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viernes, abril 19, 2024

Los dientes guardan el mejor secreto de los dinosaurios

Los dientes guardaron el secreto hasta ahora, mediante el estudio de restos dentarios de dinosaurios, un grupo de científicos pudo determinar con exactitud la temperatura corporal de estas especies desaparecidas hace 145 millones de años.
Según la investigación del Instituto Tecnológico de California (CalTech),  los animales prehistóricos tenían casi la misma temperatura que los mamíferos de hoy, independientemente de su tamaño.
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El gigantesco braquiosaurio, que se estima rondaba las 40 toneladas, medía en el termómetro 38,2 grados Celsius, mientras que el camarasaurio, de 18 toneladas, registraba 2,5 grados menos, ambas muy cercanas a la temperatura promedio de los seres humanos, que es de 37 grados.
“Es como ponerle el termómetro a especies que se extinguieron hace millones de años, algo que no se había logrado antes”, le dijo el científico John Eiler, geólogo y geoquímico de CalTech y uno de los autores del estudio.
Para lograr los resultados, el equipo de expertos se concentró en el estudio del esmalte externo de dientes fosilizados, mejor preservado que el interior de las piezas, correspondientes a saurópodos, los herbívoros reyes del período Jurásico.
En total, usaron once dientes encontrados en Tanzania y Estados Unidos, pertenecientes a los dinosaurios de cola y cuello largos, los Brachiosaurus brancai y los Camarasaurus.
Se basaron en un principio químico: que los isótopos -como se denomina a los átomos de un mismo elemento pero con diferente cantidad de neutrones y, por tanto, distinto peso- tienden a aglutinarse con otros isótopos de similar peso y que la fuerza de esos vínculos ente ellos varía según la temperatura a la que se hayan unido.
“Lo cierto es que aún no sabemos con certeza, no podemos afirmar si eran de sangre caliente o bien de sangre fría pero capaces de mantener temperatura estable por su volumen”
John Eiler, CalTech
“Ese clumping, como se llama al proceso de agrupamiento, es más fuerte a temperaturas bajas y luego, a medida que aumenta la temperatura, los isótopos tienen a diseminarse dentro de la molécula o las estructuras que los contienen. Esto da origen a una suerte de termómetro, que se puede reconstruir para saber a qué temperatura se formó la molécula”, explicó el científico.
Estudiando los isótopos de carbono y oxígeno del esmalte dental -más exactamente, de la bioapatita, un mineral que se encuentra en huesos y dientes-, los científicos llegaron a cifras precisas.
“No hay muchas predicciones previas sobre la temperatura”, dijo Eiler.
“Estudios anteriores hicieron estimaciones basándose en la morfología y la actividad de las distintas especies. En otras palabras, infirieron valores de manera indirecta: mirando el tamaño de los huesos o estimando la velocidad a la que crecieron, y si crecieron rápido podemos inferir que tenían metabolismo acelerado como los mamíferos o las aves. Es bueno como inferencia, pero no permite predecir números exactos como los nuestros”.
¿Fríos o calientes?
Los descubrimientos, sin embargo, no resultan suficientes para zanjar un debate de larga data: ¿fueron los dinosaurios animales de sangre caliente o fría?
Los primeros, como los mamíferos actuales, son capaces de autorregular la temperatura de sus cuerpos y mantenerla constante, mientras que los segundos, como los reptiles, requieren fuentes externas de calor para mantener su metabolismo y poder desarrollar cualquier actividad o movimiento.
Hasta la década de los años 60, la teoría más aceptada era esta última: que los gigantescos animales se movían con esfuerzo y lentitud porque requerían de calor acumulado, que perdían por las noches o durante los inviernos.
Actualmente, los científicos se inclinan por pensar que los dinosaurios tenían sangre caliente.
Sin embargo, visiones más modernas se inclinan por pensar que fueron de sangre caliente, basándose en evidencias de la anatomía, el hábitat y la conducta de estos dinosaurios que habitaron la Tierra hace 145 millones de años.
“Nuestros datos indicarían que su temperatura corporal era claramentemás elevada y estable que la del ambiente. Pero eso no quiere decir que tuvieran un metabolismo acelerado como el de las aves, sino que podían mantenerse calientes porque eran muy grandes y hay una relación directa entre metabolismo y tamaño anatómico”, afirmó el geoquímico.
Así, una gran masa corporal mantiene con mayor facilidad una temperatura constante. Según detalló el científico, hace falta que la masa haya sido superior a la superficie del cuerpo –el braquiosaurio, por ejemplo, medía 23 metros y pesaba 40 toneladas- para que estos animales hayan podido mantener la temperatura constante.
“Lo cierto es que aún no sabemos con certeza, no podemos afirmar si eran de sangre caliente o bien de sangre fría pero capaces de mantener temperatura estable por su volumen”, recalcó el autor de la investigación.
Los científicos se proponen ahora estudiar a dinosaurios de menor tamaño, para aportar al debate de cómo era la sangre de los gigantes que poblaron el planeta y aún son, en gran medida, un misterio.

Con información de BBC

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