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viernes, abril 26, 2024

¿Por qué las dietas no funcionan? La culpa es del cerebro egoísta

“El problema no es el estrés en sí mismo, sino la adaptación al estrés crónico y psicológico”, explica el científico cerebral y del estrés Achim Peters. Dependiendo del tipo de estrés las personas engordan, adelgazan o/se vuelven depresivas.

Achim Peters escribió un libro sobre la teoría del llamado cerebro egoísta. Una teoría basada en el estudio de más de 10,000 estudios durante varios años. El concepto del “selfish brain” ya es internacionalmente conocido. Y podría explicar por qué nuestra cabeza sabotea las dietas y lucha contra el propio cuerpo.

Lo principal en este conflicto es el suministro de energía. El cerebro domina todo el cuerpo para cumplir su necesidad. Estudiosos que analizan la conducta humana después de una hambruna, muestran que el peso del cerebro de una persona que ha bajado de peso hasta los huesos no diminuye. Lo más importante para el cerebro es la glucosa. Aunque nuestro cerebro sólo representa un dos por ciento del peso de nuestro cuerpo, necesita la mitad de nuestro consumo de azúcares por día. En situaciones de estrés aún hasta un 90 por ciento.

Este privilegio tiene mucho sentido, si se piensa en el pasado evolutivo del hombre. Cuando se presentaba un peligro, debía ser posible reaccionar rápidamente con toda concentración. Quien fuera demasiado lento, acababa convirtiéndose en la presa de un tigre o tenía que rendirse frente a los enemigos.

El mecanismo está profundamente arraigado en el ser humano que empieza a funcionar en una situación de estrés. Una situación en la cual las hormonas y el sistema nervioso desatan los síntomas típicos como taquicardia, temblores y sudores que resultan de un desvío de la energía al cerebro.

El sistema de estrés provoca una concentración más grande del azúcar en la sangre, porque interrumpe la producción de la insulina. Esta hormona es necesaria para los músculos y el tejido adiposo para poder absorber la glucosa. Cuando el cerebro les quita la insulina, tiene más glucosa para si.

Lo que hubiera podido salvar al hombre de las cavernas en peligro, es hoy un problema para nosotros en tiempos de estrés continuo. El cuerpo se mantiene en contínua alarma, aunque debiera quedarse quieto. En tiempos de exámenes, trabajos concentrados delante de la computadora o una película emocionante en el cine, la adrenalina corre por nuestra sangre. Nuestro sistema de estrés todavía funciona igual como en la era que el Hombre era cazador. Hoy, en tiempos modernos, no necesitamos esa energía, el sistema pierde su equilibrio.

La mayoría, más o menos el 80 por ciento, sufre de este problema. Hay dos grupos diferentes: el tipo A que trabaja mejor con estrés. Su cerebro trabaja con más energía. Este tipo come menos y pierde peso. El tipo B, trabaja más tranquilo, pareciendo un poco tenaz.

Cuando el mecanismo se utiliza demasiadas veces, para de funcionar sin problemas. Las sustancias que estabilizan el organismo humano reducen las señales del estrés, así que la producción de la insulina no se frena eficientemente. El cerebro no se siente suficientemente alimentado y pide comida. El azúcar en la sangre aumenta, el tejido adiposo aprovecha y el peso sube.

¿Entonces la gente delgada del tipo A tiene más suerte que los otros? No, ellos tienen problemas para aceptar derrotas y un gran riesgo de caer en depresiones. Quien tiene mucho estrés, si se deprimen, engordan.

El tirano cerebral reclama todo el azúcar. Si la persona que hace la dieta no para, se pone inquieta, duerme mal, está de mal humor. Pero su cerebro, ansioso de glucosa, no le deja en paz. El resultado son ataques de hambre. Es muy difícil romper este círculo vicioso. Así, ninguna dieta funciona.

El cerebro no se deja engañar por el azúcar sintético. Y tampoco por disminuciones del estómago. Estudios muestran muchos suicidios y accidentes con los pacientes. Está cada vez más claro que una reducción de calorías tiene un impacto negativo en la constitución psicológica.

El investigador recomienda a los obesos poner sus sentimientos en el centro de la terapia como estrategia. Cuando el sistema de estrés está regulado, el peso se disminuye sin problemas. Especialmente problemas difíciles como en el colegio o trabajo, en la familia o entre colegas, o también la soledad, cuentan como factores.

Con información de DW

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