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sábado, mayo 3, 2025

Mickey 17 (2025)

La tan ansiada película de Bong Joon-Ho tras haber filmado Parásitos es un revoltijo de ideas de fantasía liberal de cajón mediocres que sólo se sostienen por Robert Pattinson: es hasta el momento su peor proyecto.

Es increíble y por no decir aterrador, lo rápido que pasa el tiempo, porque si nos ponemos estrictos, la ocasión en la que Bong Joon-Ho dirigió Parásitos fue apenas la década pasada y desde entonces se ha encontrado en un letargo bastante extenso.

Con Parásitos Bong Joon-Ho entregaba una carta definitiva sobre las ramificaciones de la clase social alta y del cómo las aspiraciones de comodidad no son un sueño inspirado, sino objetivos de los cuales uno estaría dispuesto a dar todo, ante la constante indiferencia de aquellos que nos ven desde arriba, cuál juego cruel y tirano que no pueden comprender. Parásitos no ocultaba la percepción libertaria de Joon-Ho y para cuando esta se estrena durante el 2019, sirvió para acomodarse a las afinidades de un liberalismo suave que tanto define a Hollywood. No con ello quiere decir que Parásitos mereciera el reconocimiento que obtuvo a lo largo de su corrida comercial y en festivales -todo lo contrario- pero sí comprender que a las cabecillas de opinión que conforman un espacio demócrata dentro de la representación política de Estados Unidos esto fue la herramienta perfecta para la bofetada de guante blanco que le darían a Donald Trump durante su primer ejercicio presidencial.

Trump: un monstruo xenofóbico que considera la meca de la industria fílmica como un punto de deterioro de las raíces conservadoras y americanas no vería con gusto el que Parásito se terminara ganando el premio a la mejor película del año entre las percepciones gringas bastante miopes si somos honestos, con una ceremonia en donde los votantes no ven todas las películas y en donde el discurso de Joon-Ho que abogaba por una mayor apertura cultural y de riqueza fílmica con los americanos si estos se dieran la oportunidad de ver películas subtituladas como que nunca les llegó al cerebro si apreciamos la ironía de que los estudios americanos estaban preparando hasta el año pasado un remake de la película ganadora, para suplir esa falta de curiosidad en audiencias que ellos mismos han procesado.

Pero con Parásitos ganando el apoyo de casi todo mundo, Bong Joon-Ho termina ganando también una rareza en estos tiempos: la oportunidad de filmar con carta blanca para los estudios americanos el problema yace en que Mickey 17 a pesar de no estar tan alejado del tiempo desde su anuncio hasta hoy, se siente extremadamente avejentada… no sólo su estreno y producción se complica frente a la pandemia, también hay ahora una constante pelea entre el estudio y el director para aplazar la película y finalmente darle un estreno en temporada baja del primer trimestre, la temporada en donde suele estrenarse por compromiso corporativo proyectos incómodos, lo cual para mi sorpresa, creo que logro entender por primera vez en mucho tiempo un estudio que ve una película y considera que su mensaje resulta hueco.

Mickey 17 en el peor de los casos es otro acto masturbatorio liberal sin un compromiso de verdadero cambio o de una idea radical. Es un juicio bastante severo pero la realidad es que el mundo no es precisamente uno que apunta a una mirada positiva respecto al ridículo del fascismo, y sobre todo de cómo la etapa de Trump fuera sólo una incomodidad dentro de las páginas de libros de historia y que los comediantes de late nights hicieran su pan de cada día. Donald Trump vuelve a ganar elecciones y con ello una campaña mucho más agresiva de su visión ahora en un empoderamiento cuasi divino apoyado por sectores conservadores… y por el lado liberal y demócrata estos terminan haciendo actos ridículos similares a un paquete de inicio de un adolescente que se adentra en el mundo político: acciones que realmente son de imagen y de un vacío potente en frente de las vísceras de un peligro totalitario que nunca esperaron como amenaza, porque estaban tan ciegos en su idealización perfecta.

