Mover esos 300 músculos, al mismo tiempo, no suele representar dificultad alguna para muchos seres humanos; sin embargo, hoy es casi imposible en Oswaldo Vizcarrondo.
Al central venezolano le cuesta sonreír, esa expresión tan natural en las personas. Carece de motivos. Sus primeras semanas en el América no han sido como las imaginó.
Acepta la decisión de ser suplente, aunque confiesa su necesidad de estar dentro del campo.
“Me encuentro tranquilo. Sé que estoy trabajando muy bien”, atina a decir. “Evidentemente, las decisiones siempre pasan por un director técnico y tengo que respetarlas”.
“Es normal que uno no las comparta, pero trabajo día a día para estar en el 11 inicial”.
Apenas suma 38 minutos con las Águilas. Los jugó la semana pasada, contra los Estudiantes Tecos.
La intranquilidad que refleja ya provocó algunas charlas con Miguel Herrera, a quien respalda el invicto (un triunfo y dos igualadas) que mañana por la noche expondrá en San Luis Potosí.
El “Piojo” le ha solicitado paciencia y Oswaldo no tiene de otra. Los resultados se han dado sin él en la cancha, por lo que no ha cuestionado directamente su suplencia.
“Creo que sería injusto. Uno no pregunta el por qué cuando juega, y no debería hacerlo cuando no”, ataja. “Sí hemos tenido charlas, él trata de mostrarme que no me desespere, pero mi situación de jugador de selección me obliga a tener minutos y estoy teniendo pocos”.
“Hay una preocupación, pero sé que en cualquier momento voy a estar entre los 11 y no lo soltaré”.
Sueño que podría transformarse en utopía si los azulcrema siguen con buen funcionamiento. Pese a que sólo han ganado un juego en el Clausura 2012, su timonel repite lo complacido que está con la expresión estética y da a entender que no planea mover la alineación.
“Es normal [la inquietud]. Quiere jugar”, concede Herrera. “Está trabajando muy bien, pero ya hablamos con él para que no haya desesperación… Con todo el grupo, porque también veo muy bien a [Matías] Vuoso, a Chema [Cárdenas], pero —si el equipo está sacando resultados— hay que esperar su momento”.
Vizcarrondo intenta hallar respuesta a la pregunta y considera que reportar, cuando la pretemporada había terminado, le afectó.
“Eso es claro. [Herrera] tuvo un equipo planteado de primer momento”, recuerda. “Hasta hoy, no lo ha cambiado, y es un fiel reflejo de que les está dando la confianza, pero espero que —en un futuro bastante cercano— también me brinde la oportunidad de entrar”.
Es su única petición, la que le separa de poder realizar esa sincronización de 300 músculos que provoca una sonrisa en el ser humano.
