Entre un horror causado por el mundo real y la estética tan sucia, Alex Garland y Danny Boyle retrataron al zombie definitivo del siglo XXI.
Y hay algo aterrador en Exterminio de Danny Boyle desde sus primeros minutos, en donde vemos a Jim (Cillian Murphy) despertar de un coma abandonado en un hospital desnudo. Es tan desatendido y sólo podemos concebir el daño que tuvo a través de una herida mostrada en su cabeza, lo que nos hace presentir que quizás esté en un sueño…, porque de pronto se da cuenta no sólo del desacomodo de su entorno, sino de que está completamente sucio y en caos.
Jim viaja por la ciudad y pasa por espaciso célebres de Inglaterra sólo para encontrar nada: mugre, cosas abandonadas. Encuentra por un momento billetes en el suelo que se aventura a recoger, sólo para terminar desestimándolos porque no da fe a la realidad que tiene presente, hasta que pasa frente a un anucio de gente perdida y unos periódicos que anuncian medidas extremas que han hecho que la gente abandone el país con vela a morir por los militares.
Devastado, Jim hace algo primordial en el humano común: tratar de encontrar respuestas a través de un espacio sagrado como un templo, sólo para encontrar algo más grotesco: una masa de gente que terminó por suicidarse en plena ceremonia religiosa, y de entre los muertos dos personas reaccionan a su presencia gritando del horror. Jim apenas comprende cuando la puerta se abre y vemos a un hombre de la fe acercarse a él con dificultad pero escupiendo algo inaudito, estos poseídos demoniacos ya no son hombres, son algo extraño de ojos que constantemente sangran.
Jim comprueba que su herida no es algo para fantasear, esto es la realidad en la que quedó.
Siempre he tenido un problema respecto a la identidad de Exterminio de acuerdo a sus realizadores, porque Garland y Boyle por un largo tiempo estuvieron de acuerdo en mencionar que su película no entraba dentro de los confines del género de zombies. Este razonamiento era infundado -y a la fecha parece seguir siendo por lo menos de parte de Boyle– como un sesgo de rechazo al sub género del zombie como uno carente de ideas y atractivo que habían perdido durante gran parte de los noventas.
Al menos para Garland la idea del zombie se había suavizado y al traerlo de vuelta al siglo XXI las audiencias y críticas encontraron una “frescura”… irónicamente compuesta de las mismas formalidades temáticas que Romero había ideado 34 años atrás, con sus películas que partieron de La noche de los muertos vivientes. Y es que las concepciones de una infección de zombies o rabiosos para expresar las inconformidades de la vida urbana, la extirpación del sistema capitalista en la supervivencia sin dejar de depender de sus productos en ensoñaciones sobre la acumulación de bienes y los conflictos de género y raza, siempre estuvieron ahí, sólamente que se prestaban a una atención esnobista de su parte. Más si tomamos en cuenta de que sus temáticas presentes tendrían mayor impacto bajo los conflictos del mundo real… igual que Romero.
Es un detalle un tanto curioso y personal, que no significa que Exterminio no posea la msma potencia y horror de las exploraciones clásicas del género.
Desde un inicio en Exterminio se nos bombardea con la noción de que nuestra sociedad se sacia con un morbo y sentido de justicia de la violencia al que exponemos a un animal, como si tratásemos de entender nuestra propia fascinación por lo grotesco y la falta de una solución pacífica hacia un animal que termina condensando esa violencia y de manera irónica infectar a los humanos con esta rabia mezclada con un fuerte caso de ébola.
Es de hecho muy curioso y necesario detallar de que los afectados sólo viven para generar violencia: no consumen a sus víctimas sino que les traspasan esta sed incomprensible de la que terminan formando en una horda con la que no se puede razonar salvo con la intención misantrópica de un holocausto de esta nueva sub especie, de la que los humanos restantes tienen que intentar sobrellevar encima de sus propias complejidades basadas en un supuesto raciocinio. Los supervivientes de este entorno y nuestros protagonistas no son soldados ni gente preparada: son meras circunstancias que sufren las consecuencias de esta pandema y que sobre por todas las cosas comienzan a razonar una dinámica familar que les termina nutriendo de una necesidad de afecto y de un grupo por el qué preocuparse.
