- Publicidad -
viernes, marzo 29, 2024

Velvet Buzzaw (2019)

El mundo del arte es uno pedante. Muy a pesar de que todos pensemos en la viabilidad positiva de arte y artistas emergente, también es cierto que se encuentra envuelto en una capa de ego y finalidades económicas que no siempre le permiten expresarse sin sonar falso o vacío, y eso es si quiere hacer una crítica, porque la mayoría del tiempo es vacío

Dan Gilroy parece tener en mente eso con su Velvet Buzzaw, un proyecto de ensueño que surgió tras una decepción dentro del modus operandi de Hollywood y que se presentaba como una de las propuestas más fuertes de Netflix -el nuevo monstruo del cine- durante la temporada. Tras el término de la película, puedo percibir las intenciones de Gilroy no se traducen de manera eficaz en una película que aspira a ser ácida, pero termina siendo insustancial al problema que tanto quiere relatar.

Morf Vanderwalt (Jake Gyllenhall) es el crítico de arte más importante de Miami. Se ha hecho de renombre por sus veredictos en todas las galerías de la ciudad y se ha vuelto amigo de los mecenas más importantes, en especial de Rhodora Haze (Rene Russo) una ex cantante de punk que ahora pelea por los artistas que quiere integrar a su galería… y que cuida a su estrella en decadencia, el pintor Piers (John Malkovich) el cual no ha sido el mismo artista desde que dejó de beber. Mort Rhodora se regodean en las posibilidades el éxito cuando Josephina (Zawe Ashton) descubre por accidente que su vecino -al que encontró muerto- era un pintor nato. Como las pinturas no tienen destino de herencia, ella decide robarlas y así comienzan a vivir el éxito de parte de un desconocido, que lo único que pedía era que toda su obra que eliminara de los anales de la historia… cosa que no pasa obviamente; mientras la fama crece, también el misterio que rodea a las obras y una psicosis paranoide que rodea a todos aquellos que empiezan a tramitar con las obras, porque poco a poco sospechan de que las pinturas tienen vida propia.

En su guión, Gilroy formula un postulado del arte agresivo. Este está rodeado de gente banal y que a la mejor oportunidad se prestan al mejor postor, un mundo en donde todos son hermosos y aprovechan su sexualidad para saciar espacios de ego; la sutileza no está de su parte desde el inicio con un personaje que literalmente es un juego de palabras dada su capacidad de alterar la idea de las cosas y en donde también se asoma la idea de que el arte que vale la pena, es el que se burla del sistema preferencial de mecenas y egos a pesar de que estos no puedan ver más allá de los atroces sucesos tras conseguir las obras.

Esto parece querer una revisión del absurdo y abrazando conceptos del slasher y el giallo que podrían tener creatividad, pero por desgracia Velvet Buzzaw nunca despega ni termina adhiriendo estos subgéneros como ya lo han realizado maestros como Lynch o el propio Robert Altman que dice Gilroy ser su inspiración.

¿Por qué no pasa esto? Bueno, hay extrañas decisiones en la forma de contar la película que son a detrimento. Desde base se nos presentan ideas que nunca terminan por ser exploradas y personajes que deja de lado para después recordar que tenían algo o qué ofrecer a la trama del misterio. Sabemos del pasado de Rhodora, o de las pláticas de esta con Piers, conocemos el hecho de que las pinturas estén realizadas con sangre y Damrish (Daveed Digs) está hipnotizado por las obras que parecen decirle algo que los demás no entienden… y nunca se resuelven dichos elementos dentro de la trama. No es que necesariamente uno deba tener respuestas al 100 por ciento dentro de toda una obra, pero cuando la película termina con el actor que más ha estado en automático en la película -y a lo largo de sus últimos años- sin relación a lo que hemos visto, parece que lo que trata de interpretar es más grande de lo que tiene en realidad.

Este problema, además está apoyado por un extraño énfasis de querer terminar escenas con un recurso tan flojo como el del fade out, que lejos de conectar escena con otra y darle una lectura más compleja, es como si se apagara dentro de sus pretensiones en literal. A pesar de ello, hay ideas con potencial, como el hecho de que las obras del misterioso Dease sean obras de horror expreso pero que jamás vemos cobrar vida, sino que estas contaminan a las demás obras a la par de las personas que le descubren y tienen intenciones alejadas del arte, aunque quizás abrazando más este concepto la película podría pintar un escenario más surreal y extremo, porque hasta con las escenas de muerte se siente contenida.

Hacer una crítica al arte es válido, sobre todo si es una película, pero uno supondría que para hacer esto se requiere de un refinado sentido del humor y la violencia si se quiere llegar a algo, y las pretensiones de Velvet Buzzaw no logran despegar ni para justificar la toma de decisiones de sus personajes desechados en potencial… y por el amor de Dios, tienes a un Jake Gyllenhall desatado como un crítico de arte bisexual amante de las camisas feas y que tiene un celular añejo.

 

 

 

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO