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martes, abril 29, 2025

31 días de Halloween: Psicosis II (1983).

Es claro que no estaría a la par de Hitchcock, pero la secuela de su película más popular apuntó a lo que nadie esperaba: ser UNO DE LOS mejorES giallo americanoS existenteS.

Lo inevitable para Alfred Hitchcock llegaría el 29 de Abril de 1980; la salud bastante deteriorada del director ya de por sí había vuelto difícil la grabación de Trama Macabra -estrenada en 1976- no hizo más que volver un martirio su relación laboral y constante negativa de levantar por lo menos dos proyectos que tenía contemplados filmar para mostrar su utilidad en el mundo contemporáneo.

La pérdida de Hitchcock dejaba a Estados Unidos sin su autor más referencial e influyente -en siempre necesario mencionar, una reevaluación formada gracias a la oleada de crítica de cine francesa que lo retomó, no los americanos ni los ingleses que lo veían como material de desperdicio- pero con la ida de Hitchcock, también se profesaba un cierre capitular dentro del género del suspenso que en otros espacios internacionales se había nutrido de su morbosidad y de su ingenio de la tensión. Fue por Psicosis (1960) que en Italia la figura de Hitchcock alimentó el subgénero del giallo, presente en su formato impreso -de ahí el nombre- y con el impulso de Mario Bava, con sus crímenes trillados y frecuentados por personajes que rayan en un desborde esquizoide y dentro de los perfiles psicoanalíticos, pero con una serie de asesinatos y momentos de violencia expresivas dentro de una infinita creatividad a la hora de deshacerse de un personaje metiche o víctima.

Y dentro de Estados Unidos, lo que había ocurrido podría interpretarse como el mayor énfasis sobre la violencia y el asesino vuelto monstruo en forma del slasher proveniente de figuras como Bob Clark con su Negra Navidad y Tobe Hooper con La masacre de Texas del mismo año, que sólo advertía la popularidad de este género sobre las audiencias en crescendo; y es que tan sólo el año un año previo al fallecimiento de Hitchcock, el género slasher SU AÑO, con 37 películas compitiendo taquilla, con 34 el año posterior. Fue entonces que Universal, viendo la pérdida de uno de los íconos de su estudio y con la marea de éxitos dentro de un género… que hicieron la asociación poco agraciada de hacer una secuela de Psicosis.

De hecho lo más probable es que Universal no esperaría a la muerte de Hitchcock para avanzar con una segunda parte de Psicosis, tomando en cuenta que estuvieron bastante inconformes con la original Psicosis II, proveniente de la pluma de Robert Bloch (el autor original de la novela que adaptó Joseph Stegano), sobre todo porque Psicosis II de Bloch se dinamitaba a sí misma, lanzando una crítica bastante aguda al hecho de que alguien quisiera adaptar Psicosis a la pantalla grande con Norman Bates -o alguien más- aterrorizando la producción de la película inspirada en sus crímenes.

Universal no buscaría obtener los derechos de la novela -de hecho harían campaña de desprestigio contra Bloch poniéndolo en lista negra por sacar la novela aprovechando el furor de la producción y ganando millones en el proceso- y encomendarían el proyecto a Richard Franklin, quien no tenía mucha fama por aquel entonces con pequeñas producciones australianas que para el estudio representaba lo ideal para un proyecto que pensaban mandar directo a la televisión por cable (por aquel entonces uno de los proyectos que más capital tenía invertido los estudios gigantes de Hollywood). Lo que no pensaron mucho es que Franklin era el indicado para el proyecto, pues no sólamente Road Games que filmó el año previo a Psicosis II era una adaptación de La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) en las carreteras australianas, sino que Franklin tenía un entendimiento y devoción a Hitchcock de tal grado que fue su amigo durante sus años de estudio en La Universidad del sur de California.

El punto es que Franklin también encontraría el beneficio de trabajar con otro estudioso de Hitchcock: Tom Holland, quien ayudó a construir un guión lo suficientemente apto como para hacer lo que el estudio jamás pensó lograr: convencer a Anthony Perkins de regresar a interpretar a su personaje más famoso.

Hay que recordar la situación de Perkins en ese punto. Había pasado la mayor parte de su carrera posterior a Psicosis huyendo de Hollywood por temor a las represalias de su homosexualidad, enfocando la mayor parte de su tiempo en producciones europeas y de vez en cuando apoyando películas de multi cast en papeles secundarios. De manera que su último protagónico fue Gid en Lovin’ Molly de Sidney Lumet en 1974, y como actor de reparto en la fallida El agujero negro de Gary Nelson de 1979. El que Perkins regresara como Norman Bates le aseguraba una calidad y prestigio -encima de popularidad- que el estudio no pensó que tendría Psicosis II, ahora contemplada para un estreno comercial.

Pero la fascinación de Perkins no sería en vano, porque Psicosis II resulta ser una obra lo bastante interesante más allá de sus orígenes explotativos y mundanos. Franklin y Holland nos cuentan un proceso bastante inusual dentro del género del horror y prácticamente inusual incluso en la cotidianidad de la vida real: la readaptación social. Norman Bates (Anthony Perkins) siempre ha sido un personaje desahuciado, afectado por la educación y relación frente a su madre que le hizo tener desdoble de personalidad y que se trata como un hombre en necesidad de la atención médica y psicológica que el sistema judicial le ofrece… pero más en un sentido de lavarse las manos ante su complejo caso.

Bates sale como un posible hombre curado y regresa a su hábitat: a su reducido mundo en forma de su motelucho barato, en el restaurante de al lado de la carretera y en la vieja casona de la colina. Si de verdad se quisiera atender la situación de Norman quedaría en cuidado o con un posible reingreso social adaptativo menos agresivo que dejarlo a su ruina en los lugares que tanto daño le hicieron, pero el sistema judicial no se preocupa de lo que le pueda pasar… que es la peor decisión tomada en total ignorancia.

Contrario a lo que el libro de Bloch y la percepción popular del slasher en este punto podría apuntar, Norman Bates no asesina a diestra y siniestra, porque los involucrados entienden que la tragedia de Bates es la de un hombre sin capacidad de razonamiento decisivo y que prestado a su suerte termina siendo afectado por el peso de su fama y las decisiones de las que no fue precisamente consciente al 100% porque de pronto los cadáveres se reunen en la casona Bates, pero en una forma bastante astuta se nos deja la libertad de tratar de inferir el culpable. Al igual que los habitantes de este desolador paraje entendemos el peligro potencial de Bates y somos conscientes de ello porque se trata de una segunda parte, pero ocasionalmente las situaciones no se prestan a que este sea partícipe de los asesinatos… pero también nos deja en duda si este desplazamiento mental que tiene con Madre es algo de lo que también es acosado o comienza a resurgir en su psique. El guión de Holland traduce estos momentos con bastante sapiencia pero no por ello demerita la evolución del género slasher en este momento.

Está claro que Psicosis II es menos mesurada y más vulgar que la primera entrega, pero es el paso del tiempo y es algo que Hitchcock por lo menos interpretó como mayor libertinaje en Frenesí (1972) en donde se daría tiempo de construir horror sexual libre de las constricciones de censura que le hicieron ser más creativo. Franklin y Dean Cundey –el mismo cinematógrafo de Halloween (1978) de John Carpenter– hacen un uso elegante del espacio gótico al que atacan, con escenas de gore y violencia totalmente inspiradas en la percepción europea y herencia de Hitchcock con el giallo, lo cual también nos apoya a la construcción del misterio sobre quién es madre a quien vaga vez podemos ver con el detalle de su apariencia andrógina.

Y entre esos momentos de salvajismo, Bates trata honestamente de seguir adelante. No sólo es la interpretación doliente de Perkins quien empatiza con su personaje y quien sigue teniendo una cadencia corporal tímida y retraída a pesar de los años apoyada por el score musical de Jerry Goldsmith quien de manera sabia decide no utilizar los temas de Bernard Herrmann y esta vez construir un mundo atmósferico inocente en los temas de Bates que son posesionados por la amenaza de Madre en sintetizadores, también es que por primera vez encuentra un paralelismo y lazo enternecedor en Mary, interpretada por Meg Tilly, la cual también tiene problemas familiares, una relación poco placentera con su madre y quien en este hoyo de mierda a donde paró se encuentra Norman quien trata de por lo menos convidarle algo de la miseria que tiene para que pueda superarse. Es genuinamente tierno y a la vez aterrador tratar de ver que lleve una vida social armoniosa pero que Bates encuentre problemático el simple hecho de cortar un sandwich pobretón sin atender sus tendencias psicopáticas.

Curiosamente, el menor logro de la película se encuentra en una decisión tomada en forma consciente, porque el misterio de Madre se revela no al final del filme, sino casi a la mitad de este. De pronto nuestra atención sobre el misterio termina siendo frustrante bajo la percepción clásica de lo que pueda ser el desarrollo que hemos tenido y las pistas que se nos han dado, pero a partir de ahí surge un malsano giro de expectativas, porque ahora que sabemos la verdad, también es que queremos que Norman -quien no nos ha mentido en toda la película- sea el victorioso y de cierta forma, eclipsamos su progreso en la sociedad.

Norman abrazando su monstruosa aberración mental para la sociedad normal termina entendiendo su posición patética y se fortalece, se acepta por cómo es y por estas instancias del juego, comprende su papel en ser el asesino, en ser madre, y en ser feliz dentro de su miseria. Es un concepto bastante pesimista para una película que nos estuvo tratando de vender un posicionamiento redentor para Bates pero es que quizás sí lo haya sido al final de cuentas.

Psicosis II se estrenaría el 3 de Junio de 1983 y la crítica especializada la veía como una afronta a la vaca sagrada que era Hitchcock, tachándola de vulgar, oportunista y sin gracia, de no poder aproximar algo más innovador para Norman que la de darle su posición paternalista y de importancia en un género que ayudó a establecer… pero su respuesta en taquilla no fue igual. Psicosis II recaudó 34.7 millones de dólares, una cantidad que la posicionaba como la película número 20 de las más taquilleras del año y para Universal, que no le tenía esperanza y pensaba mandar al formato de tele por cable, recibía su cuarta película más taquillera de ese año, casi a la par de El significado de la vida (Terry Jones y Terry Gilliam) de Monty Python.

En cuanto a Perkins, este resurgimiento de atención sobre su histrionismo es algo que aprovechó, porque desde ese punto hasta su muerte Anthony Perkins se volvió una estrella del horror con diversos proyectos y el cuidado de la franquicia de psicosis que llegaría a dirigir, ofreciendo una versión mucho más malsana de Norman que lo deleitaba porque ahora, Perkins se encontraba desatado de cualquier repercusión de su carrera y con ello, tuvo aproximaciones bastante peculiares y estéticas en sus proyectos de dirección.

Psicosis II se encuentra en las plataformas de Youtube, Apple y Amazon.

 

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