Los hermanos Dowdle apostaron a construir el found footage más ambicioso después de Cloverfield Y SUS RESULTADOS FUERON IRREGULARES.
El género del found footage encontró el matrimonio perfecto con el horror desde que Ruggero Deodato pusiera a su crew a desmembrar una tortuga viva por allá en 1980 con Holocausto Caníbal y a partir de entonces, este encuentra una serie de limitantes que las vuelve parte de una carta constituyente de reglas y dictámenes que hasta la fecha muchos cineastas jóvenes siguen apropiando en sus propias historias. Sea con el factor de ser un material prohibido y de que sea el registro de supervivencia o los últimos minutos de un pobre desventurado… quizás el más importante radique en su condición económica.
No es por nada coincidencia de que con la apertura y alcance de cámaras recreativas caseras, el horror del found footage va encontrando su materia, y de Holocausto Caníbal suceden otras infamias como la saga de Guinea Pig en 1985, Dean Alioto filma el encuentro extraterrestre de El incidente McPherson en 1988, Michel Haneke incomoda -como siempre- con El video de Benny en 1992 y ese mismo año la BBC entra al juego con la efectiva Ghostwatch dirigida por Lesley Manning (la primera mujer en entrar al subgénero). Todos son condicionantes para que finalmente en 1998 Daniel Myrick y Eduardo Sánchez conquisten al mundo con El proyecto de la Bruja de Blair de nuevo, respetando esta idea económica y efectiva… aunque las reglas tarde o temprano se terminan estirando por aras de la maximización.
Por lo menos existen dos found footage exageradamente ambiciosos que se tengan memoria. El primero sería una respuesta de la paranoia del 11 de Septiembre y ejerciendo el efecto de la caja misteriosa de J. J. Abrams bajo la dirección de Matt Reeves a quien hoy conocemos como el encargado de las nuevas películas de Batman: Cloverfield (2008). La segunda yace más en una respuesta de los creepypastas que finalmente son la evolución de leyendas urbanas que fueron temor de cada día de los internautas de la década pasada así como de las exploraciones urbanas: Así en el cielo como en el infierno.
Este fue un proyecto de lo más ambicioso que aprovechaba el boom del la popularidad de las catacumbas francesas, una serie de túneles prohibidos y repletos de cadáveres bajo la estructura urbana de París de complejidad kilométrica. Las catacumbas se presta al turismo alterno de la ciudad y también han sido víctimas tanto del vandalismo, el arte urbano, y el deterioro del mismo ambiente y tiempo, haciendo que muchos niveles o pasadizos terminen ahogados o con habitantes despojados de una oportunidad social, anónimos entre las sombras. Es un tema por demás explotativo que la película aprovecha por efervescencia, pero llamaba la atención que en esta ocasión -y de ahí la ambición- la construcción de las catacumbas no tendría que ser realizada en sets complejos, sino que gracias a la intervención de las autoridades francesas, las catacumbas se verían con el lujo de detalle que puede generar el found footage por primera vez en una producción cinematográfica.
Eso, no fue factor suficiente como para que hace 10 años me animara a ver Así en la tierra como en el infierno.
Si tuviese que ser honesto, es porque hace 10 años resentía la sobresaturación del subgénero en cine, en tele y en las pantallas de los centros de video que todavía existían por ese entonces sobreviviendo por lo menos un año más antes de su completa desaparición. Lo recuerdo muy bien porque los trabajadores del Blockbuster de por mi casa constantemente la ponían para su deleite y ese póster de la Torre Eiffel de cabeza engalanaba un mueble entero con copias que rápidamente se iban a casas de los suscriptores del lugar. Ahora que lo pienso estos chicos eran bastante aficionados al found footage y constantemente rolaban entre esta película o Cloverfield y la doble soporífera función de El último exorcismo (Daniel Stamm, 2010) y Con el diablo adentro (William Brent Well, 2012) siendo esta última mucho más infame e hilarante cuando en medio del clímax, los asistentes del Blockbuster se unificaron a las quejas de los muchachos cuando a la película se le ocurre terminar con un sitio web para mayor información y el verdadero final.
