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domingo, mayo 4, 2025

31 Días de Halloween – Ninja III: La dominación (1984)

Los tipos de cannon vieron flashdance y pensaron: mmm, podemos copiar esto, y agregarle ninjas y posesiones demoniacas.

Los ochentas son la década del ninja. No eran un elemento que aparecían en las películas de artes marciales porque estas estaban enfocadas en demostrar pues eso… artes marciales o el código del samurai, más bien el ninja era una fascinante idea que tenían exaltada dentro de la mitificación de la cultura japonesa en el occidente, y por qué no habría de serlo: un tipo sigiloso y mortal, astuto en esconderse y en un montón de armas.

De ahí que la explosión del ninja ocurriera entre los márgenes de artistas marciales exiliados de Japón y China viviendo en las producciones de artistas marciales americanos como Chuck Norris. Y ahí es en donde entra Cannon, la productora de parte de Menahem Golan y Yoram Globus, enfocada en una nobleza fílmica: la de hacer buen cine. El que lo lograran son otras palabras y es un tema bastante debatible, del cómo Cannon funcionó como distribuidora y productora de películas capricho de grandes cineastas se lograría con un maremoto de cine dentro de la categorización “basura” y en donde Golan y Globus eran genios a la hora de pronosticar efectos en las audiencias y booms de género. Entendiendo la fascinación de las artes marciales y viendo que la imposible tarea de adaptar El ninja de Eric Van Lustbader no se logra, se adelantan a la competencia y consiguen filmar de manera rápida La justicia del ninja en 1981.

A partir de ahí, el resto de sujetos con pijamas de diversos colores que rompen la lógica de camuflaje ninja se vuelve una explosión, porque La justicia del ninja con todo y un Franco Nero que no habla inglés y mucho menos sabe artes marciales se vuelve un éxito, y le deja una linea de proyectos de ninjas a Cannon por desarrollar. La venganza del ninja llega en 1983 y se desprende de Franco Nero, pero mantiene en la secuela a Sho Kosugi, quien había sido el encargado de coreografías de la anterior película, además de ser el villano y de nuevo tienen éxito. Pero Cannon es ambiciosa y también atenta a los efectos de otras películas; si ven que los ninjas sobresaturan el mercado es porque el boom ocurre ya no tanto en katanas y estrellas ninja, no… 1983 es el año en donde Adrian Lynne sorprende a todo el mundo y entrega la sobrecarga erótica y visual que alimentará al videoclip musical con Flashdance, y si eso tuvo éxito, a eso va a ponerse a desarrollar Cannon.

De ahí que para 1984 exista la saga de Breakin -sí, esa infame Breakin 2: Electric Boogaloo existe, no es un chiste de internet- y para no desprenderse de Sho Kosugi como su estrella de arte marcial más valiosa debajo de Chuck Norris, aceptan una tercera entrega de ninjas pero con una molestia para el japonés… porque al igual que Flashdance, y al igual que Breakin 1 y 2, Ninja III: La dominación será protagonizada por una mujer que baila.

Ninja III: La dominación es honesta en intenciones ridículas, porque mete a la licuadora Flashdance, los ninjas de la empresa, con un toque de otros efectos del género del horror como Poltergeist (1982) de Tobe Hooper y El exorcista (1974) de William Friedkin. Esto no debería de funcionar y ahí está, presentándose con un lujo de exceso y evocación visual neón y barata como sólo los ochentas pudieron haber dejado como herencia cultural.

Y bajo ese esquema Ninja III: La dominación a veces alcanza la gloria. Es súmamente divertida por su exceso de muertos en los primeros 12 minutos -27 para ser exactos, casi dos por minuto- de parte de un ninja que se rehusa a morir haciendo cansada la secuencia y con este siendo violento en una misión que sabrá quién le haya dado, sólo para mutar a la parte de Flashdance con Christie Ryder. Si en la película de Lynne su protagonista lograba tener la energía de ser una soldadora de chatarra en el día y bailarina exótica de noche para seguir sus sueños de entrar en la danza artística profesional, Christie es una trabajadora de luz y fuerza que tiene la suficiente solvencia económica para sostener una vida de lujo en una bodega que tiene como casa, con maquinitas de arcade y cuadros pop por doquier y en donde su tiempo libre lo pasa practicando aerobics profesional. Es como si la película no entendiera un poco de la profundidad del personaje de Jennifer Beals aplicándolo en un extremo de la trampa visual que proponía, tan encantadora como para no darle una pizca de personalidad porque no hay necesidad para una mujer que usa jugo V8 como afrodisiaco.

Inevitablemente estos dos mundos del ridículo chocan y Ninja III: La Dominación podría hacer algo inteligente que a veces se le deja ir en su torpeza, porque si algo tienen en común el ninja indestructible del inicio y Christie es que odian, odian, pero cómo odian a los policías.

Ambos imposibilitados en sus profesiones y recibiendo el acoso de estos, por lo menos uno con balas y otro por parte de un tipo peludo que no deja a Christie y en donde de forma curiosa, la película plantea una especie de suavizante al orden y cuerpo policiaco. No era algo diferente a lo que el cine hacía desde antes, e incluso con mejores películas, pero la torpeza de desarrollo deja evidente el esfuerzo en querer hacer que sintamos empatía por un cuerpo policiaco que se vuelve ahora víctima de la posesión de Christy quien termina aplicando venganza en estos para el beneplácito del ninja… y en donde la mayoría eran seres grotescos y corruptos que nunca la película se detiene a cuestionar sobre si sus muertes son válidas por parte de Christy quien ahora funge como antihéroe pero que necesita que sintamos empatía por estos, cuando la verdad son detestables y adoramos la existencia de Christy como un demonio ninja con habilidades.

Desgraciadamente suena mucho mejor de lo que en realidad termina siendo, porque para el tercer acto la película se desinfla. Nunca termina deteriorándose Christy a nivel corporal grotesco como le pasara a Reagan o el mundo de lo paranormal no tiene una función más allá de su posesión inmediata. Sobre todo Christy termina siendo opacada a nivel narrativo por la llegada de Goro Yamada (Sho Kosuki), el verdadero protagonista engañoso de la película quien tiene una historia de revancha contra el ninja fallecido y quien no tiene interacción con la electricista que no sea una pelea insatisfactoria, y en donde ella es dejada de lado porque parece ser que el ninja zombi tiene una bronca tan fuerte con Kosuki -y este es un misógino detrás de cámara- que ahora el cuerpo de Christy no es útil para ahora mutar a la película de ninjas que originalmente había querido ser… pero nosotros no.

Ese encanto de la mezcla es efusivo, y nunca logra sus metas, pero lo que dura en este lapsus brutus tiene un ingenio que no da materia de incredulidad a nuestros ojos y las carcajadas que nos hace soltar por lo menos durante su primera mitad. Es tan ridícula, y tan efectiva que es totalmente recomendable.

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