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viernes, abril 26, 2024

1 de julio: festejar una democracia sin simularla

Es innegable el motivo de reconocer (más allá de festejar) el primero de julio como un acontecimiento importante en nuestro país. Reconocer que por primera vez se rompió el bipartidismo en México; reconocer que aumentó la participación ciudadana y disminuyó el abstencionsimo en el proceso electoral; reconocer (y esto sí lo celebro) que el partido conservador de extrema derecha en nuestro país (PES) perdió su registro; y otros hechos, fuera de hazañas partidistas que pudieran alardear. Desde luego que existe el otro lado de la historia que para muchos les sigue siendo incómodo de recordar, e incluso se aferran a no aceptarlo a estas alturas.

Si es necesario, un magno evento, donde se recuerde que la democracia no sólo se vive en épocas electorales, bienvenido. Pero precisamente ese es el problema. No se debe festejar un triunfo personal con cargo al erario público; la mejor manera de vivir la democracia es haciéndola viva en las decisiones.

Ya lo escribió Levitsky y Ziblatt en Cómo Mueren las Democracias: “la gran ironía de por qué mueren las democracias es porque se utiliza como pretexto la defensa de la misma democracia”. Tomar decisiones a mano alzada, en eventos organizados por la misma administración pública federal, abarrotado por militantes, simpatizantes y acarreados, no es democracia. Es seguir tomando decisiones escuchando a unos cuantos. El mismo vicio que veníamos arrastrando.

De nada nos servirá que cada año, esta administración pública federal, recuerde el suceso más importante en los últimos casi veinte años, si no aviva la democracia en su gestión. Las nuevas formas no han justificado los fondos que se necesitan; más aún cuando se han optado por poner a una supuesta consulta temas no tan relevantes como aquellos sobre los que se ha decidido sin justificación alguna.

Decisiones sobre la política internacional con Estados Unidos; la cancelación del proyecto de movilidad Metrobús en Durango; la cancelación del hospital por arreglar el servicio de agua en esa misma entidad (servicio que, por cierto, a través de la competencia municipal puede ser arreglado); la autorización fast-track de construcción del llamado Tren Maya; saber si trabaja de forma conjunta (cuando constitucionalmente lo debe hacer) con el Gobierno del Estado de Campeche; y cosas tan absurdas como si se le autoriza utilizar la frase “toma tu Champotón”, han sido los temas, al día de hoy, que el mandatario nacional ha puesto en consideración de la asamblea popular.

Es fácil seguir por el camino de deslindarse de responsabilidades de decisión para adjudicarlas al pueblo sabio, y de responsabilizar los errores presentes a los gobiernos anteriores. Es fácil escuchar en las mañaneras a la prensa que no incomoda; en los eventos a los simpatizantes que obedecen; y esconderse de quienes te hacen poner a reflexión o critican de forma objetiva, pero eso no es democracia. Escuchar grupos opositores, decidir conforme a análisis de expertos, fortalecer la autonomía de organismos autónomos y contemplarlos en las discusiones y decisiones, asumir datos reales y rectificar consecuencias y errores. Así se festeja a la democracia, haciéndola.

Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez
Alejandro Domínguez es abogado por la Universidad de Guanajuato. Cofundador y codirector de Gentileza A.C., asociación civil guanajuatense enfocada en el trabajo con programas y proyectos alineados a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la ONU. Twitter: @alexdom1

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