Mickey 17 es eso, es una metáfora plana de Donald Trump y de su campaña por llevar a un extremo estúpido del fin de los tiempos a su nación -y de entre las patas al mundo- que por más que se intente discernir este punto como uno que alude al totalitarismo y condición política mundial, es imposible de sostener cuando tienes frente a ti y la mayor parte del tiempo a Mark Ruffalo -y en consecuencia a Tony Collette con un constante chiste de salsas tan insípidas como la génesis del mismo- haciendo una caricatura de Donald Trump en manerismos, en atavío, en su gesticulación vocal y en su cadencia que parece la ensoñación de un sketch de Saturday Night Live… de nuevo: acciones incompetentes liberales que no logran comprender la magnitud de la escala de la amenaza por tomarlo en un aspecto simplón que de seguro para Ruffalo y los involucrados están siendo acciones de valentía en frente de la bestialidad trumpiana pensando en esto como el papel de su carrera, lo cual es excesivo… porque su personaje aparece de manera constante, atropellando incluso la construcción de otros miles de cabos sueltos que la película no logra construir de forma apropiada o con la suficiente integridad novedosa como para no pensar que lo que estamos viendo ha sido mejor representado en otras películas.

Bong Joon-Ho es principalmente el culpable de esto a la hora de adaptar Mickey 7 de Edward Ashton en donde tan sólo en la decisión de ampliar el número de clones a más de 10 es una pretensión maximizada que la termina volviendo hueca. Joon-Ho trata de construir temas sobre la identidad, la decadencia ética de las investigaciones científicas, la corrupción que se establece desde la cabeza hasta el trabajador más ínfimo… temas totalmente cercanos a constructos gilliamnezcos pero totalmente excesivos y carentes de un apego emocional que tampoco parecen decir mucho más allá de la proposición inicial por no tener una evolución que se permita plantear atisbos grises en sus temas. Sorprende ver que Joon-Ho quien precisamente planteó esa eficacia en sus películas más terrenales como Memorias de un asesino (2003) o la propia Parásitos a la hora de aproximarse a los terrenos distópicos -con está siendo su tercer intento- plasme ideas tan plásticas y tediosas.

Esto es curioso, porque la disparidad de tonos de la película y de Ruffalo/Collete se sienten inconexas si tomamos en cuenta que el mejor valor positivo en Mickey 17 se encuentra en el compromiso de Robert Patinson. De cómo construye dos personajes totalmente desconcertantes pero efectivos en un humor bastante negro a través de sus Mickey’s con el base entendiendo la fútil idea de morir porque no llega a nada y al que de entre todas las posibles voces le ofrece una que parece emular a Steve Buscemi tan extraña pero encantadora… que los primeros minutos en donde parece depender de una voz en off intrusiva como la de Harrison Ford en Blade Runner (Ridley Scott, 1982) termina siendo una idea que compras, que al final de cuentas también eso es destacable dentro de Pattinson para sus personajes a los que les encuentra identidad en su tono no sólo de cuerpo sino de expresión, haciendo que sea uno de estos actores modernos que realmente se demandan una vacilación mucho más difícil que la de vivir en la seguridad de ser el mismo en cada película.

Esto termina ejecutándose de manera bastante hilarante con Mickey 18, la respuesta agresiva al Donny en alma del 17, porque este Mickey es uno sediento de violencia, con un tono y expresiones de cuerpo que le retuercen una mueca similar a las que haría Ren el chihuaha de Nickelodeon y a quien vemos castigar constantemente en daños físicos a un ya de por sí sufrido 17. Una construcción dentro de los parámetros del guignol a decir verdad encantadora a la que también no se le puede negar tener un nivel de calidad visual que otras películas del estudio y modernas envidiarían, fuera por el diseño de producción de Fiona Crombie que tiene encapsulados a sus protagonistas en espacios inhumanos en los que deben subsistir y trabajar como colmena, irónicamente volviéndose un espejo de las criaturas de Jang Hee-Chul que generan una reacción bilateral de asco y ternura…  desgraciadamente no son suficientes para lograr evadir el foco de atención a otros temas o construcciones que Mickey 17 plantea y que la vuelven frustrante.

Por supuesto que tener fe y esperanza en un mejor mañana y en el panorama de tu entorno es necesario… pero si las acciones de aquellos que suponen un cambio resultan igual de ridículas que aquellos que les aquejan y no esperan recibir un miramiento más crítico y pesimista del asunto, y si Mickey 17 por desgracia va a ser -esperemos que no- el producto abanderado de esa oposición que no existe y no hace algo más fuerte para detener el progreso de lo aberrante, es una película de oídos necios.

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