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viernes, abril 19, 2024

Crónica del regreso de Luis Miguel a León

Después de más de 10 años de ausencia, Luis Miguel volvió a cantar en León ante sus admiradores que la noche de este jueves 31 de marzo se reunieron en el Poliforum como parte de su Tour 2011 de su álbum “Labios de miel”, su más reciente producción discográfica.
Desde temprana hora el lugar comenzó a llenarse de gente de todas las edades, hombres, mujeres, emocionados por participar por fin en un espectáculo que sólo estaba al alcance de ciudades como Monterrey o Guadalajara, además del Auditorio Nacional en la capital del país, famoso por la cantidad sucesiva de conciertos dedicados a un sólo artista.
A principios de marzo Luis Miguel fue reconocido por lograr el récord de actuar ante dos millones de personas en 20 años que lo han aplaudido, coreado y ovacionado en sus 200 conciertos que ha ofrecido en el Auditorio Nacional.
Aquí, en León, el público espera impaciente su aparición. Las mujeres, ataviadas en sus mejores galas, caminan con seguridad en afilados tacones. Muchos hombres desempolvaron su camisa y proyectan todo estilo y personalidad, esperando emular a su ídolo.
El poliforum espera albergar unas doce mil personas que confían en disfrutar de un espectáculo inolvidable. Los minutos avanzan.
La muchachada en gradas, ya desesperada por el inicio del concierto, mata el tiempo comprando cerveza y botanas. Las quejas por el precio de estas últimas arrancan protestas por los 55 pesos del costo de unos doritos. “¡De aquí, directo a Profeco!”, amenaza al vendedor una envalentonada joven, mientras se limpia los dedos manchados de salsa, broma que celebra el respetable.
Por fin, a las 9:30 de la noche, el escenario se ilumina: salió “El Sol”. Miles de gargantas estallan en un grito. “Es un hermoso privilegio estar nuevamente en León. ¡Bienvenida toda la gente!”, las primeras palabras del cantante en el escenario.
Comienzan los acordes de “Te propongo esta noche”, seguidos de “Suave”, con lo que fanáticos nuevos y de antes ven satisfechos sus deseos de cantar y bailar al ritmo de la música.
Los flashes de las cámaras fotográficas (sí, esas que estaba prohibido pasar, según el cartel en la entrada) no descansan, sus dueños no permitirán que escape ningún recuerdo.
Luis Miguel se desplaza por el escenario y sus singulares movimientos arrancan alaridos. Recibe las rosas que las afortunadas compradoras de la zona VIP le entregan con fervor. Mientras, los músicos y las dos coristas (enfundadas en vaporosos vestidos aguamarina, primero, y después en color negro) tienen su momento para lucirse. Todos son felices… a ratos. En varias ocasiones el cantante expresa su molestia por las fallas en el sonido, sólo los muy conocedores o muy críticos captan el malestar. Pero son pocos: el público corea un éxito tras otro, celebra lo mismo el romanticismo que el pop bailable. “¡No lo puedo creer! Estoy en un concierto de Luis Miguel. Con Luis Miguel” dice con los ojitos brillantes una treintañera.
A mitad del concierto, alguien comentó: “Las pantallas se ven chidas, pero… las de Miguel Bosé estaban más chidas”. La joven se refiere al concierto realizado por el cantante español pocos meses antes por el centro de la República Mexicana (con la gira “Cardio”). Las comparaciones son odiosas. Porque lo son ¿verdad?
La pantalla agranda la imagen del ídolo pero no demasiado. Los acercamientos se cuidan mucho: las tomas no van más allá de arriba de la rodilla para decepción de las fanáticas “incondicionales” que quisieran un close-up de la cara del cantante. En toda la noche no lo habrá.
A la mayoría parece no importarle. Suceden en potpurrí esas canciones que todos esperan: La incondicional, Palabra de Honor, Un hombre busca a una mujer. Y por supuesto, temas de su último álbum de estudio, “Labios de miel”.
Sorprende a muchos que Luis Miguel eligiera cantar “Muchachos de hoy”, que fue un éxito antes de que algunos de los presentes siquiera hubieran nacido.
Mención aparte merece el dueto con el fallecido Frank Sinatra en la canción “Come fly with me”, la magia de la tecnología lo revivió para que entonara esta emblemática melodía, mientras en la pantalla gigante se alternan imágenes suyas y de Luis Miguel, quien rosas rojas en mano, despliega todo su potencial vocal.
Tras varios cambios de vestuario, el concierto se acerca a su recta final. “Qué nivel de mujer”, “La chica del bikini azul”, “Isabel”, “Cuando calienta el Sol”, “Vuelve”, “Cómo es posible que a mi lado”, “Será que no me amas” y “Labios de miel”, con la que finalizó el espectáculo.
Se enciende todo el escenario, Luis Miguel vuelve a decir adiós, recibe una ovación de pie y se despide. Las luces se apagan y comienza un murmullo que se transforma en grito: MA-RIA-CHI, MA-RIA-CHI. Las gargantas se desgarran pero el cantante no reaparece más. Hay confusión, desilusión en varios sectores del público. Faltan éxitos que se creerían imprescindibles como “No sé tú”, “Ayer” y “La media vuelta”.
Luego de una hora y 40 minutos el concierto acabó aunque algunos no quisieran abandonar el recinto, éste poco a poco se vacía. Ríos de gente inundan las avenidas aledañas al Poliforum. Muchos salen felices por la maravillosa experiencia, otros, insatisfechos. La oscuridad nos envuelve a todos, poco se puede hacer: el Sol se ha ocultado.

Martha Silva Moreno
Martha Silva Moreno
Editora y reportera en Zona Franca. Correo electrónico: marthasilva@zonafranca.mx Twitter: @marthax

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