Barcelona, España (SinEmbargo).- Con micrófono en mano, en la media cancha de un césped lleno de confeti, Eric Abidal camina con sus dos pequeñas hijas y alza la cabeza mirando la parte alta del Camp Nou repleto que corea su nombre. “Abidal”, grita el francés agitando el brazo al ver su cara y nombre en la pantalla del estadio. La afición estalla en carcajadas mientras Pep Guardiola, a un costado, lo mira sonriente. Es la celebración del título de liga 2009-2010 para un Barcelona que seguía marcando el ritmo del futbol mundial.
Eric Abidal tenía 27 años cuando llegó a Barcelona procedente del Lyon. Sus capacidades en defensa y su entrega diaria lo llevaron a ser pieza clave de la mejor era del Club catalán que comandó Pep Guardiola. Su presencia traspasó la frontera del terreno de juego instalándose en el cariño de los cules por su gran carisma que lo hacian lucir humilde en medio de tanto lujo que el considerado mejor equipo del mundo atraía.
El francés jugaba y aportaba gran solidez defensiva a un equipo que anotaba goles a destajo. El 15 de marzo de 2011, las portadas deportivas del mundo tenían en la portada a Eric Abidal. Un parte médico había detectado un tumor en el hígado. En 2010, una lesión en la pierna izquierda dejó fuera al galo gran parte de la temporada. Ahora, la noticia sobre el tumor paralizaba a Barcelona entera. La vida del jugador más carismático del Club estaba en peligro.
Dos meses de rumores e informes pasaron mientras Eric no perdía la sonrisa. En mayo, Abidal ingresó los minutos finales frente al Mallorca previo a la final de la Champions. La ovación de aquel día fue memorable. El defensa francés volvía a tocar una pelota con la camiseta blaugrana 13 meses después de parar. El estadio se caía. El Barcelona derrotó al Manchester United en la final de Wembley. Luego de subir al palco para recibir la Copa, Carles Puyol dejó el brazalete de capitán a Eric que fue el primero en alzar la Orejona.
Desde aquellos días, las especulaciones sobre el futuro del futbolista comenzaron a llenar las columnas de opinión deportivas. En su momento, Guardiola paro tajante todo rumor que apuntaba a que el Club dejaría ir al futbolista. Abidal continuó en el primer equipo con apariciones paulatinas siempre recibiendo el cariño de la gente y de sus compañeros.
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A la historia de Abidal se unió la de Tito Vilanova. El director técnico catalán fue diagnosticado con cáncer en la glándula parótida lo que ha provocado que se haya perdido muchos partidos entre 2011 y 2012. El Club ha dedicado sus logros deportivos a los dos miembros del equipo. La mística barcelonista se impregnó de aires solidarios para las dos historias de lucha. En la dirigencia siempre mostraron interés de que el futbolista continuara, pero las promesas en el mundo del futbol necesitan una firma estampada en un contrato.
El 30 de mayo de 2013 pasará a la historia como el día en que el FC Barcelona dejó un lado sus principios de valores. “Me hubiera gustado seguir en el Barça, pero el Club lo ve diferente y es una decisión que tengo que respetar”, declaró llorando Abidal en una conferencia de prensa con el presidente del Club, Sandro Rosell, a su lado. Apenas en diciembre pasado, el club había dejado claro que el francés sería renovado. “Fue difícil decirle que no a Abidal”, expresó Rosell.
El defensa internacional francés ha calculado que a su carrera le quedan dos años más. “Jugar en el Barcelona ha sido la experiencia más maravillosa de mi vida”, dijo entre el llanto y la voz cortada. Ayer, las redes sociales se llenaron de críticas hacia la postura del Club. Los valores que resaltan cada vez que tienen oportunidad abandonaron a un futbolista que pedía seguir en una ciudad que lo adoptó como hijo propio.
Este fin de semana, Abidal tendrá la oportunidad de jugar su último partido con la playera cule, “si el mister me pone”, dijo el francés tirándole la pelotita a Vilanova. Al terminar la conferencia, Eric recorrió y abrazó uno a uno a sus compañeros en medio de aplausos. Seis años defendiendo al Club en medio de una lucha encarnecida por su vida acabó ayer por la puerta trasera de la sala de prensa del Barcelona. Aquella noche con el micrófono le pidió a su mujer en público que llevara un par de chamarras para sus hijas que tenían frio, el estadio carcajeó como nunca más lo volverá a hacer.
