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jueves, abril 25, 2024

¿Cómo estuvo la tercera Muestra de Cine de León?

Casi no llego a la Tercera muestra de cine de León. Mi cartera desapareció una noche antes, el coche se descompuso y la salvación respecto a mi transporte se halló en una botella rellena de monedas debajo de 5 pesos que tengo según, para ahorrar, según porque en realidad me he gastado su contenido en cosas innecesarias, pero debía asistir. Es la tercera ocasión y seguía sin poder ver la experiencia de ver cortometrajes en pantalla grande… por lo menos en la ciudad de León, y si quiero detallar el aspecto fílmico de mi país, y en específico de mi localidad, no asistir a ver los intentos que los propios ciudadanos hacen respecto a la labor sería criminal como crítico de cine.

Agarro el camión casi a tiempo y llego a Centro Max, el lugar que ha adoptado esta muestra, y que dicho sea de paso, la cadena de cine azul se ha mostrado abierta a propuestas leonesas, después de todo… no tenemos cineteca pero en las instalaciones de Gran Plaza se muestra la selección oficial año con año. Son las 10 de la mañana y la plaza comercial apenas y da señales de vida, por lo que sus entradas están cerradas, salvo la que lleva al cine… en el caso de los despistados como yo, eso significa un paseadero inútil en un tiempo de por sí ya terminal.

Y no pensé verlo, pero había gente, una asistencia normal pero que se traduce como un público cautivo dentro de la muestra y algo más de lo que pensaba que sería; algunas veces tiendo a ser negativo o de poca fe respecto a ciertos proyectos de mi ciudad, porque tristemente me han respondido de la misma manera. Talleres, cineclubes, intentos de hacer proyectos con los pocos que escribimos de estos temas dejando de lado los intereses egoístas (porque si no nos movemos, nos ahogamos), por eso pensaría la poca respuesta… y la verdad me gusta que me hayan callado la boca, un periodicazo en el hocico como se diría coloquialmente.

Entré al lugar que tenía previsto iniciar con actividades a eso de las diez de la mañana, pero la logística del lugar era algo confusa: la gente estaba esperando mientras el audio de los micrófonos se intentaba generar en la sala de cine, y uno que otro fue a comprar su combo palomero tradicional. Tuvo que pasar una hora –en donde el uso de micrófonos resultara infructífero- para dar inicio formal.

David Bravo se presentó ante una sala que ocupaba el 80% de asientos; gente interesada, amigos de los directores, crew, periodistas… a todos les agradeció “Sé que es un horario temprano pero los felicito por otorgarnos su tiempo y dedicación” dijo antes de pasar al tema central del día: los cortometrajes.

Y es que esta es una interacción de Esperanza –su distribuidora- y Lluis Valentí, productor y director catalán que es el encargado del Festival de cine de Girona; los trabajos que se mostraron fueron de los directores que también tuvieron oportunidad de participar en dicho festival, Valentí estaba presente y es una figura muy amena y jovial, dio unas palabras en catalán junto a David Oaks – dueño de Catalonia Comics, una pequeña tienda de historietas especializada en norma de España.

Tras dicho intercambio catalán (en el que hubo dos regalos para Lluis), el director extranjero dio unas palabras al público antes de iniciar proyecciones:  “Tomen en cuenta que cualquiera que hace películas quiere esto, quiere ver su trabajo aquí con un público”.

Y así, dieron inicio los cortometrajes.

Primero fue el turno de Omar Alcalá, quien no llevó The Game a proyección porque en sus palabras, no sentía que fuese correcto cobrar por un trabajo que al día siguiente sería liberado al público, por lo que optó presentar Sobrevivir, un corto muy pequeño que habla de un “apocalipsis” zombie en el que estos seres se han vuelto esenciales para una sociedad que acaba de superar el fin de los tiempos y se encuentra avanzada en la reconstrucción social, a tal nivel que realizan películas sobre el tema y usan a los muertos vivientes como dobles.

Esta, es una gran idea, una que en guión del propio Alcalá no expande en su totalidad –por lo que hay una gran posibilidad de hasta crear un largometraje con el material disponible- pero deja entrever situaciones chuscas y quizás una crítica al género en sí con el último diálogo expreso. Es interesante saber que el proyecto saliera de una horas de rodaje en donde el maquillaje del monstruo fue de sólo dos horas pero no era sinónimo de mala calidad.

Siguió Polvo de estrellas de Iván Zarate. el cortometraje se da el tiempo de generar una historia a través de varias secuencias calmadas que se conectan sin diálogo, o algún avance dentro de la trama, solamente seguimos a una niña en su día a día, sin hacer otra cosa más que vagabundear y recoger piedras que se vuelven parte de su colección personal, todo esto lo hace mientras su madre prostituta trabaja. Su ritmo calmado podría parecer que no tiene fin, pero justo al momento en el que la audiencia percibe esto, viene a juego el título de la obra en una revelación enternecedora que termina hablando del amor de madre e hija distanciado y lastimero de este caso, en el que el lado más bondadoso y quizás hasta más pensante del dúo venga de parte del que no debería tener semejante madurez. El cortometraje parece conectar perfectamente con la audiencia, porque se ha presentado en 14 festivales y de estos ha ganado en 5 de ellos.