Estos momentos de jolgorio en Exterminio también terminan postulados en contra con quizás la idea más pesimista: la incapacidad de nuestras autoridades o personas especializadas. Esta búsqueda de un paraíso controlado por personas que suponen estar en control de la situación termina arrastrando a nuestros héroes a un entorno que difiere del suyo: si antes había un enternecedor movimiento de unificación de familia e importancia, en lo militar encontramos un deterioro mental soportado por una dominación falocentrista que, al ver mujeres disponibles la idea más retorcida de la película aparece y no es la de sujetos de ojos rojos violentos: es la de tener mujeres como la justificación de la supervivencia de la especie humana en forma de esclavas sexuales… independiente de la edad de cada una.
Es en estos aspectos temáticos aunados a su escala visual, que Exterminio se volvería es la película de zombies definitiva del siglo XXI porque ante todo, es una película mugrosa y horrible visualmente. La decisión estética de Boyle y de Anthony Dod Mantle -quien posteriormente se volvería su ojo habitual- es la de retratar este apocalipsis inglés con una cámara CANON XL-1, una cámara de fácil acceso para cualquier persona y que no busca permear un sentido estético al grano fílmico, sino más bien tratar de emular un aspecto de videohome prohibido u ocasionalmente con una fluidez encontrada en los programas y novelas de la BBC. Es ofrecer desde el primer momento un ataque de verosimilitud a lo que estamos viendo y de nuevo atendiendo -quizás de manera menos intencionada- esta concepción que se tenía por entonces de la guerra hacia el terror que tanto el simio del filme como nosotros conocemos de primera mano.
Es una película fea y que nunca va a mejorar su aspecto visual, pero es parte de su postulación a la que también le vende un grado de violencia que de otra forma no se hubiese logrado obtener. El montaje de Chris Gill tiene como primera regla apoyarse en la cámara al hombro movediza para lograr un ritmo frenético en los ataques o momentos de tensión que logran superar esta construcción temática para traspasar a un escalofrío en donde además el desgraciado constantemente utiliza de jumpscares en donde nos da avistamientos rápidos a esos ojos rabiosos carentes de alma.
Al final de cuentas, la pequeña película de Boyle y compañía creo un nuevo módulo del género para su propio disguste, y es que Exterminio con todo y sus percepciones críticas -pero con esperanza en el valor humano al final de cuentas- lo que terminaba de espantar entre audiencias era esta visión innovadora del zombie: estos ya no eran lentos de manera significativa de tal grado que hacían concebir la fantasía de poder derrotarlos y vivir en un entorno sin preocupaciones, no.
Estos ahora corrían aullando de dolor e ira buscándote, por lo que las consecuencias de vivir en un espacio que garantizaba cosas gratuitas con la única cuota de ser más precavido y fortalecerse en un espacio era algo imposible. Constantemente atacan en hordas y su velocidad los vuelven objetivos difíciles para las armas de fuego, mucho más complicado intentarlo con un mano a mano en donde puedes terminar expuesto a esta enfermedad con tan sólo una gota que entre en tu sistema.
Con esa nueva concepción, el zombie no sólo tendría un nuevo despertar popular entre los grandes estudios, también terminaría por adoptar la velocidad en sus nuevas producciones y también dentro de la corriente del videojuego y quizás de forma más significativa, muchas de las ideas como el despertar de un coma y el traslado de la familia compuesta por desconocidos con una mujer de color aguerrida como protagonista era algo que Robert Kirkman tomaría prestado, para cuando iniciaba su obra maestra del noveno arte llamada The Walking Dead. Estas ramificaciones del muerto viviente es algo que realmente no hemos soltado en 20 años: es así de impactante el razonamiento de Exterminio en una vieja idea… a pesar de que se molesten los que la concibieron en primera instancia.
Exterminio está disponible en la plataforma de Star+.