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martes, abril 23, 2024

Instrucciones para abrazar el aire

Instrucciones para abrazar el aire nos habla sobre todo, de fantasmas. Aquellos dolientes presentes en nuestras mentes y a los que tratamos de comprender respecto a su -y nuestra- eterna agonía. Es una obra de Arístides Vargas de contenido extremadamente doloso cuando uno investiga la historia detrás, y que tampoco es tan fácil de interpretar con sus giros bruscos de tono… aunque no por ello sea insatisfactoria.

La puesta en escena de esta ocasión es dirigida y producida por Andrea Rivera, quien le da la oportunidad a María Aranda y a Eduardo Ramírez de interpretar a 3 parejas. Un momento son una pareja de ancianos que tienen un dolor excesivo al no saber dónde se encuentra su nieta (en los momentos más dramáticos de la obra), en otra son dos cocineros maníacos que no cuestionan realmente el por qué están aquí ni el por qué la diferencia de mentalidades mientras se dedican a cocinar conejos al escabeche… y otros son una pareja de ciudadanos de pedantería moral, los cuales vigilan cada movimiento que los otros dos locos realizan en una mezcla de repugnancia y morbo eterno.

La belleza de Instrucciones para abrazar el aire es que las tres identidades de cada uno les permite tener un rango de interpretación que va desde lo exagerado y en donde uno no deja de reír, hasta en ocasiones en donde los dos parecen exhumar sus demonios internos para poder interpretar el sentido de la pérdida e injusticia que se asoman en la historia detrás de la obra.

Quizás en cierto momento de la obra esto puede llegar a ser un tanto confuso puesto que los cambios de personalidad se van dando con más frecuencia hacia el clímax y en donde los tonos de humor no se alteran en los tres matrimonios (es decir, que la envidia de los metiches, la exageración maniaca de los mata conejos y la agonía de los ancianos jamás cruzan caminos, o infectan uno dentro del otro, pero ¿Por qué debiera de pasar esto?), pero es algo que se entiende considerando los sucesos que están llevándose a cabo y que en el teatro, no existe el corte ni el montaje de un arte como el del cine, se exige un poco de paciencia y construcción también de parte de la audiencia.

Lo curioso es que Andrea considera los cambios en la puesta de escena y hace que sus actores tengan sus utensilios colgados en el escenario, además de una banca transformable para cada uno de los tres hogares, eso además de la escenografía simple de conejos de papel maché sobre periódicos -una pista- y un juego de luces intercaladas por las parejas la vuelven bastante efectiva frente a las limitantes de su espacio… porque también hay que destacar de que Instrucciones para abrazar el aire se encuentra presente en Corazón de León, un espacio nuevo -esta es su segunda puesta en escena- que anteriormente era un edificio de vivienda, y cuyo formato de teatro personal no es delimitado por la duración de la obra sino por la cantidad de personas que puedan estar presentes… y la elevación de la temperatura dentro del lugar.

Cosa que es bastante curiosa en esta ocasión, puesto que los actores, poco a poco van interpretando ahora sí que con lágrimas y sudor perceptibles, y en donde esta degradación natural por el espacio, va como anillo al dedo respecto a la representación.

Instrucciones para abrazar el aire se presenta por última vez este fin de semana el viernes y sábado con única función por día en Corazón de León

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