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sábado, mayo 10, 2025

31 Días de Halloween: Braindead (1992).

¿Podrían creer que la obra más infame del Gore y el Splatter de parte de Peter Jackson es también una enternecedora Comedia Romántica?

Sería por allá del 2004 cuando supe de que Peter Jackson, el tipo que había dirigido la imponente trilogía de El señor de los anillos, anteriormente había trabajado dentro del género del horror. Fue gracias a una revista en donde mencionaban el tema del gore como subgénero del horror, y una de las cosas que te llamaban de inmediato la atención era ver a un joven y delgado Jackson juguetear con el contenido de una cabeza cercenada a punto de degustar con una cuchara.

La imagen relacionada a Bad Taste (1987) era tan vulgar y fuera de la comprensión popular que tenía todo el mundo ajeno a Nueva Zelanda y que veía triunfar a Jackson como el más grande director de cine: de inmediato supe que tenía que encontrar esas cosas. Afortunadamente la búsqueda no tardaría mucho, gracias a que el Mixup local tenía una amplia selección de películas importadas y entre las que destacaba no la de la imagen, pero para mi sorpresa otra, porque resulta que Jackson tenía ventaja sin descubrir dentro del género.

La imagen de la portada tenía a una mujer expandiendo hasta los límites de lo posible su boca para enseñar un craneo de ojos saltones, y arriba tenía la leyenda de ser La película de horror más gore de toda la historia. La terminé comprando con mi hermano a escondidas y terminaríamos por verla de manera religiosa, incluso incluyendo a nuestros amigos a la pobre de nuestra madre que corroboró ese título yendo a vomitar de semejante porquería.

Pasan los años, y sigo extrañando a Peter Jackson. No me malinterpreten, en estos tiempos está enfocado en su intensa etapa de documentalista/restaurador sobre la imagen del pasado, alejado de la ficción causado por los múltiples producción de la trilogía de El hobbit que tuvo que dirigir de forma obligatoria y del fracaso de Tintin como una franquicia. Me gustaría verlo de vuelta en el campo de la ficción, pero sobre todo que pudiera darle otra oportunidad al género del horror que honestamente dejó con varas muy altas, siendo Braindead la mejor de su etapa.

Sobre todo tomando en cuenta de que Braindead fue una producción sin el cobijo del financiamiento del estado, por lo que Jackson termina siendo más cauteloso y sabio… tan sabio como una película splatter le puede permitir ser, pero más allá de la senda de violencia y carnicería vulgar, creo que la gran fortaleza dentro de Braindead es que temáticamente se encuentra a niveles superiores de las vulgaridades de antes.

Jackson, France Walsh y Stephen Sinclair generan un pastiche efectivo de múltiples géneros. El primero y base en Braindead aunque nadie parezca creerlo es la comedia romántica, en donde el guión establece una visión ensoñada y nostálgica de la Nueva Zelanda de los años 50 que precede a la juventud de Jackson. Establecer el tiempo para generar una película de época también va de la mano entre las interacciones de unos adorables Tim Balme y Diana Peñalver como Lionel y Paquita. El primero canaliza una torpeza física comparable a los genios del slapstick aunado a su timidez y de la segunda fuera de su apariencia y acento en español que destaca dentro de un pueblo con acento neozelandez existe una mentalidad bondadosa y que encuentra en Lionel la figura presagiada de un caballero dispuesto a salvarla y enamorarse de ella.

Esto es esencial para el funcionamiento de Braindead, porque realmente quieres verlos crecer como pareja y superarse; a lo largo del filme Lionel adquiere su confianza gracias al apoyo de Paquita y dentro de su ingenuidad que antes del tercer acto parecía predecirse a través de diversas pistas en su estupidez. Aunque esta pareja no la tendría fácil a través de otro eslabón dentro del subgénero de la comedia romántica: la suegra entrometida.

La madre de Lionel es la llave al mundo grotesco de Braindead con vísceras y fluidos corporales, pero también sirve para destacar la falta de crecimiento del tipo que vive de forma aprehensiva por su madre. En una relación de control de su parte, Vera (Elizabeth Moody) es un excelente villano que canaliza el celo de la señora Bates hacia su hijo quien no deja de ver como un esclavo para seguir subiendo dentro de los peldaños sociales teniendo una mansión envidiable. Es ella quien ve en Paquita una amenaza porque -además de intuirse de que tiene un desdén racial- con ella sobre su hijo, pierde el control sobre este.

Braindead de forma sorpresiva plantea el desprendimiento de los hijos sobre los padres como algo que lleva tiempo y que puede establecerse dentro de los lineamientos del duelo y en algo que para un pobre tipo como Lionel de verdad cuesta trabajo y entendemos la complejidad del asunto… pero de forma más siniestra Jackson le inyecta niveles de misterio al estilo giallo frente a unos sueños recurrentes de parte de Lionel quien comenza a sospechar que la muerte de su padre no era como lo planteaba aquella que juraba amarlo.

Nunca olvidando el género que le da base, es que Braindead también termina planteando la separación de la madre e hijo de forma literal gracias en virtud al splatter del que tenemos la poca fortuna de presenciar. Es ahondar más allá del horror corporal presente y ver a un hijo tratar de recuperar las piezas de su madre para mandarlas al sótano -de nuevo aludiendo a los Bates– y entender de que la relación que tiene no puede ser eterna, una despedida antes de perderla por siempre y de pronto un descarnamiento en forma de un segundo nacimiento ahora como un hombre nuevo.

Pero… pues estamos hablando de una leyenda del splatter, esta virtud no es un adorno. Todavía a la fecha siguen siendo maravillosos los efectos de Richard Taylor, quien logra un balance de lo caricaturezco con momentos de verdad genuinamente sorprendentes en la escala que intenta producir y que para un degenerado como Jackson, el cielo es el límite. Bebés que nacen entre sexo zombie, focos que iluminan una cabeza entera, la ligereza de los cuerpos frente a las manos zombies y hasta un ano que cobra vida y conciencia son majestuosos y productos que ocasionalmente también dejan pensando a uno en cómo logró hacer tanto con tan poco dinero.

Braindead fue el pináculo del horror para Jackson en donde todas las piezas se acomodaron para tener un clásico de culto instantáneo y que apuntaba más allá dentro de una concurrida competencia del horror de 1992, pero por alguna razón que resulta un completo misterio no encontró la audiencia necesaria. En su país natal que adoraban la idea de un tipo haciendo semejante barbarie gozó de una taquilla saludable, pero a nivel mundial Braindead no tuvo ni los espacios adecuados ni una rentabilidad a partir de formatos caseros.

Y eso es muy extraño de considerar. Tomando en cuenta de que Estados Unidos tenía una afinidad a sacar salvajadas dentro del formato de vhs para encontrar mejor recepción de ingresos frente a la cada vez más dura pelea en salas de cine, y que son de esos espacios en donde Brian Yuzna encontró el reconocimiento necesario para una carrera fructífera, Braindead no gozó de lo mismo. Fue precisamente hasta el éxito de Jackson con su trilogía emblemática que estas películas aparecieron en el ojo público, pero este a diferencia de sentirse apenado lo que hizo fue abrazar su pasado.

Su pasado no sólamente le dio la energía y dedicación suficiente como para conquistar al mundo, también fueron un peldaño que formó a través de sus mejores amigos y quienes ahora parecían invencibles. La moraleja entonces es que si tienes una idea tan pero tan vomitable, hazla… quién sabe en dónde aparezcas en el futuro gracias a esto.

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