- Publicidad -
jueves, marzo 28, 2024

GIFF 2021: SELECCIÓN OFICIAL GUANAJUATO.

Mis actuares dentro y fuera del Festival de cine de Guanajuato son siempre en relación al material de caterogría largometraje que se presenta a nivel nacional e internacional; casi nunca dentro de la apretada agenda tengo espacio para cortometrajes, situación que creo que debería cambiar.

Guanajuato a pesar de no contar con escuelas de cine, es un estado que ante la falta de atención de estas necesidades para los jóvenes e interesados ha encontrado un gran nicho de realizadores que intentan plasmar visiones para de manera local y para México… y con mayor suerte hablando dentro de un alcance internacional. Son muchos los que dirigen sobre todo cortometrajes, incluso habiendo individuos que permanecen en esta modalidad jamás realizando un largometraje, sobro todo por las dificulades presentes de querer realizar un oficio del que apenas y se oye en estos lares.

Si Guanajuato tiene semejante cantidad de contenidos al respecto, pues también es necesario y casi obligatorio el revisar los materiales presentes para además de ver problemáticas y asuntos que preocupan a nuestros realizadores, el ver la condición de calidad de sus voces, y hey: también para impulsar los espacios de apreciación crítica del cortometraje, que no se quede meramente en amiguismos o con un entusiasmo que suele aborrecer el espacio de opinión.

Estos fueron los cortos de este año:

CIRILO (Christian Cornejo).

Cirilo da inicio con la particularidad de presentar una relación de aspecto inusual al acostumbrado, planteada de forma bastante creativa porque parece justificar el encapsulado dando énfasis a una ventana en donde el protagonista del cortometraje se centra recogiendo un globo de reyes magos y mientras esta acción pasa la cámara genera un zoom in en donde el resultado final concibe un espacio de captura relegado al espacio que conforma dicho ventanal de la casona. Este mundo minúsculo al final de cuentas es el mundo de Cirilo (Gerardo Aviña), un anciano que más allá de la existencia dentro de su rancho no encuentra alguna interacción social hasta la llegada de la carta, en donde esta percepción de inocencia frente a un estado corrompido por el narcotráfico y la violencia le hacen sentir auténtica empatía.

Christian Cornejo dirige y escribe un cortometraje en donde las pausas de Cirilo sobre su día a día son acompañadas por la voz de las noticias que denotan la putridez social y de la que… más que nada este se siente cansado (de hecho los logos del fomento estatal de Guanajuato acompañan relatos cruentos de muertos, algo que no podemos tapar con un dedo de la mano). Cirilo juega mucho esta modalidad calmada sin mucho afán de desarrollar conflictos sorpresivos o de reto, en un ritmo que le va bien y para hacia al final, lo que en un punto parece despuntar como un atisbo de optimismo, termina desenvolviéndose en un regreso a la realidad del personaje en donde constata la diferencia de clases entre él y su objetivo… aunque hay que decir que este punto, Cornejo decide un contrastante cambio de aspectos contínuos que aportan confusión a los objetivos que intenta plasmar.

TAL VEZ MARÍA (Uriel de Jesús Juárez Tavera).

María de Lourdes Gómez Bulle es una mujer que frente a las costumbres dictaminadas por la sociedad del siglo pasado, intenta plasmar una visión personal y de beneficio que al parecer le conllevó a problemas maritales y personales a los que en este punto, ha logrado aceptar y vivir con gozo en su feminidad… o por lo menos eso es lo que se nos dice constantemente a través de sus palabras en off que a menudo varían de la biografía a pasajes poéticos, pero más allá de esto la función audiovisual no se encuentra sostenible. El principal problema de Tal vez María es que Uriel de Jesús Suárez Tavera no logra encontrar esa comunicación adecuada de María, su vida y obra, justificarla; por lo que se siente muy dispar el proyecto con una dependencia de escenas que refuerzan espacios pero no a su protagonista a la que irónicamente terminamos siempre viendo en la lejanía, incluso en aquellas escenas que claman su libertad sexual y desnudez literal y figurada dentro del proyecto.

El final de Tal vez María lo dice todo, con un intento de formular una conexión sentimental con la epónima protagonista a través de una toma en la que, el equipo hace que la mujer sostenga la mirada a la cámara para causar una especie de quebrantamiento de lágrimas que no deja de sentirse artificial.

