Ciudad de México (SinEmbargo).- Balas y chocolates se llama el trabajo reciente de Lila Downs, donde la artista oaxaqueña refrenda su amor por lo que llama la “Patria Madrina”, es decir, Latinoamérica.
El álbum contó con colaboraciones de importantes figuras de la música del continente, entre ellas el colombiano Juanes que participó en el sencillo de lanzamiento “La Patria Madrina” y Juan Gabriel, quien colaboró con una nueva versión de “La Farsante”.
Se trata del noveno disco de estudio de la intérprete y compositora, dedicado a la celebración del Día de Muertos, reflejando la manera en que los mexicanos conciben la partida del mundo terrenal con gracia, con alegría, con folclore y hasta con picardía.
Libertad, Tradición, Justicia, Igualdad, Amor, Pasión, Verdad, (así, con mayúsculas) son las ramas que conectan con la muerte, tema central de este álbum y que son retratadas magníficamente por Lila Downs, apoyada como dice en los ideales de Simón Bolívar, José Martí y Vicente Guerrero.
El concepto gráfico del disco es obra de Humberto Valdez, artista plástico originario de Zacatecas y fundador del taller de grabado y dibujo “La Imagen del Rinoceronte”, quien ilustra la portada y el video de “La Patria Madrina”, grabado con Juanes en el Ajusco.
Fe en Latinoamérica, compromiso social y político son el sello distinto de Downs, quien ha ido radicalizando sus posturas con el correr de tiempo, una circunstancia lógica en un país que se le ha dado por desangrarse.
Hay radicalización, sí, pero también esperanza. Una fe que Lila deposita en la cultura nativa, en los ritos de la tierra, en la educación y fundamentalmente en la unión de los pueblos latinoamericanos, principales destinatarios de su cantar profundo y virtuoso.
–¿Por qué a los mexicanos les cuesta tanto a veces sentirse latinoamericanos?
–Creo que porque no tenemos tantas referencias en la modernidad. Obviamente hemos tenido acercamientos en la historia, pero ahora no es parte de nuestra conciencia diaria. La cuestión del intercambio con Latinoamérica es más reciente, pero cuando vamos para el centro y el sur del continente, ahí nos damos cuenta de lo que somos y de lo mucho que podemos hacer juntos.

–Es una ruta de todos modos que has transitado muchas veces y desde hace bastante tiempo
–Sí, he tenido ese privilegio. Lo primero fue Guatemala y ahí se me abrió el mundo de Latinoamérica. He estado en el Cono Sur, para descubrir lo que es Uruguay, Chile. Argentina siempre ha estado cerca sobre todo por Mercedes Sosa, pero también por la música que oía hace muchos años de Fito Páez y tantos otros, una música que tanto amamos.
–Me imagino que ese descubrimiento en Guatemala te hizo aún más oaxaqueña…
–Claro, tiene también que ver con mi gusto por el textil indígena, el textil histórico de Latinoamérica, que me apasiona. Por eso hubo un acercamiento mas específico con algunos sitios y es mi motivación de mi acercamiento con las mujeres de ese “mundo intangible”, como lo llamamos en la antropología.
–Me llama la atención que también sean muchos artistas populares los que le dan la espalda a la “latinoamericanidad”
–Lo que pasa es que en México la música es muy especializada y eso hace que nos enfoquemos en la raíz nuestra, las tradiciones en México están muy latentes, están en su contemporaneidad, están vivas, aunque no se oigan tanto en la radio. Creo que esa conexión con Latinoamérica, de todos modos la tenemos muchos artistas mexicanos que hemos tenido la oportunidad de salir de nuestro país y cantar en otros escenarios del continente.
–¿Qué es Balas y chocolates?
–Me enriquecen mucho mis viajes por Latinoamérica y eso es un poco la esencia del disco. En Buenos Aires tuve la oportunidad de conocer a Soledad Pastorutti (cantante) y con ella aprendí varias cosas de la música del Cono Sur, del compromiso y la variedad del folclore, algo que agradezco mucho. Con argentinos que radican en México llevo una amistad de muchos años y hago intercambios musicales muy ricos. Hace falta sin duda hacer muchos proyectos más.
–¿Cómo te sientes frente al nuevo disco?
–Son emociones diferentes. Me siento contenta, celebratoria, triste, confundida y enojada. Me corresponde a mí traducir esos sentimientos al canto, a la reflexión, a la guerra introspectiva y física de mi ser como artista. Esas son las libertades que nos da el arte y que espero transmitir al público. Espero que la gente reciba también las preguntas que hago, porque somos seres humanos que vamos caminando como hormiguitas sin entender lo que pasa, es tan complejo todo. Lo que veo es que soy humilde ante la muerte, creo que no hay mayor lección que esa.
–No entendemos lo que pasa en México, pero sí entendemos que lo que nos pasa es muy malo
–Sí, hay cosas terribles, pero no es tan claro el porqué. Si nos fijamos en la historia, quizás entendemos por qué hemos llegado a este punto, pero eso no nos garantiza las respuestas. Como cantautora me corresponde cantarlo, decirlo, a través de la poesía, y estoy buscando como todos nosotros las respuestas. Lo que tengo muy claro es que al cantarlo en vivo la gente se conecta con estas emociones. Sufrimos, cantamos, bailamos juntos este camino doloroso. La música es una expresión maravillosa de los mexicanos en particular y de los latinoamericanos en general frente a la vida y también frente a la muerte.
–En una entrevista que te hicimos anteriormente hablamos de lo mucho que había significado para ti convertirte en madre, me imagino lo mucho que en ese sentido (además de todos los lógicos) te habrá pegado la masacre de los 43
–Sí, para mí fue tremendo. Por eso creo que la masacre de los 43 hay que separarla totalmente de la política, porque entre otras cosas cuando pienso en ese tema ni siquiera sé lo que quiere decir la palabra política. Se trata de la condición sagrada de la maternidad, con todas esas madres buscando a sus hijos sin encontrarlos, como La Llorona que permea nuestros subconsciente y con la que estamos conectados de diferentes formas.
–¿Vamos a salir de esto?
–Es una pregunta muy difícil que nos hace estremecernos. Tenemos que seguir diciendo que no lo vamos a olvidar tan fácilmente, aun cuando siempre pasen cosas nuevas que construyen cierta pasividad. No debe haber aceptación. Cantar para mí se ha convertido en algo necesario para no olvidar y para digerir poquito a poco lo que nos está pasando, que es tremendo. Mi conciencia y mi cabeza me dicen que no debo aceptar ni olvidar.

–¿Qué viene en lo inmediato?
–Una gira por los Estados Unidos, donde estaremos cantando sobre el ritual hermoso del chocolate, del cacao, hacia los muertos y haciéndonos la presunta de quiénes queremos ser como latinoamericanos. Espero que la música nos una y seamos aún más grandes como continente.
–¿Paul anda bien? (Su marido y productor artístico Paul Cohen fue diagnosticado hace dos años con una enfermedad muy seria del corazón)
–Sí, felizmente anda bien, tomando su medicamento, ya pasaron dos años de aquella terrible noticia. Ahí vamos…
–Juanes es un artista inmenso y una persona adorable…¿cómo te fue con él?
–¿Verdad? Es increíble. Tuve el privilegio de conocerlo hace un par de años y hace mucho que le traía ganitas. Le mandé el tema, le conté la idea del video, le encantó y lo bueno es que pudo venir a México a grabar en El Peñón de las Águilas, en el Ajusco.
–Pobre, lo habrás hecho pasar frío
–(risas) ¡Sí, muchísimo!, estaba temblando, pero afortunadamente había mezcal.