Lo que antes fuera esnobismo de una película que distraía en la selección del fin de semana entre los amigos, hoy me parece curiosa, porque nunca me había fijado que Así en la tierra como en el infierno se trataba de la segunda película found footage de John Erick Dowdle. Para quien le resulte desconocido este nombre, Dowdle tiene en su haber una de las mejores -si no es que la mejor- construcción de un asesino en serie con el recurso del found footage con su aterradora Las grabaciones de Poughkeepsie (2007) por lo que de inmediato mis expectativas alcanzaron un grado de superación… demasiado ambiciosas tanto para mi estima como para la propia película.
Así en la tierra como en el infierno es curiosamente una película de horror que busca integrar el found footage con una aventura de gran escala arqueológica. Respondiendo la inexistente duda de cómo sería ver una película de Indiana Jones bajo los elementos modernos del found footage, es una idea ridícula que para su primera parte, se construye con gran efecto, porque vamos siguiendo el dúo de Scarlett (Perdita Weeks) y George (Ben Feldman) como una dupla obsesionada en diferentes ramas de la arqueología y en donde no es mentira, Dowdle -al lado de su hermano Drew– generan un interés romántico a la antigua como este tipo de películas, de cómo las obsesiones por encontrar un gran tesoro termina por dividir el amor y de cómo tras varios años este no parece existir más, pero las interacciones de Scarlett y George quedan irónicamente capturados por el recurso de ser una grabación sobre sus investigaciones y encima por una enternecedora dinámica entre Weeks y Feldman.
Es un gran efecto dentro de los confines del romance y la comedia, pero que inevitablemente se tiene que poner a prueba ante las exigencias del horror que se promete, y en donde Dowdle irónicamente falla en lo que antes lo volvió infame. Deja que el espacio de sus cavernas y catacumbas construyan un efecto envolvente de misterio y horror sobre todo si uno padece de claustrofobia o ha pasado horas en la madrugada leyendo sobre espeleólogos atrapados en lugares estrechos a los que se les suma la picazón de unos huesos en un ambiente de lujo, pero por alguna razón las vacilaciones extranormales que propone son simplonas a más no poder y bastante confusas de seguir o de entender efectividad o razonamiento de estas en la verosimilitud de su universo.
Sea con un coro de mujeres misterioso que se vuelve extradiegético en un score al lado de los investigadores que nunca tiene consecuencias tratándose de un culto satanista o de resguardo a las almas infernales de más abajo -nadie sabe en realidad- hasta una serie de pruebas que repiten túneles con la capacidad de las víctimas de entender la logística y espacio geográfico de su entorno y, al final de todo ser presa de los recursos cancerígenos del found footage de ese entonces, del efecto barato de un jumpscare en la mayoría de sus ocasiones y ese castroso scratch digital que ocurre cuando en la idea fílmica alguien golpea la cámara en un acto brusco y que para los relizadores supone un espacio para efectuar extrema violencia recortada que no tendo idea de quién fue el pionero en decir que se veía demasiado cool.
Y a pesar de eso, no odié Así en el cielo como en el infierno. Su encanto romántico me resultó tan dinámico y el personaje de Scarlett es un claro ejemplo de un héroe enraizado en su campaña sin entender las gracias que tiene frente a ella pero que no deja de revelar su temple y el uso exagerado de sus conocimientos en lenguas, llegando a ser bastante redentivo y hasta en un momento amargo enfrentar de forma literal sus demonios internos, aquello que le tiene anclado a un proseguir de apariencia egoísta.
En otro mundo Scarlett sería un rip off sin efecto de lo que nos dejó Harrison Ford, pero bajo los confines de un filme de horror, curiosamente gana un efecto de culto que de otra forma no hubiera pasado entre audiencias haciéndola junto a su película, una obra de culto moderno entre audiencias jóvenes y que no dejo de pensar con la melancolía de un tiempo y género casi tan inexistente como la idea de rentar películas.
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL INFIERNO SE ENCUENTRA EN LAS PLATAFORMAS DE MAX Y NETLIX, Y A LA RENTA EN MICROSOFT, CLARO VIDEO, APPLETV Y PRIME VIDEO.