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viernes, abril 19, 2024

67º Muestra Internacional de Cine: Esto no es Berlín (2019)

Las aproximaciones cinematográficas referentes a la pubertad son un subgénero del drama o la comedia que siempre van a permanecer vigentes entre públicos de diversas generaciones, porque al final de cuenta persiste una universalidad latente en el tema, en la idea de la desconexión entre los adultos y aquellos que son repudiados y que apenas están haciéndole frente a la sociedad y lo que ellos puedan aportar a esta. Es a tal extensión, que también es un género que no puede jactarse de desconocido en el cine nacional, empero, la diferencia que radica en Esto no es Berlín parece también retribuir a la dinámica ya tradicional de todas las formas de arte y cultura popular, de mirar con nostalgia al pasado. El valor que encuentra al hacer esto es gracias a Hari Sama, director y co-guionista del proyecto quien tiene como objetivo el exteriorizar sus anécdotas y fascinaciones de cuando era un puberto en la ya casi cuarentona década de los años ochenta.

Hacer esto parecería tradicional en y revisado hasta el montón por los demás… pero resulta una curiosidad Esto es Berlín ya que es una etapa que se tiene como noción, pero pocas veces retratada;  y con ello Sama comienza a dar despuntes críticos de una variedad de temas unidos a la angustia adolescente: Los amigos que empiezan de una forma y terminan como otra y el descubrimiento del amor, la sexualidad, las drogas, y la música que siempre van enfilados en un camino natural, pero al que su director parece no siempre tener una mirada específica sobre lo que intenta retratar o el por qué.

Esto se da particularmente en dos temas y que son eje central de la película: el despertar juvenil y el mundo del arte; del primero Sama parece interpretarlo ocasionalmente como un recorrido moralista, una senda decadente por parte de su protagonista que al final nunca decide por su cuenta y termina arrastrado por la corriente que intuye será la mejor para no estar pensando en qué está haciendo con su vida. Es interesante y loable generar un protagonista que se vuelva antipático y que parece no entender su entorno o aprender de este, un punto que Esto no es Berlín salta aunque en realidad nunca hay consecuencias graves de las pésimas decisiones que se toman durante el transcurso del filme, nunca hay un punto de inflexión o una naturalidad.

El otro asunto, no es tan atinado.

Hay un gran número de secuencias y subtramas de los protagonistas en torno al arte, sea en música o performance o fotografías. Estos seres terminan siendo un estandarte de contracultura porque van en contra de lo establecido como normativo y mayoritario y esta cuestión de rechazo parece ser el principal motor de búsqueda y de desenfreno que va de la mano con la edad… pero Hari Sama en repetidas ocasiones parece tener un discurso sin dientes sobre el arte contemporáneo y la falsedad de este, repudiado por gente que ve a estos figuras darse autofelaciones de complacencia que no van a llevar a nada importante. Es sin dientes porque estas miradas críticas del arte y su función van encaminadas a algo que jamás termina por cuajar o dejar en desperfecto a través de los defensores de ideales exhibidos, aparentando una similitud entre las nulas decisiones del protagonista en su entorno y el arte por el que parece vivir.

Esto pareciera ser un gran desatino por parte de Esto no es Berlín que la volvería exhausta, pero en realidad es una película que aprovecha muy bien los elementos positivos que tiene para volverse un recorrido ameno. Xaviani Ponce de León y José Antonio Toledano como Carlos y Gera son bastante entrañables y poseen una química de amistad bastante natural, Ximena Romo aparece bastante diferente a lo acostumbrado como la rebelde Rita, y el propio Hari Sama parece tener un diálogo entre su yo del pasado y lo que es ahora interpretando a un tío bastante memorable y empático. Y a pesar de que la música no se encuentre representada como una forma temática, es un adorno que hace factible la concepción de un imaginario ochentero, incluso más frente a otros elementos como el visual –es bastante obvio que Sama hace lo que puede para traer la época en un diseño de producción que no cuenta con el presupuesto otras películas como Roma (Alfonso Cuarón, 2018)-  a través de una curaduría de materiales New Wave de la época y material original ofrecido por HOFFEN.

Con estos factores, Esto no es Berlín sí salta la vara interpuesta por otras películas del género y posee una identidad atractiva, en una película que termina invitando a su audiencia a profundizar en la década y el estilo visual musical que emula.

 

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