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jueves, marzo 28, 2024

El teatro Manuel Doblado conoció a Amélie

Mi relación con Amélie no se remonta mucho a la primera vez que la vi sino a otro suceso que me ocurrió, porque me recuerda a la peor cita que he tenido en esta vida. Años atrás había conseguido salir con una mujer que me gustaba bastante y a través de mensajes coincidimos en ir al cine: la más básica de todas las citas que uno pueda pensar y oye… que ir al cine no me resulta nada desagradable (situación que ya se imaginarán considerando a lo que me dedico). Por alguna razón yo en mi eterno imbécil descuidado no pensó en ir con una pizca de atractivo y decidí acudir al lugar usando unos tenis rotos, un pantalón de mezclilla viejo y una playera de Yoda que todavía tengo por ahí… y por supuesto que mi falta de cuidado se hizo evidente y total ruptura cuando ella llegó de manera más formal y preciosa, frente a mí que además se le sumaba una barba sin rasurar y la habitual costumbre de tener las uñas mordidas.

Vimos Godzilla de Gareth Edwards, me vio gritar de emoción por una lagartija que escupe aliento atómico con extrañeza y al término ya que no hablaba mucho de la película -quizás tratando de entender en por qué le dijo que sí a este sujeto- para pasar el tiempo fuimos a una tienda de discos en donde platicábamos de nuestros gustos musicales; el hecho de que me gusta escuchar scores fílmicos me llevó a saber en ese momento de que le gustaba mucho Amélie, que en ese momento le asocié a Angelo Badalamenti, dato incorrecto porque se trata de un trabajo de Yann Tiersen, pero que en mi terquedad y total seguridad de lo que decía le aposté a que si no era de Badalamenti se lo compraba: perdí, y le acepté comprar dicho disco, que tendría que ser de encargo a un precio bastante elevado dada la escasez -en ese entonces- del material. Fuimos por una cerveza, platicamos y para la noche regresé a mi casa pensando en que no había sido una mala cita, todo un galán de galanes al final de todo. Al día siguiente una gran parte de mis ahorros se fueron saldar la promesa con ese discos, el cual llegaría dos semanas después sin alguna pista de la cita, con la que nunca cual nunca volví a tener contacto.

El disco sigue entre mis cosas: todavía tenía su celofán protector en una caja y cd que todavía poseen el aroma de novedad que lo digital jamás podría llegar a tener.

Hasta el día de hoy no había ni abierto ese disco ni vuelto a ver la película, situación que se dio como oportunidad de oro tras el evento organizado en nuestra ciudad. Amélie se presentó en el Manuel Doblado con un proyecto de parte de Arts Orquesta México, una orquesta de músicos nacionales que han estado tratando de emular lo que ocurre con frecuencia en países como Estados Unidos -con los legendarios Boston Pops– e Inglaterra, quienes han tenido números especiales dentro de la serie de conciertos de la BBC Proms. La cita había generado expectativa entre los ciudadanos con una campaña viral de la que no podías escapar y esto se reflejó si bien no en un teatro completamente lleno a comparación de la proyección de Roma (Alfonso Cuarón, 2018) sí era un teatro repleto de gente curiosa o fanática de la película, que para la segunda función se encontraba con una fila que llegaba más allá del Museo de la ciudad de León.

La orquesta de este proyecto es dirigida por Manuel Serna, la cual fue muy atinada en cuestión de tiempos en una acción un tanto complicada por llevar el ritmo de la música sin buscar alargarse. Serna y su equipo tocaban, para después con mucha calma sentarse y atestiguar la película, incluso en una ocasión uno de los intérpretes no aguantó la risa antes de comenzar sus labores.

La orquesta estuvo perfecta, pero hay asuntos que bien deberían revisarse o analizarse si se quiere -y sí se puede- hacer otro evento similar. El teatro Manuel Doblado si en algo adolece es en el terreno de las proyecciones, porque las bocinas que tiene no son las más cuidadas y eso se presintió durante el concierto. Aunado a eso esta el asunto de que el recinto no resulta ser el más apto para cuestión de proyecciones porque la visión de campo del espectador promedio no puede saciarse en totalidad sin llegar a ver las bocinas enormes o terminan con una proyección casi imposible de ver. También es a considerar, de que la película poseía unos subtítulos ineficientes lo que me hace pensar que no era una copia original o que el trabajo de subtitulaje no fue revisado y generado por el equipo. Y pues cuestiones dentro del público que ya son presentes pero que nunca he entendido el por qué las normalizamos, como la necedad de no apagar el celular y de contestar en medio de la función o de no respetar el espacio que al final es del disfrute de todos, y que conllevó a una discusión durante la primera parte de la película por parte de un grupo de personas irrespetuosas.

Aún así, el proyecto es un foco latente que bien podría suplirse por parte de nuestras instituciones culturales. La gente ama el cine, la gente ama la orquesta: esta simbiosis resulta gratificante y una experiencia más allá de un cineclub olvidado o una orquesta de poca recepción, situaciones que tristemente pasan dentro de los eventos presentes en León. Vamos, que además hay un gran número de películas y compositores que podrían parecer de alto grado de atracción al público. De mientras pues a soñar, que un día podríamos escuchar La marcha imperial, el tema de James Bond o el duelo del cementerio de un trío de vaqueros sucios.

 

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