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domingo, abril 20, 2025

31 Días de Halloween: Bárbaro (2022).

Zach Cregger entrega su primera obra dentro de los confines del horror mostrando un entendimiento mucho más astuto de las convenciones del género que muchos otros directores experimentados: Bárbaro es sorprendente.

Zach Cregger no es precisamente la figura más reconocida dentro del horror. Es más: ni siquiera es una persona que resulte fácil de reconocer por su trabajo en el medio cinematográfico, porque hasta el 2022 llevaba cerca de una década y cacho sin filmar un proyecto nuevo, teniendo en su haber la no tan bien envejecida Miss March del año 2009 y siempre enfocado en su grupo de comedia llamado Whitest Kids U’ Know.

Y de alguna forma, su traspaso al terreno de lo macabro, parece seguir postulando esta noción -a la Jordan Peele– de que la gente de comedia tiene facilidades a la hora de conseguir ideas atractivas dentro de otro género diametralmente opuesto al que se consideraría su casa. Su película Bárbaro va precisamente por este sentir, y también es una herida abierta considerando que su existencia junto a muchas otras películas del género son residuos de la asimilación corporativa de Disney que deja en evidencia en primera el mero compromiso de contrato frente a películas que pueden aventar sin ton ni son en pocas salas o sin fanfarrias -para eso tienen sus plataformas de streaming- y sobre todo, de que la dirección de 20th Century Fox era un caos de permisos y excesos a la hora de aceptar proyectos, pero que ciertamente marcan un elemento del culto para las personas que puedan siquiera llegar a verlas.

Es decir, auténticas películas que de plano ya son imposibles de concebir dentro de los estándares del Hollywood moderno, porque Bárbaro es una película que peca de degenerada, retorcida, cruel… pero bastante inteligente y divertida.

El efecto de Bárbaro es más potente cuando uno no tiene mucha noción de qué es lo que va a ver. De hecho la construcción del marketing alrededor de la película funge bajo esta misma intención, vendiéndonos una premisa que durante la primera mitad del filme se va revelando frente a la audiencia. Creeger de inmediato atiende a las perspicacias de la audiencia de hueso colorado del género del horror, con montones de situación que ponen en alerta no a estos y a la protagonista del filme, puesto que son situaciones que rayan en un incómodo de saberse directo en la boca del lobo.

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Bajo estos términos Bárbaro sigue pregonando estas alertas e incomodidades a tal grado de que terminan siendo adaptables dentro de la narrativa y que hace que se baje la guardia porque realmente no son atendidas o resultan frustrantes al ser llamaradas sin explosiones de confirmación a las sospechas; de ahí a que para finales de este segundo segmento, también comience a atender una especie de misterios con una estructura narrativa similar a la de los creepypastas modernos: anormalidades bajo los incentivos de curiosidad propagados por la exploración hacia lo prohibido y que no tienen respuestas comunes, como el caso de ver un cuarto escondido que deriva en un tunel hacia los confines del inframundo.

Y es en este juego de tensiones ahora generadas al triple del inicio que Bárbaro una dosis de horror insuperable que culmina de forma brusca… para pasar a un segundo capítulo.

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Esta ruptura ahora de personajes y temáticas puede parecer agresiva y fuera de contexto, pero Cregger lo que plantea si bien son personajes nuevos en el mismo entorno sobrenatural, temáticamente comienza a aludir a situaciones críticas de su filme que podrían pasar desapercibidas y que desde el inicio advirtió.

Después de todo Bárbaro alude a la falla y desesperanza del fenómeno de los Reaganomics que sacudió a Estados Unidos y particularmente a Detroit, encima de temáticas mucho más recientes y perceptibles en audiencias y el sistema fílmico en sí tras la oleada de los movimientos en contra del acoso sexual que imperaba el sistema de estudios como el peor secreto de la historia.

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Hacia al final, lo que termina ocurriendo es un juego extremadamente retorcido del gato y el ratón cuyas implicaciones perturbadoras nunca son dejadas de lado… y aún con ello Cregger lo impacta con un humor negro delicioso. Los personajes que no queríamos que fallecieran se unen junto a otros que de inmediato les despreciamos, arcos redentivos parecen concebirse sólo para denotar una falta de entendimiento no sólo del problema presente, sino de toda una vida de comodidad de género y la sangre brota en momentos gore y de maquillaje bastante efectivos emulando a la perfección un tono similar al de las películas más que las de Sam Raimi como constantemente se menciona, a las de Brian Yuzna.

Bárbaro no ha tenido la respuesta que se esperaría en la temporada tachada de ser una película simplona y barata y sobre todo una que vende una realidad que el trailer ofrece a comparación del producto final, pero hacer eso me parece que es caer en el juego de una expectativa comercial sin atender el razonamiento y tesis de la película en primer lugar. Si todavía pueden denle una oportunidad, ha sido uno de los mejores resultados del horror del año.

 

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