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jueves, abril 25, 2024

Microteatro presenta: Payasos políticos, zapatos sucios, promesas dolientes

Y aquí estamos, en el último cubrimiento de Microteatro de esta temporada. A diferencia de otros días la gente ha estado asistiendo, y platicando con varios de los actores y directores, aseguran que el interés de la gente crece a fechas de salida de la temporada… apuntando todas las teorías -e incluso la mía- de que eran por las actividades de la Feria.

Ahora no hay culpa a quién o qué echarle y la gente ha estado asistiendo con gozo. Pero a lo que nos ruge Lencha:

Caricaturas

Se encuentra en el salón número uno y desde el primer día ha sido el más llamativo, eso por las telas que se desbordan de la sala. Le da una apariencia kitsch pero no es hasta que te sientas a ver Caricaturas o metamorfosis de un Chapulín en el que te das cuenta de las intenciones detrás de Ybis Arellano, quien vuelve a dos funcionarios políticos en un inverso: de antes burlarse de la población y ser expertos del oportunismo, ahora son los payasos detrás de una carpa de circo… y pues sobra decir de que hay dos que tres anécdotas que a costa de toda credibilidad, son reales en nuestra calumnia política leonesa.

Y es extremadamente graciosa, porque se trata de ver una carnicería de burlas y exagerados gestos de parte de Andrés Valadez -a quien ya es un rostro común dentro de la actividad actoral de la ciudad- y un Carlos Barragán que no le tienen el miedo al ridículo.

Lo que le falta al León

¿Qué le falta al león de nuestro arco de la calzada? Es una pregunta que va al grano y que también se desarrolla en el diálogo de dos hombres típicos de la ciudad presentes en la plaza de los mártires y que representan una de las actividades más tradicionales de una ciudad de crecimiento entre el modernismo y las costumbres de vieja escuela: el diálogo entre bolero y cliente. La dramaturgia de Manuel Gil es una que también se tiene que acomodar al espacio ofrecido en Microteatro porque esta es una de dos obras con sala muy reducida, lo cual utiliza de manera inteligente ya que el personaje del Bolero (Eduardo Hernández) interactúa con la audiencia y comienza a mofarse de su cliente habitual (Saúl Quintana), evidenciando la falta de civilidad que no sólo es observación de Gil, sino de una realidad del León tan dependiente de gente amoral y despreciable.

El candado

Si Lo que le falta al León se veía en necesidad de aprovechar el pequeño espacio, con El candado de Ismael Sánchez Rivas esta situación es más que obligada, porque se encuentra en la sala más pequeña del recinto, en donde apenas caben una decena de personas. Y es un gran logro sobrepasar este dilema con una historia presentada en monólogo de parte de un hombre que se encuentra en el infame Puente del amor, esa construcción mal realizada de nuestra ciudad que por un tiempo intentó emular la tradición de un puente europeo con candados muestra de la confianza y el amor establecidos de una pareja (no se preocupen, esa cursilería ya quedó en el pasado). Sergio Dávila interpreta a un hombre galante aprovechando su soltería, a uno que recae en las derivaciones del romance inesperado con una mujer… una Sandra Márquez que todas las veces a las que asistí al lugar la veía afuera del lugar, espiando la puerta para poder entrar con un dulce en forma de helado que pensé que ya no existían.

Su aparición es rápida, pero es de un peso increíblemente cómico para la obra, y la cual tiene una química muy agradable y natural con Sergio. Para el final ese candado también es una representación de las cosas que en un punto llegamos a cargar y de las promesas que en un momento nos parecieron estúpidas, pero que llegan a tener importancia conforme maduramos, y es bastante curioso que se trate de una obra que habla de un puente malogrado, encima de ser una obra de contenido ad hoc para las fechas de Febrero.

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