una especie de reboot a su mitología que le ha dado un mayor énfasis a su argumento, lo cual no ha estado nada mal. Mortal Kombat ahora se ha vuelto una franquicia imponente de Warner Bros en los videojuegos y estos a su vez han dejado de ser un sinónimo de vergüenza, con más gente siendo adepto a psasar el tiempo con ellos sin temor de mencionarlo en público, es precisamente este interés de Warner Bros de expandir este potencial en bruto,el cual cuenta con un reboot a la pantalla grande bajo la supervisión de James Wan –el hombre detrás de la franquicia de El conjuro, otra base importante para el estudio- bajo la producción del filme, quien desde primera instancia juró que si algo iba a tener el nuevo filme, sería una representación racial de sus protagonistas y violencia extrema… cosas que Simon McQuoid quien queda a cargo de la dirección, respeta… pero termina con una película bastante atroz a decir verdad.

Si lo que quieres ver en Mortal Kombat son tripas y sangre porque eso era lo que sentías que le faltaba a la película original, no temas, te tienen enteramente cubierto. Mortal Kombat celebra a sus personajes y la tradición de infamia con momentos en donde se recrean estos fatalities y los rayos X de los nuevos juegos en secuencias de batalla. Si bien esto deja en evidencia que las secuencias de batalla no suelen conectar con un argumento en donde a un sujeto le aplican un ataque que parece extremadamente mortal para después continuar en el combate, es parte de la lógica que uno debe de comprarle tanto al material base como a este filme. El gran problema es que Mortal Kombat a pesar de tener más violencia y de ser referencial a la franquicia con easter eggs y diálogos, palidece en todas las demás áreas. Es como si la única queja que escucharon sobre la falta de violencia fuese lo único que atendieron.

El guión de Greg Russo y Dave Callahan quiere evitar la senda propuesta por el filme anterior y el juego original en donde el protagonista era Liu Kang, probablemente para evitar comparativas y deciden poner a un personaje que servirá como ávatar de exposición al filme a través de Cole Young, interpretado por Lewis Tan, quien de inmediato se siente como fuera de lugar ocupando el espacio de lider en una alineación que no tenía problemas a cuya única función parecer darle significado a poderes y mitologías asociadas al universo que se plantea aquí, porque de otra forma en realidad no sabemos quién es Cole Young más allá de lo básico: tiene una familia, y le gusta pelear, y tiene una marca… y visiones delatoras sobre su relación con Scorpion (Hiroyuki Sanada), y tampoco es que Lewis Tan ofrezca una actuación en tono a lo presente, aumentando más esta noción de estar fuera de su elemento.

El resto del cast y personajes pecan también de ser poco memorables: Jessica McNamee como Sonya Blade es puesta de lado por una justificación tan banal como la que no es una elegida y literal el personaje sólo se dedica a estar parado en varias ocasiones, viendo el supuesto crecimiento de Cole y de Kano, interpretado por Josh Lawson quien se vuelve una máquina de chistes baratos que los guionistas piensan que mientras más diga alguno ha de pegar entre la audiencia para constatar que se trata de un gran personaje; quizás los más decepcionantes se traten de los personajes de un origen asiático; excluyendo a Cole todos son banales y apariciones contadas en donde realmente no generan una química con el equipo o con el mentado protagonista, sobre todo en cuestión de una película que desperdicia a Joe Taslim y a Hiroyuki Sanada en una eterna rivalidad que tiene más peso dramático que la película pone de lado.

Estos momentos de explicación de cómo sirven las cosas en Mortal Kombat van sorteadas de las obligadas secuencias de peleas… y aquí se encuentra el principal problema con el proyecto en su totalidad. Uno podría solventar la falta de un protagonista carismático o de una trama simplona y personajes que hacen referencias a cosas de hace 30 años cuando se encuentran en el nuevo milenio, todo a favor de unas buenas secuencias de peleas sobre todo con la promesa de ver encarnada la eterna rivalidad entre el ninja amarillo y azul favoritos de todos, pero Mortal Kombat es una película que a pesar de contar con personas como Max Huang (Liu Kang) y Ludi Lin (Kung Lao) quienes han trabajado como coreógrafos en películas de Jackie Chan -uno de los artesanos del género de las artes marciales, sino es que EL ARTESANO- de nada sirve si estas quedan registradas con una cámara intromisiva que decide que los planos medios y acercamientos son los mejores para detallar el impacto corporal de las batallas, y mucho peor con un montaje de parte de Dan Lebental y Scott Gray tan frenético que literal ni una sola toma dura más de 3 segundos en pantalla y alterna en los posicionamientos de los contrincantes haciendo que la audiencia se pierda en la geografía de un lugar en donde los personajes parecen teletransportarse. Esto es bastante desconcertante porque incluso este ritmo de montaje también aplica en momentos en donde no hay peleas, con personajes respondiendo las dudas del otro a pesar de que esto culmine en cortes de menos de un segundo de duración y lo cual también termina por abaratar la producción de un filme al que se le comienzan a ver los hilos descocidos desde la primera batalla.

Mortal Kombat es una gran decepción, y tiene cabida denotar los problemas que tiene el filme, esto lo menciono ante la oleada de personas que juran y juran que aquí es necesario apagar el cerebro y de que es bastante estúpido pedir que una película con semejante título pueda ofrecer algo de calidad, justificando una mediocridad de antemano. Es lógico que uno no pide que Mortal Kombat sea Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941), pero ¿Saben qué pudo ser? Depredador (John McTernan, 1987)John Wick (Chad Stahelski, 2014) y The Raid (Gareth Evans 2011), películas que parten de una premisa absurdista y terminan ofreciendo una calidad en el entrenimiento que no te hacer recordar a cuando Liam Neeson intentaba vendernos la idea de que podía saltar una reja.

 

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