stá frase del mítico escritor irlandés George Bernard Shaw resumiría de una manera bastante aproximada los sentimientos del que esto escribe con respecto a la gastronomía. Pero no crean que esta especie de embelesamiento me sobrevino en mi madurez, ojala hubiera sido tan fácil, desgraciadamente para mis padres desde muy pequeño empecé a interesarme por lo que comía, dejando muy claro que sabores prefería y cuáles no. En la niñez y adolescencia el asunto definitivamente se salió de cauce y siempre andaba buscando nuevos restaurantes que probar para la salida familiar, siendo mi momento preferido a la hora de leer el menú, cosa que hacía con una mezcla de respeto reverencial e impaciencia, imaginándome el deleite que me esperaba. Así llegó la madurez y con ella la experiencia del vino y el mundo de posibilidades que ofrece para mejorar aún más la experiencia de la buena mesa.
Pero ustedes se preguntarán y con razón ¿a qué viene esta columna? Pues bien creo sinceramente que el nivel de la cocina en los restaurantes de este bello estado ha alcanzado ya la madurez suficiente para codearse con lo mejor de este país. La proliferación de establecimientos de enorme calidad, lógicamente de comida mexicana y local, pero también de cocina internacional (japonesa, española, italiana, argentina, etc) con ambiciosos y jóvenes chefs que buscan ir más allá de servir lo típico experimentando con productos de la máxima calidad, están ayudando a que Guanajuato empiece a destacar en este rubro. Lógicamente esto no sería posible si no empezara a existir en el área una cultura urbana de personas que buscan algo más en la comida que atiborrarse el estomago… necesitan que el alimento les llene el espíritu, algo parecido a lo que dijo el compositor y escritor británico Anthony Burguess:
“Una comida bien equilibrada es como una especie de poema al desarrollo de la vida”.
En este sentido esta columna pretende servir para dar a conocer esos lugares al buen aficionado y guiarlo para conseguir la mejor experiencia posible en estos modernos templos del placer de la buena mesa.
Con el objetivo de seguir unas mínimas pautas de diagnóstico del restaurante escogido se tendrán en cuenta cuatro elementos básicos: la comida (sabor, presentación, maridaje, textura y calidad de la materia prima), el servicio, el precio y la decoración (espacios, ambientación y otros detalles), todo ello con la máxima humildad de alguien que respeta y aprecia el esfuerzo y la dedicación que requiere la administración de un restaurante que se precie de serlo. Los establecimientos escogidos serán variados y englobarán desde la comida local hasta la más exótica, siempre buscando los sabores más exquisitos y originales de Guanajuato.
Les emplazo entonces, si les place, a acompañarme cada semana en esta aventura sensorial en donde aprenderemos y degustaremos lo que esta hermosa tierra tiene que ofrecer a los amantes de las delicias y demás placeres culinarios. Hasta la semana que viene y Bon profit!