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martes, abril 29, 2025

Polvos, humos y colores: León bailó al ritmo del Holi Dance Festival

León, Gto. Según la tradición indú, el festival del Holi es una celebración de primavera y de amor. Una noche antes (con luna llena), se habrían encendido hogueras para ahuyentar a los malos espíritus y para celebrar la victoria del bien sobre el mal. Al día siguiente, las personas se liberan de los errores del pasado a puños de polvos de colores, que cada año tapizan calles y gente: familiares, amigos y extraños, en India, Bangladesh y prácticamente en cualquier parte donde haya una comunidad indú.

Foto: Martha Silva
Foto: Martha Silva

Pero en la ciudad donde la vida no vale nada no hacen falta devotos del dios Krishna: miles de jóvenes (más de seis mil, según los organizadores) se reunieron desde la tarde del sábado en el Club Empress, al sur de León, para bailar bajo nubes de polvo multicolor al ritmo de las tornamesas de ARTY, Jack Novak, Jessica Audiffred, KEPLER, NTCRCKRS, Wild Wild Boyz y Bassboys.

Desde la llegada se sentía la emoción: la gente en la fila agitaba su boleto, texteaba buscando a sus amigos, las chicas daban los últimos toques a su corona de flores (artificiales), listas para recibir las bolsitas de polvo que harían de esta fiesta algo inolvidable. Un festival de color.

Al arribar al lugar, donde ya los primeros DJs inyectaban una dosis de techno al ambiente, los asistentes decidían entre dos opciones: la zona de menores o de mayores de 18 años. Sin embargo, a lo que los asistentes habían ido: música+color, no tuvo fronteras.

Conforme llegaba más público y comenzaba a caer la tarde, el sol dio tregua para la chaviza (adolescente, veinteañera, treintañera… aunque poco chavorruco) se amontonó frente al escenario. Y entonces la lluvia multicolor llegó con todo su esplendor: los brazos se agitaban con ritmo en el aire, mientras las palmas se abrían y dejaban caer el morado, el rosa fosforescente, un verde, un naranja que teñía toda la cabellera de aquella chica, sobre un mar de camisetas blancas que perdían blancura para ganar color.

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El Holi en todo su esplendor.

Había poco espacio para pensar, pues la mayoría estaban ahí para disfrutar de los placeres de la vida: buena compañía, buena música, buena bebida… y sí, también buena hierba.

Pasaron las horas y la noche cayó. Los beats continuaban, mientras afuera, en la zona de comida, muchos reponían fuerzas gracias a un hot dog, un elote, un vaso de agua de sabor. Para la cerveza, había que entrar a la zona de +18. No importa: en el paquete (que incluye frituras) incluye la soda light. Por desgracia la basura se acumulaba en el verde pasto. Sólo había un único tambo para toda basura…

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Cayó la noche. Ya comenzaba a sentirse el cansancio. Muchos eligieron la rueda de la fortuna para tomar aire. Otros se sentaron en el césped y veían pasar los aviones, que aterrizarían en el cercano aeropuerto. ¿Qué vería la gente de ese avión conforme se acercaba a tierra? ¿Alcanzaba a apreciar el juego de luces que pulsaban al ritmo de las mezclas entre cumbia y reggaetón?

Poco a poco, la gente va abandonando el lugar. Adolescentes sobre todo, se apresuran a la salida para llegar a la hora pactada con papá. Unos cuantos, los mayores, los más libres, quedan hasta el final. Los últimos beats son solo suyos.

El viento nocturno hace girar las bolsitas de colores, ya vacías, pero testigos de una festividad que a muchos elevó hasta el cielo, mucho más allá del azul.

Martha Silva Moreno
Martha Silva Moreno
Editora y reportera en Zona Franca. Correo electrónico: marthasilva@zonafranca.mx Twitter: @marthax

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