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jueves, abril 25, 2024

Priísmo a Ultranza: La genuflexión como divisa

Javier Marías, novelista exitoso, académico de la lengua, futbolero intenso, escribe desde hace más de veinte años una columna –en El País Semanal, suplemento dominical del prestigiado diario madrileño- en la que aborda los temas más variados que podamos imaginar y lo hace con mordacidad, ingenio, ocurrencia, mala uva como dicen en España o mala leche como decimos en México.

En muchos de estos artículos Marías se solaza narrando la cantidad de reproches, protestas, insultos que recibe de lectores indignados por sus comentarios y yo siempre pensé, ¿por qué los reclamos de los lectores le causan tanto placer al escritor? Bueno, reflexiono ahora, lo que en verdad proporciona tanta satisfacción tal vez no son los vituperios en sí, sino el alivio de imaginar que con sus ideas un escritor o columnista está en alguna medida irritando a genuflexos y aduladores profesionales.

Con motivo de mi primera colaboración en este medio hube de comprobarlo luego de que dos o tres amigos lo reprodujeron en sus cuentas de Facebook y en las que algunos conspicuos integrantes de las llamadas “bases” mostraron su irritación por mis comentarios sobre los sacrosantos iconos de la cultura priísta del momento: la CNC de Gerardo Sánchez, los Delegados como el Negro Santillán, la disciplina orgánica que creen merecer y otros más.

(Curioso término ese de “bases”. Algún día reflexionaremos sobre sus alcances y consecuencias. O sobre la dedicación con que lo acogió el PAN y que hoy lo utiliza casi con más descaro que sus propios inventores).

Porque los tiempos actuales –con el PRI en el umbral de la Presidencia de la República- han resucitado en los algunos militantes los vicios seculares de nuestra cultura (?) política. Los años de depresión y los de autocrítica han quedado atrás y hoy el viejo PRI cambia de piel y se prepara para el asalto final de la presidencia temporalmente tomada por Fox y Calderón.

El PRI llegará a Los Pinos en 2012 y lo hará con una nueva cultura política y con un relevo generacional que sin duda los mexicanos agradeceremos, pero lo hará también con algunos personajes tan antiguos y caducos como Nicéforo Guerrero o el Negro Santillán que se la pasan elogiándose mutuamente, o con columnistas dominicales de algunos diarios locales que anteponiendo su militancia a ultranza al sentido común, a la razón, o al simple ejercicio de la libertad personal, aceptan con abyección a la dirigencia priísta en turno, como antes aceptaron todas las decisiones que les han impuesto al amparo de esa entelequia de sometimiento llamada “disciplina partidaria”.

Elogian sin medida igual hoy a Moreira que ayer a Paredes, igual hoy a Gerardo Sánchez que ayer a Wintilo Vega.

Tales columnistas practicantes de la genuflexión como divisa para escalar posiciones pueden estar biológicamente en plena madurez o hasta juventud, pero en materia de prácticas políticas se encuentran inmersos en una avanzada senectud.

En Guanajuato políticos nuevos como Yulma Rocha, Sergio Santibáñez, José Arturo Sánchez Castellanos o Jorge Luis Martínez Nava deben enfrentar casi a diario los embates de personajes pertenecientes a la fauna más truculenta del priísmo guanajuatense.

Pero no se crea usted que lo que pasa en el PRI es lo más preocupante porque el PAN está mucho peor, con el agravante de que los vicios y malas maneras se magnifican porque –al menos en Guanajuato- lo hacen con el cajón del presupuesto abierto, mayor descaro y cubiertos por un aura de beatitud y bendiciones episcopales.

Ojalá que pronto, actores como el Negro Santillán, o Nicéforo, o la Fundación Pípila (con personajes salidos del Museo de Historia Natural de Nueva York) nos den una tregua en su activismo para poder adentrarnos un poco en los abusos de la élite gobernante y su manejo discrecional de los recursos públicos para la coptación política o peor aún, de los recursos propiedad de los trabajadores, como en el caso del ISSEG.

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