Está comprobado que los padres son el primer modelo que influencia a los jóvenes y si este modelo a seguir pierde el control en el consumo del alcohol, es probable que el hijo tarde o temprano, lo pierda también.
Los hijos de padres que suelen emborracharse presentan dos veces más probabilidades de imitar esta conducta negativa que conlleva serios perjuicios.
Así lo revela un estudio realizado en Inglaterra, en niños de 13 a 16 años, que muestra cómo aquellos que han visto a sus padres ebrios o “pasados de copas” en alguna ocasión, tienen el doble de posibilidades de ser bebedores problemáticos en el futuro. De hecho, el 54% de los chicos encuestados que reconoció consumir alcohol y haber visto el ejemplo en casa, dijo haber estado borracho más de una vez en el año, cifra que subió a un 79% entre los 15 y 16 años.
Como conclusión del estudio, se determinó que el ejemplo en casa es fundamental. Si un padre desconoce dónde se encuentra su hijo en la noche le permite ver películas para adultos sin su supervisión y consume alcohol frente a sus hijos antes de los 18 años, entonces el joven se vuelve más propenso a beber.
Es claro que los hábitos de los padres son particularmente poderosos, tanto lo que dicen como la forma en que se comportan tienen un fuerte impacto en el consumo de alcohol de los adolescentes, la regularidad y la cantidad que beben. Entonces, si los padres no se ven a sí mismos como factor regulador del consumo y como medio de información, es casi imposible que un hijo de padres que beben no consuma alcohol.
