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martes, abril 23, 2024

Morir con las botas puestas

Menos lecturas de lo que parece a nivel local, la elección interna en el PAN estatal del pasado sábado sí tiene en cambio una buena lectura nacional de cara al proceso de 2012 y al acomodo paulatino de las fichas en torno a él, por parte de las corrientes panistas.
En efecto, mientras que en Guanajuato lo que hubo es solo un jaloneo entre amigos más o menos del mismo bando que arrojó resultados que no son ni novedosos ni espectaculares sino que más bien se inscriben en las viejas historias del traspaso anticipado del poder; a nivel nacional las consecuencias de este deslizamiento se advierten mucho más interesantes.
En una primera y simple impresión, los simpatizantes del Secretario de Educación Alonso Lujambio en la carrera interna panista, encabezados por Fernando Torres Graciano, obtuvieron una sonada victoria sobre los de Ernesto Cordero que en Guanajuato comanda Juan Manuel Oliva.
Pero en un segundo análisis descubriremos que mientras del lado de los vencedores la diferencia está en algunas consolidaciones importantes –la candidatura de Miguel Márquez al gobierno del estado, la de Fernando Torres al Senado- en el lado de quienes perdieron, su alineamiento equivocado les puede significar una derrota anticipada en su carrera por los repartos futuros, como en el caso de la diputación soñada por el Senador Luis Alberto Villarreal y sustentada en los ahora inútiles siete votos de sus amigos en el Consejo y ofertados al gobernador Oliva a cambio de oxígeno (como en los casinos).
Caso aparte el del propio Juan Manuel Oliva quien sufrió innecesariamente una derrota de proporciones que solo puede explicarse en las historias mil veces repetidas de extinción del poder, crisis de autoridad, intento de recuperación de liderazgos perdidos y que muchos años atrás se creía eran propiedad exclusiva de los gobernantes priístas y que hoy, con panistas ocupando muchos espacios del gobierno -el más importante del país incluso- todo mundo nos hemos dado cuenta que son procesos producidos por la condición humana, más que por las ideologías o las prácticas cotidianas.
Al haberse mostrado el gobernador Oliva ante sus compañeros a nivel nacional como un operador derrotado, es posible que más de un precandidato a la presidencia de la República esté cavilando si después de todo vale la pena ponerse en sus manos y si de veras su fama de operador estrella (el Ulises Ruiz del PAN, le decían los priístas) se sustenta en algo tangible o es solo una leyenda más, de las tantas que día a día se forjan en este espectáculo nacional de folklore que es la política mexicana.

Final del juego…

Independientemente de la justicia o no de sus reclamos, no deja de causar pasmo que el apostol de los pataleos panistas a la inacción de Francisco Rojas, coordinador priísta en la Cámara de Diputados, para avanzar en las reformas política, laboral y de seguridad, sea el más antidemocrático, autoritario y mayoriteador profesional coordinador que ha existido en la historia de la Cámara local, Gerardo de los Cobos.
Bajo su presidencia de la Junta de Gobierno en la LX Legislatura se impidieron todos los intentos de reforma de las estructuras jurídicas del Estado posibles, manteniendo al Congreso entretenido en una diarrea legislativa de temas superficiales y anodinos, postergando hasta el infinito las reformas de fondo.
Ese personaje es hoy el paladín de la apertura legislativa.

(Blog “Conservación de los Recuerdos” http://arodriguezleyaristi.com/ )

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