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viernes, abril 19, 2024

Microteatro presenta: Embarazadas del futuro, pelea de esperma y una llorona profesional.

Otro mes, otra variante de Microteatro en su temática, que en esta ocasión se dedica a celebrar a las féminas con contenidos que hablan de sus labores habituales, elementos que las perfilan social y biologicamente, y siempre con una reflexión sobre el aquí presente, el cambio que ha pasado y las luchas que faltan. Si bien todas las obras presentes giran en torno a la mujer, no es así en la dirección, la cual también consta con proyectos dirigidos por hombres, lo cual tampoco es que sea el fin del mundo ni una ardiente controversia generada en redes sociales -aunque sí hubo uno que otro distraído- porque si uno ha estado asistiendo a esta modalidad de teatro, se dará cuenta de que la comunidad se ha apoyado y que en diversas ocasiones tanto hombres y mujeres han estado a cargo de las labores para presentar las historias de 15 minutos que el público disfruta tanto.

Las paridoras.

Esta, es probablemente una de las mejores obras que he visto en Microteatro, porque Las paridoras es una obra que se atreve a representar ciencia ficción considerando el espacio y el tiempo que tienen en función, y lo hace con una capacidad y creatividad notoria. En Las paridoras vemos un mundo distópico representado en un cuarto pulcro blanquecino enjaulado, en donde dos participantes del sector médico están para darle servicio a… “alguien”, a quien nunca sabemos el nombre pero podemos suponer a quienes se refieren. Estas personas han conseguido en medio de la precaria necesidad, el perfeccionismo de la procreación humana con fines de producción, y es un mundo en donde las mujeres quedan relegadas a un saco de carne que pulsa bebés. Y bajo este infierno, vemos la experiencia de dos paridoras, una vieja y demacrada –Julieta Escobar– la cual sigue enferma del proceso y no le ve función alguna, y que resulta en un choque de ideales por la nueva mujer –Citlalli Libertad– la cual genuinamente cree en que está realizando una labor de progreso, y en donde la maternidad y el amor no queda descartada.

Las paridoras como toda obra de ficción también sirve para realizar una reflexión y crítica de nuestro sistema, y en este caso lo que apunta gira mucho en torno a la decisión de procreación que debiera ser libre en el género femenino, pero que queda simplemente trazada como una obligación, algo que toma despuntes escalofriantes imaginando posibles futuros en donde estas decisiones no quedan como opción. Felicidades a Noé Chávez y a su equipo.

¡Quiero tus genes!

¡Quiero tus genes! de Felipe Curiel en reiteradas ocasiones lanza una serie de prejuicios sobre los homosexuales y su donación de esperma, fomentando la creencia de que sus preferencias sexuales se transmiten hacia su descendencia como si esto fuese además un problema… pero creo que es parte de la intención, porque sus protagonistas no quedan como personajes benevolentes, al contrario: caen en un juego de envidias bastante estúpido, y en este sentido resulta hilarante de presenciar. Marina Sandra Márquez– considera que la mejor manera de sentirse feliz es teniendo un hijo sin tener que soportar ya que no ha tenido buenas experiencias, y mientras comenta sobre los posibles portadores de genes junto a su amiga –Karime Villaseñor– encuentra el perfecto donador, que también es parte del juego de la obra, puesto que de todos los varones que asisten a la obra, seleccionan a uno como el “campeón” y eso genera más empatía frente a los lanzamientos y despuntadas de las amigas, sobre todo en un público femenino, que curiosamente sentía una empatía con los personajes y hasta en varias ocasiones llegaría a reaccionar con movimientos de aceptación a la pobre Marina.

Al tratarse de una obra en cuarto pequeño ¡Quiero tus genes! logra solventar esta carencia con éxito, y al final de cuentas con una obra que no se toma en serio y que fácilmente traslada a sus visitantes a un conflicto palpable.

La plañidera

En Microteatro siempre menciono de la necesidad de considerar el espacio respecto a la posición de actores, escenario y público, puesto que a diferencia de una obra tradicional que tiene el espacio perfilado, aquí se tiene que ser creativo en vista de que los escenarios se crean a través de cuartos de diversas dimensiones, aquí la Plañidera parece tener un problema que bien podría resolverse o considerar dentro de la obra.

La plañidera nos cuenta un momento en la vida de Francisco Christian Ortiz– y Beatriz Verónica Paredes Guerrero– los cuales se necesitan puesto que Beatriz es una mujer que se dedica a la olvidada labor de plañidera, es decir que llora en los funerales. y Francisco pues justamente acaba de perder a su madre. Andrea Horner escribe y dirige la obra, en donde en un principio parece dar intenciones sugerentes de la labor de Beatriz para después generar una dinámica en torno a la labor de esta mujer y de la inspiración que obtiene para ponerse a llorar como loca. Este es el momento más interesante de la obra porque tanto Beatriz como Francisco empiezan a reflexionar sobre lo que es sentir el arte y a través de ello reflejarlo en el estado de ánimo, siendo muy preciso el momento en el que Francisco le enseña una canción personal a Beatriz y en donde uno puede percibir la falta de entendimiento de la mujer con un tono humorístico, pero que puede ser problemática en su logística ya que aparece una proyección en una de las paredes del cuarto, captando la atención del publico que deja de ver la interacción de los dos actores y es una pena, porque hay un potencial desmedido en lo que se intenta desarrollar.

 

 

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