Si todos tuviéramos los valores de la generosidad, la solidaridad y el amor por los demás impresos en nuestro ADN ¿como creen que seríamos como sociedad?, ¿tendríamos la inseguridad lacerante que padecemos hoy en día?, ¿padeceríamos la violencia o poca empatía hacia los pensamientos y acciones distintas a nosotros, tales como la diversidad sexual?, ¿tendríamos la marginación y desigualdad que padecemos? o sería justo pensar que pudiéramos alcanzar una sociedad equilibrada, respetuosa y pujante. Así lo veo yo.
¿Qué pasaría si no nos pusiéramos a nosotros mismos en el centro de todo y por el contrario, el centro fuéramos todos? Seguro tendríamos una sociedad muy distinta a lo que tenemos.
Nos encanta quejarnos y culpar a nuestros gobiernos y gobernantes. Ciertamente a mi tampoco me hacen feliz la mayoría de ellos y seguramente muchas de sus acciones me indignan. Pero vamos, seamos sinceros, a nuestros políticos no los traen de Finlandia, Suiza o de ningún otro lado. Son nuestros vecinos, amigos, conocidos y viven donde nosotros y compramos la comida en los mismos lugares. Nuestros políticos son nuestro reflejo de comunidad.
¡Si queremos gobernantes de altura, primero debemos ser una sociedad de altura!
Quiero decirles que la sangre y las plaquetas no se pueden fabricar. No importan los avances que en la medicina se tengan, aún no se ha podido desarrollar algún componente que pueda suplirlos.
¿qué tiene que ver la sangre con la necesidad de llenar de valores a la sociedad? ¡Todo!
Si quedamos en que no se puede fabricar entenderemos que cuando alguien ocupa sangre -sin importar su condición social o económica- y la pudo obtener, sólo pudo ser eso gracias a que alguien estiró y puso el brazo para ello. En esa lógica, si cambiamos a la nula cultura de la donación de sangre, lo que en realidad estamos cambiando es la cultura de la generosidad, la solidaridad y el amor por los demás.
¿Qué pasa cuando algún familiar enferma y requerimos sangre? ¿Alguno de ustedes ha tratado de conseguirla? Que tal, ¿cuántas excusas les pusieron para no donarles, incluso las personas más cercanas y que considerábamos que no nos fallarían?
Pero les voy a decir algo y se los digo con todo el conocimiento de causa: la realidad es que donar sangre no es tan complicado. Ciertamente hay obvios requisitos, pero salvo en situaciones muy específicas, todos son salvables. Es decir, la mayoría de nosotros podemos donar con cierta facilidad y además, hacerlo de manera recurrente.
¿Entonces que es lo que pasa? Pues que hay miedos, tabúes, desconocimiento, pero sobretodo hay justamente escases de generosidad, solidaridad y amor al prójimo. Porque una cosa es cierta, es un tema que a la gente no le interesa en lo más mínimo, hasta que es a nosotros mismos cuando nos toca necesitarla o tener que conseguirla. Ahí, de repente, sí se vuelve un tema prioritario, pero eso no es justo. ¡No se vale que sólo cuando necesitemos nosotros de los demás nos importen los temas que nos hacen comunes!
Para que nos demos una idea del tamaño del problema: La OMS dice que para que no exista desabasto de sangre se requiere que al menos el 50% de las donaciones sean altruistas. En países europeos y de la parte desarrollada de Asia captan el 100% de sus unidades de manera altruista.
¿Saben cuanto se capta en México por este método? El 2.4%. La respuesta común a ello es que no somos Finlandia o Alemania. Ok, les compro eso, pero ¿saben?, tampoco somos Nicaragua o Cuba y ellos también captan el 100%
¿Es culpa de las autoridades sanitarias o temas presupuestales? Claro, pero es más culpa de nosotros pues debemos ser empáticos siempre, no sólo cuando somos nosotros los que necesitamos.
El 14 de junio se celebra el Día del Donante de Sangre en el Mundo. Debe ser un recordatorio de lo que debemos hacer.
Tengo una Fundación que promueve la donación altruista y el año y medio se han podido captar más de 2000 unidades altruistas (el 25% de lo que capta el estado bajo este esquema) pero lo verdaderamente increíble es que el 99.2% de esas donaciones las han regalado jóvenes de menos de 23 años. Ese dato me encanta y por el contrario ese 0.8% de nosotros los adultos me preocupa mucho.