NUBE PASAJERA (Anuar Sesin).

Nube Pasajera a primera instancia da la idea de que se trata de un cortometraje de animación, pero de inmediato uno percibe algo que este campo artístico por lo general trata de evitar: rigidez. Y si bien esto puede generar una decepción, lo que está presente es un cortometraje más cercano a la presentación de un títere, o quizás su referente más fuerte, sea que Nube Pasajera no busca fluidez entre sus personajes porque lo que está interpretando es un simil de libro pop up, y esto funciona bajo este sentido, porque lo que terminamos atestiguando son conceptos de una niña que, frente a la pandemia a la que sus limitaciones dentro de los espacios físicos y de interacción tradicional, la dejan a la deriva de su imaginación la cual trata de darle significancia desde hechos tan incrédulos como pelearse por papel de baño, a sutilezas como festejar eventos importantes con la familia a lo lejos, en quizás esos últimos momentos que tuvimos frente a algunos de estos, y qué mejor forma de interpretar esto que con un libro didáctico para entender las complejidades de nuestro mundo ahora mismo.

SEMBRADOR (Gerardo Hernández).

Gerardo Hernández toma como punto de partida las condiciones de los alimentos agrícolas de nuestro país; el uso de los químicos transnacionales que afectan a la tierra y que por ende, derivan en productos de una calidad ínfima. Asocia esto con un hombre que traza un tutorial de su quehacer en medio de entrevistas de personas involucradas con mercados independientes que apoyan a agricultores ecológicos, pero Hernández y su equipo carecen de una propuesta de cámara atractiva lo cual termina haciendo que Sembrador tenga una aproximación más cercana al material informativo televisivo que uno de índole cinematográfica.

QUEDARME AQUÍ (Estefanía Franco).

Material de índole educativa que muestra a integrantes de grupos feministas de la zona de Guanajuato y lo que han tenido que enfrentar con la pandemia, la cual a pesar de presentar una dinámica para las familias de resguardo en casa, no limita los conflictos hacia la mujer, los cuales de hecho han salido disparados en cuanto a abusos e incluso homicidios. Son entrevistas que arrojan datos duros y de vez en cuando Estefanía Franco utiliza los espacios públicos de Guanajuato para reforzar la idea del conflicto hacia el heteropatriarcado. Tiene un grave y variopinto problema de calidad de audio hacia los entrevistados.

NADAR EN EL AGUA (José Luis Isoard Arrubarrena).

Hay dos elementos detonantes dentro de Nadar en el agua de José Luis Isboa que se debaten entre evidencias una tanto escuetas como para generar ambiguedad que no le resultan convincentes: la primera es la muerte de un ser querido que a través de la televisión se nos da un indicativo, eso y también que la conversación que Jessica Villamil captura sea una de plano y contra plano en donde en el momento climático no perpetúa dicha modalidad. Quizás el más problemático se trate del segundo, porque el paso del tiempo no queda esclarecido y el rostro inconforme de Estephany Hernández nos sirve como principal anclaje visual en un supuesto viaje definitivo antes del cambio de las vidas del grupo de chicas, que tampoco es aprovechado al máximo en la puesta en escena. También es algo sorpresivo que frente al casi nulo desarrollo de personajes parezca que de pronto integrantes del grupo se suman sin que uno lo perciba a simple vista.

LA COLMENA (“Victor Jara” y “Jean Renoir“).

El más extenso de los documentales de la muestra de Guanajuato, y es uno que se formula a través del espectro del anonimato. Es a fin de cuentas irrebatible la causa… porque La colmena retrata la lucha presente a través de un grupo de alumnos que por primera vez hicieron temblar autoridades exponiendo su lejanía frente al pueblo en vista de los agudos atropellos inmorales e indecentes a varios de los miembros estudiantiles. Por ende el anonimato sirve para seguir permeando esta causa, para dar a notar la cronología del evento sin condicionar protagónicos, y también para defender a los colaboradores de posibles consecuencias de las que uno no quiere sospechar pero pues, son inevitables dentro de un evidente narcoestado inseguro.

