No hay ninguna duda de la gran herramienta que posee el Homo sapiens: su increíble capacidad de adaptación. Puedo asegurar que no hay otra especie en la Tierra, con esa facilidad de llegar a un lugar y poder normalizar su vida, en un espacio desconocido, en donde se encontrará con personas ajenas, con idiomas y costumbres totalmente distintas. Toda esta capacidad es secundaria, ya que después, iremos acabando con casi todo lo que nos rodea, dado que no tenemos esa cultura de la conservación de lo esencial.
Piense: cómo la pasaría un chimpancé, nuestro pariente genético más cercano, si lo llevamos a vivir a la Antártida. O a un oso polar, a que se adapte a las selvas o sabanas africanas. En primer lugar, sería un acto cruel. Segundo, no sobrevivirían. Por el contario, nuestra especie sí podría sobrevivir al cambio de clima o cualquier otra adversidad. Siempre lo ha hecho. La pasaría muy mal al principio, pero tarde que temprano, acabaría destruyendo ese hábitat, queriéndolo o no. Con esto no quiero decir que nuestra especie sea mejor que las otras. Es solo una especie más. Y es muy claro que lo único exitoso, y que nos distingue de otras especies, es la adaptabilidad a cualquier ecosistema.
Nuestra arrogancia como especie incluye una clasificación en el reino animal, que nos pone en un plano superior a todo lo que está clasificado, suponiendo que el sapiens, nos va muy bien. Pero qué cree, estimado lector. El “apellido” generalizado para todos los habitantes humanos de este Planeta, nos queda muy holgado.
Somos tan ignorantes de los procesos de las otras especies, que ensayamos en ellas nuestros propios remedios, para los males que hemos propiciado, sobre todo a partir de esa, que otros y también su servidor, llamamos Tercer Movimiento Civilizatorio, que inició lo que todos veían como el gran acierto, pero que a final de cuentas, ha traído más problemas que beneficios: La Revolución Industrial.
Se hizo más que evidente el crecimiento desmedido de la humanidad y de los medios de producción a partir de ese momento, lo que trajo problemas sociales profundos, además de complicaciones en la salud, que no se habían visto en el transcurrir de los siglos y milenios anteriores. Y no significa que antes de ello no hubiera problemas de ese tipo, pero ese momento es clave para la instauración de la “modernidad” y “post-modernidad” que hoy vivimos, y que en ocasiones nos aterra, pero como estamos acostumbrados a adaptarnos, no nos importa tanto. Tarde que temprano, vendrá el paliativo.
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