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viernes, abril 26, 2024

31 Días de Halloween: La noche de los muertos vivientes (1990).

Sobra decirlo, pero La noche de los muertos vivientes (1968) de George A. Romero planteó de manera insuperable la forma de producir cine de horror barato y exitoso que además dejaba por un error de copyright un legado y un género entero a disposición de todo el mundo por sus errores legales; este error trágicamente le costó a Romero la falta de comercialización de su proyecto –el cual hasta la fecha cuenta como una de las películas más vistas en todo el mundo- que de otra forma le hubiera ayudado en su credibilidad y de seguro posicionarse en la generación de los setentas que antecedió, pero esta situación de Romero es una que siempre he pensado como lo que solía decir Bob Ross: no cometemos errores, cometemos accidentes felices.

Ya que La noche de los muertos vivientes se postula como un regalo de fácil acceso para todo aquel que se interese de saber de cine, o que tenga ganas de hacer cine. El hecho de que sea de tan fácil acceso la volvió una película que contó con remakes y secuelas oficiales, reinvenciones del género y de sus monstruos, unos más logrados, otros que sólo servían bajo el fundamento del entretenimiento. Romero posteriormente entregaría más secuelas temáticas del universo que originó, pero curiosamente de toda la oleada de reinvenciones sí estuvo involucrado en una, una que de hecho correría a cargo de un gran confidente y compañero de trabajo: Tom Savini.

Savini no era ajeno para Romero, después de todo el sujeto había sido el encargado de apoyar sus filmes con efectos grotescos que le dieron una nueva visión a sus muertos vivientes entre otras aberraciones de la naturaleza. Si bien la relación de estos comenzó a partir de Martin y El amanecer de los muertos –una increíble doble función de 1978 por donde se le vea- en donde el trabajo de Savini exponía a un vampiro moderno y dotaba de piel azul grisácea a los zombies con un tono sangre italiano, Savini había intentado trabajar con el director desde la primera entrega. El retraso de 10 años para volver a toparse se daba porque Savini se había encargado de realizar su servicio militar como fotógrafo en Vietnam… lugar que es muy probable que entre tanto holocausto y horror, quedase marcado.

Si bien Tom Savini tiene su lugar asegurado con las participaciones en los filmes de Romero, el público lo conocería de manera más popular gracias a ser uno de los padres de Jason Voorhes para la saga de Viernes 13 y por retomar a la familia caníbal de La masacre de Texas en su infame secuela. Era ante todo ese currículum, la persona menos grata para tratar una película como La noche de los muertos vivientes.

Sin embargo… algo curioso salió a relucir.

La versión de Tom Savini de La noche de los muertos vivientes fue vilificada en su tiempo y me parece que todavía adolece de pésima fama hasta nuestros tiempos, con muchos críticos tachándola de innecesaria y de ser una película que arroja por la borda el contenido crítico de la sociedad norteamericana de la versión de 1968, cosa que de cierta forma lo hace… pero eso es omitir un gran detalle proveniente de la versión original: Romero en realidad no planeaba atacar a la sociedad con su película ni dejar un registro histórico con un protagonista negro; La noche de los muertos vivientes es un caso único de relevancia y subtexto incidental, porque estas tensiones raciales e imágenes que evocaban a la guerra de Vietnam son consecuencia de su cast de última instancia al que el tiempo terminaría dándole una posición crítica, no precisamente por nacer con este (siendo este un factor bastante curioso dentro de la filmografía del propio Romero el cual sí llegaría a ser bastante predicador e inflado en sus películas más fallidas por el simple hecho de proferir una relevancia más importante que la película misma).

Bajo esta noción sí, Savini no tiene mucho qué ofrecer en este aspecto, pero aprovecha la ocasión para también dejar que esta nueva entrega de los muertos vivientes termine hablando del crecimiento del género en relación con sus protagonistas y monstruos, sobre todo los protagonistas y particularmente en Bárbara interpretada por Patricia Tallman, quien deja las pretensiones de repetir al icónico personaje de Judith O’Dea como una mujer quebrada por la situación de tal forma que termina siendo más que una damisela en peligro un estorbo para la partida que intenta resguardarse. Desde el principio la Bárbara de Tallman se enfrenta contra sus enemigos de manera que busca sobrevivir y los encara con mayor facilidad, incluso es la persona que tiene observaciones sobre el asunto y los no muertos que resultan ser menos una amenaza una vez sabiéndolos enfrentar… situación que pasa desapercibida porque se enfrenta a una vorágine de egos inflados y poca confianza.

Este volteo de intereses protagónicos sí termina afectando a Ben, quien ahora es interpretado por Tony Todd y quien sí tiene un atisbo de vilificación. El Ben original simplemente trataba de actuar por el bien de todos y tiene más momentos en donde trata de interactuar con Bárbara pero quedaba ofuscado por ver a una mujer sin voz y en trance que le hace sentir una repulsión ante la idea de que su color de piel tenga algo que ver con esto y con la enemistad que genera frente a Harry Cooper (Tom Towles). En esta ocasión Todd lo muestra más agresivo, más preocupado en este nuevo conflicto que además tiene un sinsabor para el momento del final, el cual ya no tiene esa ironía de su supervivencia porque eso es para Bárbara, quien es testigo de primer nivel del nuevo mundo que han heredado, un mundo cruento que de primer minuto saca provecho de los come carne. En cuanto a Harry… pues ahora es un bastado a la millonésima potencia. Ya no es un padre de familia preocupado y parece que en todo momento tiene unas cervezas de más.

La noche de los muertos vivientes tiene suficientes cambios que la hacen valerse por su propia cuenta, pero en donde extrañamente falla y carece, es en la visceralidad. Tom Savini estaba presente porque quería hacer una épica con una carga fenomenal de sangre, con disparos tan realistas y explosiones de cabeza que había perfeccionado, pero Columbia Pictures en una decisión bastante estúpida pidió quitar esta violencia y visceralidad que Savini no sabe interpretar de la mejor manera en sutilezas –a diferencia de Romero quien logró crear una obra que se siente más sucia y violenta de lo que en realidad es- y que al depender de su magia que fue lo que precisamente le consiguió el empleo, no cuadra. Hay muchos momentos en donde se percibe el corte y es tan agresivo que hasta resulta risible que en pleno 1990 una película no tuviese más pantalones que una película de las épocas de las revoluciones estudiantiles, por lo que quizás una versión autorizada por parte de Savini podría darle un nuevo aire.

A pesar de eso La noche de los muertos vivientes era una película habitual en los noventas. Era una versión a color y desdibujada por intromisiones, pero se puede presentir de un entretenimiento que te pegaba en el asiento cuando la encontrabas por las madrugadas en el TNT o el TCM. Quizás de no haber sufrido el destino cruel y de censura que tuvo, podríamos posicionarla como uno de los remakes más valiosos de su tipo… aunque en realidad sí lo podemos hacer considerando que a 30 años de distancia, la versión de Savini tenía más propuesta que todas las copias y varios remakes que nos hemos tenido que fletar como fanáticos del género.

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