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viernes, marzo 29, 2024

Delegados: Oficio de Tinieblas

La figura del delegado del PRI en Guanajuato como tal, se ha venido devaluando progresivamente. De los delegados con capacidad de decisión y respetabilidad en la etapa del PRI-oposición, iniciando con Humberto Mayans, se llegó a la vulgaridad de los más recientes en el tiempo cuya personalidad y mañas han acabado por degradar la figura de estos enviados del centro.
Efrén Leyva Acevedo vino a Guanajuato hace cinco o seis años a hacer su propio juego, que no siempre fue precisamente político, y muchas veces se atravesó al paso de las decisiones del Presidente en turno, en este caso Miguel Angel Chico. Una de ellas por ejemplo fue el nombramiento del Coordinador de la Fracción priísta en la LX Legislatura local donde se eligió a Arnulfo Vázquez Nieto en contra de la voluntad del tándem presidencial, Chico incluido claro.
Donaciano Miguel Moreno Tello fue otro especimen de la decadencia delegacional. Con los grupos de poder consolidados Donaciano, al poco tiempo de su llegada y sin armas personales ni políticas, se quedó sin autoridad alguna frente a Presidentes Municipales, Diputados, Sectores y, en general, todo aquel que detentara algún poder local, aunque fuera “podercillo”. Su gestión transcurrió y murió en total oscuridad.
Y así llegamos al penúltimo capítulo de esta historia: Francisco Javier Santillán Oceguera, el actual, que la inmensa mayoría de los actores políticos locales esperan cierre el ciclo de los delegados segundones en el principal partido opositor a la aplanadora panista en el Estado.
En el escaso tiempo que lleva en Guanajuato, Santillán se ha revelado como un tenaz interlocutor de la disidencia priísta –el nuevo Bronx o la “minoría de la minoría”, como usted prefiera llamarlos- demostrando que es allí donde se siente a gusto y donde se evade de la responsabilidad de construir la unidad de su partido porque ni sabe cómo, ni tiene idea de por dónde empezar.
(El que su hermano sea empleado de Gerardo Sánchez, el líder nacional cenecista y actor relevante de la política local, también le quita prendas para intentarlo).
Esta situación, que inicialmente preocupó a algunos precandidatos, a la dirigencia estatal, a algunos dirigentes de los sectores, diputados y presidentes municipales, ha acabado por convertirse en caricaturesca, con la organización del “Tour del Desagravio” en forma de comidas al muy viejo estilo y con una defensa mediática de la importancia su cargo y su trabajo por parte de muy diversos personajes de perfil variado.

Estos lamentos no pueden interpretarse sino como el rápido agotamiento de su gestión. Quien a sesenta días de acceder a la responsabilidad de coordinar y consensar grupos y voluntades ya necesita del oxígeno del desagravio, no sirve para cumplir el encargo que le fue encomendado.
Todo esto a fin de cuentas ha resultado comodísimo para la dirigencia estatal de ese partido, que sigue transitando a su antojo y haciendo sus relevos de dirigentes municipales con toda libertad.
Y cómodo lo es también para aquellos que hace veinte años aprendieron que confiar en las decisiones del Centro solo conduce a la derrota y al entreguismo. Lección que –por cierto- los panistas locales deben conocer para evitar que un Presidente centralista como Calderón o un Gobernador intrusivo como Oliva –según el caso- les impongan sus decisiones.
Hace veinte años con el “medinazo” muchos priístas ganaron libertad y autonomía y no quieren perderla en manos de delegados como éste, por más caótico que haya sido el transitar del priísmo por la política estatal desde entonces.

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