El siguiente fue uno pequeño en duración (de hecho la intención parecía ser uno fácil de seguir, seguido de otro que comenzara a desarrollar más por su duración), Plomo Sediento. El cortometraje de Fernando Corona está inspirado en una situación de la vida real, la cual no describiré porque vale la pena de que el público descubra su giro que habla mucho sobre nuestra situación actual como sociedad e inseguridad que vivimos día a día y que como mexicanos, tiene una pizca de chusco y tristeza. Fue corto, fue dinámico, incluso con una que otra toma curiosa, sobre todo en su secuencia de créditos en donde jugaban con una cámara debajo del agua como si se tratase de una licuadora. Corona llegó a mencionar que Plomo Sediento está inscrito en la sección de cortometrajes para Cannes este año.

Cicatriz fue el trabajo que terminó la ronda de cortos guanajuatenses. José Alberto Cerrillo mencionaba que por desgracia su material es uno perdido en el tiempo, ya que un reciente robo le evitó presentar la versión más óptima de su cortometraje, que mostró en una calidad menor esperando que la gente conectara con sus personajes, cosa que pasó, y que también es una lástima el haber perdido el material original porque la fotografía del corto no está nada mal, sabe generar un matrimonio de la cámara tradicional y el dron, y en cierto momento parece de tono amateur que… no sé si esto fuese a propósito pero le da más énfasis a un personaje que está viendo pornografía. Cicatriz relata los esfuerzos de una reportera de seguir haciendo su trabajo a pesar de las amenazas del crimen organizado que también tratan de despojarle de la tranquilidad de su familia. El mensaje de denuncia fue curioso y también el director mencionaba la cercanía de elecciones que se amoldaba al mensaje respecto a la prensa y la precaria situación de seguridad que enfrenta.

Y eso fue casi todo, porque se dio paso a dos cortometrajes españoles. Lo que yo deducía con estos cortometrajes era de que trataba de un intercambio de material nuevo mexicano y catalán, pero no estaba en lo correcto, porque lo que vimos fue un cortometraje del 99 y uno más reciente.

El que mostraron enseguida de los mexicanos, fue Puta de Oros… y oh cielos. Esta era una producción del propio Valantí para Miquel Crespi y es un delirante viaje surreal de un hombre con un encargo de volverse un vendido en un juego de palabras con el título y con la carta de la baraja española que aparece y se mueve en simples pero creativos trucos de efectos especiales. La pantalla vomita imágenes que se vuelven punto focal de la audiencia por todas partes, y si parpadeas te puedes perder un detalle de un corto extremadamente ruidoso, vulgar, sacado de una estética popular noventera que el único momento en el que cede esta visión es hacia el final, con un golpe de realidad para el protagonista.

El término de la proyección se dio con Ella de Javier Marco, proyecto del 2016 y por el que ganaría el premio al mejor cortometraje en el festival de Islazultura del mismo año (desconozco si este estuvo presente en el festival de Girona del año pasado). Es un material tan simple: un hombre en la fila de las palomitas comienza a rebanar su mente respecto a la muchacha que atiende el lugar, y crea una ficción posible en la que ella fuese una hija perdida suya. Mientras más se acerca, la tensión crece porque las palabras no han salido de manera formal en la boca de nuestro protagonista, sólo los devaneos mentales en forma de voz en off que siempre recalcan no usar en los trabajos de ficción… pero a veces tiene su utilidad creativa que vale bien intentar formular.

Y eso fue una probada de lo que se realizó en la región. La sesión de preguntas y respuestas fue algo repentina y apurada porque se necesitaba vaciar la sala que no olvida lo que es: una sala comercial que requiere de estrenos formales. Y si a eso le sumamos el descuido por parte del cine en cuidar el audio de los micrófonos –la primera vez no estaban prendidos, la segunda había un sonido invasor que no dejaba escuchar con claridad- sería necio decir que la muestra fue perfecta.

Pero precisamente de eso se trata, de construir una posibilidad del medio y de nuestros realizadores. Ya le han comentado los puntos a David quien nunca ha quitado dedo en el renglón de contribuir a la distribución internacional de proyectos guanajuatenses, por lo que una sesión más amena de preguntas y respuestas con los creadores es un hecho para la cuarta entrega de la Muestra de Cine de León, que dicho sea de paso, termina su etapa de inscripciones esta semana.

A veces los proyectos locales no le rompen el corazón a uno, a veces… a veces inspiran.

 

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