- Publicidad -
sábado, mayo 3, 2025

31 Días de Halloween: La noche del terror ciego (1972).

dsasda

La historia del cine de horror en españa es una similar a la de un zombie: víctima de las circunstancias políticas y económicas desde una guerra civil pasando por la dictadura del franquismo, en donde los temas de censura y escándalos de desvíos de recursos lo derrotaban y lo ponían como uno de contante amoralidad y ofensa, sólo para ser rescatado por realizadores que lo veían como carta de rebeldía y obviamente, una mina de oro sin aprovechar.

Precisamente pasando a la década de los setentas, la presencia del horror también terminaría por mostrarse victorioso frente a la cada vez menos potente figura de Franco y realizadores que surgieron desde los sesentas como Paul Naschy o Jesús Franco, que atendían las condiciones del género calcando elementos de la Hammer con un quinto del presupuesto de las producciones inglesas, y quienes quisieron avanzar en la constante demanda de gore y sensualidad que pensaban harían bien a la industria.

Ahí entra Armando de Ossorio. Ossorio fue de los pocos que tuvo una educación cinematográfica y de hecho fue uno que utilizó al cine como abanderado de la oposición, siendo infame la censura que recibía su película Bandera Negra de 1956, en donde se mostraba en contra de la pena de muerte. Eso no le agradaría a la formalidad dictatorial y Ossorio terminó siendo carne de cañón de producciones insípidas del western, hasta que el llamado del horror -el género que amaba de niño- lo terminó llamando y que filmó, en una de las sagas más memorables de la historia del cine español.

La noche del terror ciego es una película que primeramente atiende las necesidades de temas tabúes de una forma explotativa, descuidando el proceso de argumento de tal forma que vagueza no alcanza a describir ni la trama ni las decisiones de sus personajes. Muchas veces he leído que tiene la apariencia de los cómics de horror de la EC como Cuentos de la cripta pero me parece que estas aproximaciones toman a los trabajos en texto defendidos por William Gaines como incapaces de establecer una reflexión sociopolítica que sólo desprenden horror, cayendo en la trampa precisamente de las historietas de clasificarlas por sus portadas.

Esta idea es un rechazo porque los protagonistas terminan tomando decisiones estúpidas y sin consecuencias que Ossorio propone en un argumento por demás vacío a pesar de una que otra idea crítica que pueda expandir en su película pero que, resulta incapaz de hacer. Así, de esta forma La noche del terror ciego se vuelve en el mejor de los casos una comedia involuntaria con personajes extravagantes y berrinchudos sin tener a consideración las cosas que están frente a sus narices que buscan asesinarlos… y en el peor Ossorio muestra una vil participación morbosa en particular con una escena de violación a la que le resulta inconsecuente tanto para los personajes como para lo que trata de exponer salvo atender las necesidades de pubertos morbosos.

Y es que en realidad la película adolece de un argumento sólido. Uno de los detalles más curiosos que pasó con La noche del terror ciego es que se vendió en otros paises como un rip off de la franquicia de El planeta de los simios en una idea tan ridícula cuando se lee… pero que pensándolo con detenimiento es posible ante la carencia y espacios tan extensos de nada de la película. Notas eso cuando el trío principal termina separado por el deseo de un hombre y su cerebro de pene lo hace ser un patán, para que una mujer se separe del grupo y llegue al monasterio bajando de un tren para estar sola sin generar algún tipo de tensión notoria… a lo largo de 10 minutos.

No es un gran logro y a pesar de eso Ossorio tiene algunos elementos a su favor. Aprovechando la velocidad de producción que podía tener de parte del fomento de dos países, este filmó en forma express La noche del terror ciego en una partida cedida por fomentos españoles y portugueses, aprovechando al máximo el poder visual que le daba el Monasterio del Cercón ubicado en Madrid y también atendiendo a los efectos especiales del filme que son bastante notorios y que forman parte del colectivo popular de los muertos vivientes.

Los zombies de Ossorio son caballeros templarios cadavéricos y mugrosos, con armaduras y capuchas, personajes que salen de las confabulaciones de leyendas clásicas españolas y que tienen este arraigo de la fe como formadora de cualquier esquema social del país. Son salvajes y además chupasangre y sus apariencias tan bien logradas que puedes imaginar el olor que han de tener se complementan a que sus apariciones a pie o a caballo siempre son en cámara lenta. Ossorio respeta los efectos especiales de José Luis Campos y los apoya con un escalofriante tema musical de parte de Anton García Abril cantado en voces gregorianes al revés. Es de hecho bastante curioso ver a personajes que son trapos negros cadavéricos montar en pleno día y no pensar en lo que propuso Peter Jackson en su Señor de los anillos.

La gente clamaba violencia, un dedo medio a las autoridades y la vilificación del cine que había estado domado, por lo que los templarios de Ossorio que explotan en violencia por el último acto fueron el éxito que el cine español necesitaba. La noche del terror ciego fue un sorpresivo éxito de taquilla durante 1972 tanto a nivel nacional como en su traslado por mercados europeos y hasta en México. Eso hizo que Ossorio a lo largo de los setentas presentara 4 secuelas cada vez en aumento de violencia y sexo. Aunque esto es méramente curioso. Un peldaño al género interesante de repasar pero que ciértamente palidece frente a otras propuestas de otros que a diferencia de Ossorio -y de forma irónica- han sido reapreciados por la crítica.

Puntos extras por mostrar a un niño muerto por parte de esqueletos polvosos, supongo.

https://www.youtube.com/watch?v=gx6m3QbUyl8

 

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO