El icónico encuentro entre Bette Davis y Joan Crawford, es parte de la leyenda del cine y de las configuraciones LGBT, pero más allá de su influencia camp existe una devastadora obra sobre el olvido mediático.
En 1962 dentro del panorama fílmico ocurrieron dos encuentros de titanes que la gente estaba esperando con ansias, encuentros que sólo parecían haber ocurrido en fantasías de fanáticos dentro de cada lado y que parecían imposibles: por una parte en Japón el estudio Toho tenía la posibilidad de utilizar los derechos de King Kong para enfrentarlo con su lagartija estrella en King Kong vs Godzilla de Ishiro Honda… el otro encuentro y quizás el más controversial, sería el que tuvieron Bette Davis y Joan Crawford en ¿Qué pasó con Baby Jane?
Escribir de ¿Qué pasó con Baby Jane?, inevitablemente va a llevar a mencionar que la película es una primordial piedra referencial dentro de la cultura LGBTQ, quienes han tomado por íconos a los personajes interpretados por Davis y Crawford y en donde esta fascinación radica tanto los aspectos estéticos, como en los tonos camp y mundanos, y en las interpretaciones exageradas de las actrices, lo cual tampoco es de extrañar que estas reinterpretaciones de los personajes las han vuelto una bandera de la comunidad a pesar de tener 60 años de antigüedad.
Lo segundo es por un factor morboso, porque ¿Qué pasó con Baby Jane?, es hasta la fecha un alimento de leyendas de parte del viejo Hollywood y del cual la gente encuentra fascinante la idea de dos íconos del cine que peleaban constantemente por atención y que trazaron una rivalidad en donde se interponían papeles y hombres en medio de los egos inapagables de una y de la otra.
Desgraciadamente estas interpretaciones parecen ser las únicas que la gente ha logrado focalizar de ¿Qué pasó con Baby Jane?, en una historia que tiende a repetirse hasta el cansancio y en donde se le agregan nuevos sub productos o vacilaciones, nada más faltaría recordar el fetiche de Ryan Murphy hacia la rivalidad de Davis y Crawford expuesto en su serie Feud.
La realidad es, que mucho de ese morbo no tiene una fundamentación sólida. Las peleas y discusiones e incluso las frases vocalizadas de una a otra parten de estas fantasías provistas por revistas de chismes que propagaron la atención hacia las dos mujeres, de tal forma que parece haber sido parte también del deterioro emocional de cada una. La gente estaba tan ensimismada entre las peleas de Crawford y Davis que nunca le prestaron atención a sus contextos históricos, de mujeres en un borde del olvido.
Ambas eran de diferentes capacidades y modalidades actorales, pero ambas también representaban una fortaleza de querer seguir demostrando su valía como actrices frente a la oleada de nuevas figuras femeninas más jóvenes y que terminaban por captar la atención de las cabecillas de los estudios gigantes, quienes también intentaron manipularlas durante gran parte de su carrera en la antigua modalidad de exclusividad de contrato de cada una.
Davis y Crawford nunca se conformaron con eso y estuvieron saltando de proyecto a proyecto y de estudio a estudio…, ganando una voz de independencia que hipocritamente sus compañeros y estudios parecían detestar y que generaron en su completo olvido. Para cuando ¿Qué pasó con Baby Jane?, era formulada como una película de parte de Joan Crawford, ésta se encontraba en una completa miseria emocional y económica, pero sabía que la novela de dos actrices olvidadas era el material perfecto para ella y para Davies a quien ya parecía haber entendido como la que a pesar de estar en la misma situación de pelea por validez en el cine moderno, ciertamente era la más consagrada por los premios que ella sólo pudo obtener una vez.
Entendió que sin Davies, todo se terminaría yendo a la mierda.
Durante su estreno ¿Qué pasó con Baby Jane?, la obra fue tachada de película que entregaba la carne al asado dentro de la concepción de farándula en las figuras de Davis y Crawford y también como un producto inferior entregado por Robert Aldrich quien fue considerado mediocre en su función como director… calificativo bastante exagerado. Si bien la carrera de Aldrich no es precisamente una llena de elementos tan notorios como otros de su época, era un director funcional y en el caso ¿Qué pasó con Baby Jane?, entiende al horror de una forma bastante lograda.
Sigue el guión de Lukas Heller -que a su vez adapta de manera fiel la novela- al pie de la letra, su intención radica en darle importancia a ciertos elementos críticos dentro de la obra que se materializan de forma metatextual. Al tratarse de una película en donde dos mujeres terminan siendo olvidadas, Aldrich de inmediato pone énfasis en la explotación laboral infantil de parte de figuras masculinas y que con el paso de los años éstas terminan controlando el destino de las figuras presentes causando un descontento y obvia movida para causar conflictos interpersonales, sin un momento de reflexión o de agarrarse el corazón.
También es que de manera muy curiosa Aldrich enfatiza que las nuevas tecnologías como la televisión son las que van a permitir a futuras generaciones acercarse a productos que de otra forma fueron olvidados en su momento, muy a pesar de que estas aproximaciones cínicamente las postula como relleno comercial de empresas que quieren dominar el entorno televisivo, como es el caso de una marca de comida para perros que obtiene los permisos de transmisión de películas de Blanche Hudson (Joan Crawford).
Pero por sobre todo la mayor virtud de Aldrich radica en la libertad expresiva que deja en sus actores y en la forma en cómo decide que la cámara capture a las dos hermanas que son totalmente radicales.
Blanche es tratada con una elegancia y fragilidad, siendo poco sutil la evocación de la mujer como si fuera un pájaro encerrado en su jaula y Crawford expresa una inconformidad que se presta a entender como un sufrimiento martírico que poco a poco vamos entendiendo. Es una desgracia que su papel fuese oprimido por parte de la crítica porque la gracia de Blanche encima de verla sufrir es entender sus pecados internos y de una mutación del miedo y odio frente a su hermana a pesar de las constantes golpizas y humillaciones en donde no pierde esta elegancia y profunda mirada triste.
Algo que probablemente la crítica no tomó en serio cuando tenía en frente a Bette Davis como Baby Jane. Si Blanche envejece con decoro y dignidad en su presencia y amabilidad frente a otros, Baby Jane a través de Davis es treméndamente explosiva. Sus gesticulaciones rayan un espectro dentro de lo teatral y sus caras de disgusto son acrecentadas por la grotesca imagen visual que plantea a su rostro: de una mujer de aseo poco digno a la que en vez de bañarse aplica una plasta de maquillaje que constantemente se va deformando también gracias a las contraluces de Ernest Haller en fotografía.
Baby Jane es un gran villano porque a través de su omisión de higiene y apariencia desaliñada se esconde la intención de no aceptar su propia condición de mortandad y de entendimiento como algo del pasado. Constantemente le recuerda a la gente que interactua con ella de su fama cuando son pasadas las generaciones y su actuar berrinchudo es también una forma de expresar la renuencia de querer abandonar su época de oro cuando era una niña y su mayor preocupación era pensar si podía tomar helado como parte de la comida.
Eso vuelve gran parte de su patetismo como una carta amarga que vamos viendo y en donde también entra en conflicto el razonamiento de su crueldad hacia su hermana y en donde podría asesinar no sólamente para demostrar que en un punto alguien está dispuesta a recordarla y quizás tener una oportunidad de ser relevante, sino de borrar la memoria de su hermana a la que la televisión ha postulado como superior a ella… ella tan carente de una lata de perro y de una audiencia que se siente a ver sus películas.
Ahí es donde entra la etiqueta del horror en ¿Qué pasó con Baby Jane?
No es una película de contenido tremebundo o visceral, pero ciertamente el horror de una mujer atormentada por una hermana que se embate entre la manía mental y total entendimiento de sus acciones van generando escenas de una construcción perfecta de la tensión que es muy probable que haya inspirado a personas como Rob Reiner en su adaptación de Misery (1990) o, considerando la antelación del tiempo de la propia Psicosis de Alfred Hitchcock que no se estrenaría hasta el ’68.
¿Qué pasó con Baby Jane?, frente a todo el pronóstico de los estudios y de la gente que conocía a las dos mujeres, fue un éxito de taquilla y hasta de crítica; por lo menos en en área en donde le interesaba al duo: los premios de la Academia. Obteniendo nominaciones en fotografía, vestuario, sonido y en las categorías histriónicas de Mejor actriz para Davis y Mejor actor de reparto para Victor Buono, el cual no lo hace mal como un hombre que intenta aprovecharse de la compensación monetaria posible de dos leyendas de Hollywood siendo un propio expatriado del sistema, pero esta era una acción claramente que intentaba olvidar al otro engrane de la película: la mustia de Crawford.
A pesar de no ganar un premio y de ahora sí generar la enemistad entre las dos mujeres que involucró a la no nominada recoger un premio para restregarlo en la cara de la que sí lo estaba… la tristeza recorre ¿Qué pasó con Baby Jane?, porque los estudios lejos de apreciar el triunfo de estas dos mujeres que revelaron, no sólamente su permanencia popular sino también la validez de las mujeres de la tercera edad como actrices de respeto y valía de taquilla, lo único que vieron es que podían aprovechar este nuevo temor.
Este que ahora tomaba a mujeres de edad avanzada y las ponía en situaciones explotativas del horror para su propio beneficio y que sabían que estas no podían negarse por la falta de ofertas. Es algo que es más duro de ver en parte de Crawford quien sí accedería con mayor facilidad a actuar en este tipo de películas a diferencia de Davis que sí llegó a pensarlo en más de una ocasión.
¿Qué pasó con Baby Jane?, no tiene la culpa de esto al ser el mejor producto de este subgénero, pero es un triste recordatorio de que al tratar de demostrar la corta memoria de la industria, esta no cambió.