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viernes, abril 19, 2024

Fascina en su noche de estreno un Trovador muy “a la mexicana”

León, Gto. El estreno de la ópera El Trovador de Guseppe Verdi irrumpió en los espacios del Teatro del Bicentenario Roberto Plascencia Saldaña. Con destacadas interpretaciones, la nueva producción del recinto cultural deleitó al público cerca de tres horas, abriendo la primera de sus tres presentaciones.

La cita fue la tarde de este domingo, cuando poco antes de las 18:00 horas, las salas de espera del Teatro comenzaron a llenarse de personas. Adultos, jóvenes, parejas, familias y uno que otro solitario acudieron puntuales a presenciar la muy sensatamente considerada máxima ópera del compositor italiano.

La función dio inicio minutos después de las seis de la tarde, cuando un Ferrando con pinta revolucionaria comienza “cantando” a sus hombres la trágica historia de una gitana de apariencia perversa que embrujó al hijo menor del Conde de Luna, y este en venganza la mandó quemar la hoguera mientras ella pedía a gritos a su hija Azucena que vengara su muerte. Azucena, en un acto de ira y desesperación, secuestró al hijo menor del Conde para lanzarlo al fuego, pero el llanto del niño y el desvarío de su corazón le impideron cometer el acto.

La aparición del Conde de Luna (hijo), interpretado por el barítono Jorge Lagunes, da potencia a la trama de la historia. Lagunes da vida a un Conde sombrío con una inmensa sed de venganza, que desde sus primeros minutos en el escenario deja clara su torpe obsesión de amor con Leonora. El Conde enamorado de la dulce y etérea mujer que se resiste a corresponderle, marca la línea de los acontecimientos que toman lugar en el resto de la ópera.


© Teatro del Bicentenario RPS – Fotografía: Jaime Vaqueiro

Sin duda alguna, fue María Katzarava figura clave para el Trovador. La mezzosoprano mexicana de tan solo 34 años destacó en cada una de sus apariciones con una poderosa voz que llegó a cada uno de los rincones del teatro. En el papel de Leonora, la eterna enamorada del Trovador, Katzarava regaló al público una función inolvidable, desde su primera aparición hasta el trágico final. Entregada de principio a fin, embriagada de amor, Leonora cumple su premisa e intercambia su vida por la libertad de su amado.

Belém Rodríguez, la encargada de interpretar a la atormentada Azucena, cumplió con las exigencias de su personaje. Una Azucena desdichada, de apariencia gastada, de cabellos largos y rojos brillantes como el fuego pena por cada uno de los actos de la ópera. La voz que Belém Rodríguez otorga a su personaje da la fuerza necesaria que le pide su penar y su venganza. La soprano transmite en todo momento la aflicción y el sufrimiento de quien vio a su madre arder y convertirse en ceniza en la hoguera.

El tenor español Andeka Gorrotxategi, quien vino al país a dar vida a un Trovador muy mexicano, demostró por qué es considerado una de las figuras más importantes de la ópera en su país. Gorrotxategi, de botas, sombrero y poncho, fue un Trovador romántico, un macho a la mexicana. Con cantos de amor, pasión y desdicha, el tenor recorrió el umbral de las emociones con una voz que es digna de escuchar en vivo.

Destaca también la actuación del Coro del Teatro del Bicentenario, que acompaña a los protagonistas con los cantos que armonizan y refuerzan la tragedia con una complicidad apremiante. Todo esto de la mano de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, que aviva con su música la sublime creación de Guiseppe Verdi.


© Teatro del Bicentenario RPS – Fotografía: Jaime Vaqueiro

El Teatro del Bicentenario trae una historia digna de presenciar. Basada en el drama romántico del español Antonio García Gutiérrez, escrito en el siglo XIX pero contextualizado en la edad media, presenta escenarios tan vigentes en nuestros días que verlos en escena con tan potentes actuaciones puede ser tan maravilloso como desgarrador.

Es la historia de las causas y consecuencias del amor romántico llevado al límite. Con fuertes diálogos que actualmente pueden causar incomodidad, que reflejan en sometimiento más puro de la mujer con el hombre, del deseo de posesión, de entregarse en cuerpo y alma al “amor verdadero”. Ver a los protagonistas varones discutir y pelear por Leonora como si ella ni siquiera estuviese ahí, como si ella fuese incapaz de elegir su camino.

Por su parte, Leonora, enamorada y dispuesta a cualquier cosa por entregarse a su amado Trovador, y en última instancia de entregar su vida por la libertad de este. “Pisotea mi cadáver, pero salva al Trovador”, exige Leonora al conde de Luna, perdida en la sumisión y cegada por un romanticismo inefable, que en un final casi previsto la lleva a morir por amor.

El Trovador cumple, como producción operística y espectáculo musical- escénico. A pesar de los desfortunados huecos en las primeras filas del teatro, demostró que el interés por este tipo de producciones en la ciudad es considerable.

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