Dicho esto La colmena tiene algunas extrañas decisiones. Si bien se presenta como un material que va a apoyar a la causa estudiantil, para los segmentos en donde aparecen las cabezas de poder institucional y gubernamental, al parecer al documental no le bastan las descripciones y evidencias de sus inactuares sino que recae en un cliché de mostrarlos con música fársica y efectos de sonido estrambóticos que demerita la seriedad del material. También es curioso que frente a un evento que fue capturado por cámaras a nivel nacional y como un ejemplo perfeto de manifestaciones y de organización nuclear este esté recubierto de un valioso material fotográfico… pero a la hora de presentar videoarchivo este aparezca minimizado haciéndolo casi imperceptible.

UN URÓBORO (Jaime Escobar).

El corto de Jaime Escobar es uno de índole experimental que relata la historia de un hombre que recibe un misterioso paquete que lo termina formulando como parte del esquema cíclico del que hace evidencia su título. Es presentado en sonido mono que acrecenta y deforma los sonidos cotidianos y le da un aire siniestro a sus espacios y enmascarados que de pronto aparecen a escena, posibles evocaciones de la inevitabilidad humana de su destino. Y a pesar de esto, de revelarse como un enigma que juega con los potenciales narrativos, Escobar termina revelando al final del proyecto la intención y significancia del título, acción algo reitereativa si se le prestó algo de atención a lo que se expuso.

LA PROMESA (Yaride Rizk).

Yaride Rizk logra crear un drama intrafamiliar potente, apoyado con principal fortaleza en su evocación nostálgica; por la producción -a través del trabajo de Alex Leos en el diseño de arte, Evelyn Robles en el vestuario y Jaqueline Acosta en el maquillaje y peinado- podemos intuir que se trata de una familia presente en la época de los noventa, en donde todavía la complejidad de manejar a una familia con la ausencia patriarcal, era tema tabú. Esto aunado a los problemas que Susana -una espectacular Sonia Franco– tiene en torno a su salud mental que restringe y deteriora la relación que tiene frente a sus hijas. Es desmoronante ver que pasen de momentos de suma felicidad a situaciones de abuso físico el cual entendemos, pero sabemos de antemano que conllevará a una mayor problemática, sobre todo por la falta de comunicación de esta frente a las tres niñas (las cuales no lo hacen tan mal, tienen un encanto y presuntuosidad cuando se dispone).

Quizás unas decisiones dentro de la planeación arruinan esta evocación nostálgica como la de ver un auto o teconología que no conecta con la intención de tiempo y espacio que su producción intenta, pero no son lo suficientemente distractores. Ojo aquí: hay potencial de expandir esta historia a largometraje Yaride.

PIEL CURTIDA (Fernanda Preciado).

Confuso proyecto de Fernanda Preciado; son 3 ciclos de baile a través de los espacios urbanos sin alguna narrativa convencional, más en el sentido de la generación de un videoclip musical de baile flash mob. En un principio la dinámica de los 3 segmentos dan a entender que son bailes que reevaluan el espacio, particularmente el primero en donde la dinámica de la danza dentro de una fábrica de calzado -con un uniforme un tanto similar al de los trabajadores- se entrelaza en el montaje con la creación de un zapato. Para el segundo ciclo de baile esta percepción se va perdiendo, porque también es que los bailes ocurren en un espacio distante de la población que no llega a interactuar con el grupo ni los realizadores -de hecho hay un momento en donde el baile se interrumpe con las chicas para dejar pasar a una persona dejado a tono fársico- y para el tercer ciclo, la canción del segundo no termina y es arriba de un techo, por lo que pierde valor de identidad.

VIVISECCIÓN (Adrián García).

Cortometraje experimental de Adrián García en donde un usuario de cámara captura el patio de su casa sin aparente rumbo, sólo para tirar el instrumento de grabación por accidente -en una secuencia donde la cámara no fue dañada- y a partir de entonces empieza una reflexión sobre la significancia del recuerdo, y del actuar de los materiales de archivo familiar que condicionan el acto de la memoria, muy a pesar de que esta prevalezca en el papel y el plástico, más no en la persona. Todo esto mientras una vivisección de la cámara dañada ocurre. Hay ciertos segmentos del proyecto que parecen no tener cabida como una animación que devora tiempo más que el ofrecer contenido de reflexión o asociación para la audiencia.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO