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jueves, abril 18, 2024

7ª Disquisición. La huella ecológica

Eso que llamamos Huella Ecológica, supone el deterioro que le causamos a la Tierra por el consumo desmedido de recursos, los cuales no tenemos la educación suficiente para devolverlos, y en caso de que tengamos la conciencia de que no los vamos a devolver, lo mejor sería consumirlos de una forma muy controlada.

Y no me refiero solo a lo comestible. No. Existen muchos recursos no renovables, que a la par de estarlos consumiendo de forma descontrolada, permiten una inconmensurable contaminación que va degradando el endeble equilibrio ecológico que, por esta misma causa, se ha deteriorado a niveles que ya es casi imposible detenerlos.

Ríos, mares, montañas, ciudades, son algunos ejemplos de este mal que, como ya lo comenté en una Disquisición anterior, se multiplicaron desde el inicio de la Revolución Industrial, a mediados del Siglo XIX.

La Huella Ecológica, se refiere de manera importante a que, a pesar de tener perfecta noción de lo que quiere decir, nos importa muy poco solucionarlo. Y aunque se han hecho campañas educativas los resultados son mucho menos satisfactorios de lo que deberían ser.

Exterminamos especies, con el afán de tener un alimento “de calidad”, una vestimenta “adecuada”. Incluso, asesinamos a miembros de la misma especie a la que pertenecemos, con tal de “obtener” un electrónico con la tecnología de punta, que suponemos, nos dará un “status” envidiable. Consumimos grandes cantidades de agua para fabricar esos aparatos electrónicos, y que ellos nos permitan un trayecto más “ameno” o “productivo” en nuestra vida de excesos consumistas.

Consumismo, que solo beneficia a unos cuantos. Sí, a esos dueños de las poderosas marcas y los grandes capitales. Marcas que nosotros mismos ansiamos tener en nuestras manos, para sentirnos vivos, reconocidos socialmente, que se pueda percibir que existo por el simple hecho de consumir.

Eso agiganta nuestra Huella Ecológica de manera exponencial. Tan grande es ese fenómeno, que raramente volteamos a lo básico. Regresar a la naturaleza es algo que nos deberían enseñar, desde ya, en las escuelas. A sembrar, a cosechar, a compartir e intercambiar excedentes; a consumir lo estrictamente necesario, y tal vez a partir de ese momento, la Humanidad, logre reestablecer el equilibrio con el Ambiente. Entiendo, y lo estamos viendo, que el Ambiente no depende de nosotros. Nosotros , dependemos de él. Somos una especie más en este gran universo de seres vivos y no vivos. Y cuando lo tengamos muy claro, ¡BIENVENIDA NUEVA HUMANIDAD!

El problema clave es nuestro ANTROPOCENTRISMO, que nos ha llenado de arrogancia y nos va empujando al vacío, irremediablemente. Creemos ser únicos, y que las demás especies deben depender de nuestras frívolas decisiones.

Me pregunto, les pregunto, estimados lectores: ¿Realmente el Homo sapiens llegó hasta este momento en donde nos encontramos, a doscientos mil años de haber irrumpido en este Planeta Tierra, a destruir todo? ¿Eso es nuestra meta como especie, dejar esta Huella Ecológica tan devastadora?

 

#DisquisicionesSociales

#DisquisicionesSocialesCarlín

 

Copyright: ©Sergey Nivens – stock.adobe.com

 

Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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