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miércoles, abril 24, 2024

Acompañando a la mamá que sufre una pérdida perinatal

Por: Miriam del Toral. Declaro no tener conflicto de interés.

 

Perder un hijo, de la edad que sea, es un gran dolor. 

Pero el duelo menos acompañado, es aquel que ocurre en la etapa gestacional, cuando el bebé todavía está en el vientre de mamá.

 

Toda la ilusión con la que se inició la espera, de pronto se convierte en un gran shock. A veces hay motivos muy claros por los que ese pequeño no llega a nacer. Pero en muchos otros no. Es hasta que se acude a alguna cita de control cuando se percibe que el bebé ha dejado de crecer o posee alguna condición genética para la que será inviable la sobrevivencia.

Comienza un calvario para esos padres. Tiene que pasar del impacto de la noticia a tener que tomar decisiones tales como determinar cuándo se realizará el legrado (en caso de que el bebé ya no muestre signos vitales). O peor aún, si el bebé aún está vivo pero no podrá sobrevivir, ya que por ley, se considera aborto y en muchos estados de México, se considera ilegal, sobre todo si el diagnóstico se da después de las primeras 12 semanas de gestación.

Lo que para el personal de salud es un embrión, feto o producto, para los padres es un hijo de sus entrañas, unos sueños rotos, un cuerpecito que ya no abrazarán.

La visita que tienen que realizar al hospital se hace casi en solitario y se considera “procedimiento”. Se cuida la salud física de la madre, pero no en todos los casos, su recuperación emocional.

Después de un evento así, que suele que ser inesperado, la madre recibe la indicación de unos días de reposo… pero no instrucciones para aliviar la congoja del alma.

La familia y amigos  cercanos, en ocasiones no saben cómo reaccionar, cómo acompañar a esa pareja, cómo sostener a la mamá.

Para empezar, debes considerar que en muchos casos, los padres ni siquiera tienen la oportunidad de despedirse del pequeño; no hay un servicio funerario como tal. Incluso, si el  peso de los restos del bebé son menores de 500 gramos, tampoco se cuenta con un cuerpo, un vestigio de su existencia..

Ante la duda… se hace un vacío.

Poco se habla de ello y si se hace, ocurre sólo durante los primeros días…

Si la comunicación entre mamá y papá no es abierta o profunda, cada uno intenta lidiar con su dolor por separado, suponiendo que lo que siente no lo puede entender el otro y viceversa. Las personas caen en el error de sólo preguntar a la madre como está, relegando el duelo del padre.

Hay dolor no solo por la pérdida, sino también, por el silencio…

He notado que las personas que están alrededor de unos padres que pasan por algo así, hacen un acuerdo tácito de no hablar del asunto “por respeto”… Sí se ofrecen frases tales como: “estoy para lo que necesites”; “lo siento mucho”… pero en realidad, no comprenden que cuando se pasa por una pérdida, hay poca capacidad de tener claro qué es lo que se necesita.

A veces pienso que si eso que las personas consideran “respeto” hacia el dolor de la pareja o de esa madre, es más bien el riesgo de preguntar acerca de ello y el temor de luego no poder contener a la persona doliente.

Desde mi hacer como acompañante tanatológico y como persona que ha sufrido duelos, puedo decirles que se aprecia mucho cuando se da la oportunidad de hablar sobre esa pérdida. Se agradece también que se le permita a esa persona estar triste durante un tiempo, en lo que acomoda el shock y se transita durante el proceso de duelo. Y se agradece aún más, que se haga desde un interés genuino y verdadero, donde hay la disposición de acompañar las lágrimas sin querer detenerlas de manera brusca o forzada, sin mostrar incomodidad por el dolor del otro.

Es dejar salir al “tanatólogo” que todos llevamos dentro, prestando escucha empática, brazos dispuestos a sostener y comprender que el dolor y las pérdidas son parte de nuestra condición humana, por lo cual, lo más humano, es conmoverse con el otro sin que ello implique que tú te vayas a romper.

Por favor, evita frases como:

“Dios no te manda algo que no puedas soportar “

“Lo bueno es que son jóvenes, ya podrán tener más hijos”

“En cuanto estés mejor, pónganse a hacer la tarea para reponer a este bebé “

“No llores, porque no dejas ir al angelito al cielo”

“No estés triste, pues fue voluntad de Dios”

Créeme estás frases NO SON BIEN RECIBIDAS, por el contrario, duelen.

Si no sabes qué decir, no digas nada, sólo brinda un sincero abrazo, acomídete a llevar comida, acerca la lectura de algún especialista sobre el tema. Si la pareja tiene otros hijos, ocúpate de ellos algunas tardes para darles la oportunidad a los padres de llorar o descansar.

No los fuerces a retomar su vida “normal” (social/profesional) inmediatamente, pero siempre pregunta antes de dar por hecho que no asistirán. Tal vez pasen algunas semanas o meses antes de que la pena pase. Es probable que tarden algún tiempo en recuperar su sonrisa, pero lo harán… mientras tanto, mantente amorosamente presente.

Si leíste hasta aquí, es que tu preocupación y ganas de ayudar son genuinas, así que confía en que tu amor guiará los siguientes pasos. Gracias por ello.

 

#dueloperinatal #pérdidasyduelos

 

Miriam del Toral
Miriam del Toral
WhatsApp para asesoría de lactancia: 477 674 9021. Asesora especializada en Lactancia y Múltiples, Lactivista, columnista, comunicóloga, especialista en Desarrollo Humano y en Facilitación de Grupos. Acompañante Tanatológica. Es fundadora de Maternidad Sustentable, donde se difunde información sobre lactancia materna y crianza respetuosa. Docente en PILU. Colabora en Fuente de Vida, Grupo de Apoyo a la Lactancia y en UPA Tribu.

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