Primero se sostuvo que el asalto al Museo de Antigüedades Egipcias el pasado 28 de enero había sido desordenado y sin la búsqueda específica sobre algunas obras, sin embargo, en el nuevo inventario, se ha dado a conocer que objetos de gran valor fueron sustraídos. Entre ellos dos estatuas de madera dorada del ajuar de Tutankamón y algunas piezas del período de Amarna -el del faraón Akenatón-, incluida la cabeza de una princesa en arenisca, una estatua en caliza del propio rey hereje portando una bandeja de ofrendas y otra de la reina Nefertiti y otra más de un escriba.
El ministro de Estado para Asuntos de Antigüedades, el arqueólogo Zahi Hawass, deberá aclarar por qué hasta varios días después da cuenta de estas ausencias de enorme valor histórico y económico. Las salas de Tutankamón y las de Amarna están entre las primeras que cualquiera supervisaría tras un asalto.
A la par de la investigación sobre los hechos, hay demandas porque se investigue al propio Hawass, pues activistas afirman que durante años ha tenido control sobre los principales tesoros de Egipto “sin tener que rendir cuentas”.
