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viernes, abril 26, 2024

Agenda Desde el Cono Sur: cacerolazos en Argentina

Por: José Vales

BUENOS AIRES, Argentina. En la estruendosa protesta a cacerola batiente de la clase media argentina contra el gobierno de Cristina Kirchner hubo tal vez nueve mil personas menos. Integrantes de esa bisagra social que suele motorizar la economía y que hoy carece de representación política, tanto en Argentina como en otros países de la región, eran los que acompañaban a Sergio “Maravilla” Martínez, en esta ciudad el sábado en la noche cuando derrotó al mexicano Julio César Chávez.

Fueron los que por momentos transformaron el Thomas & Marck Center de esta ciudad en la mera Bombonera en días de fútbol. Se gastaron 7 mil dólares promedio, para llegar a “La ciudad del pecado permanente” y ver a un argentino campeón mundial. Amén del presidente de Asociación de Bancos de Argentina, Jorge Brito, el actor Guillermo Francella o la modelo Jésica Sirio o la diva Susana Giménez que suelen anotarse por igual en todos los gobiernos y eventos, el resto sólo llegó allí gracias al subsidio de dólares que el gobierno le otorga a ese sector a través de las tarjetas de Crédito que ahora busca cancelar de alguna forma.

Vaya paradoja, para ese sector social también hay subsidio del gobierno, pero igual la protesta del jueves atacó los que el gobierno otorga a discreción en sectores bajos. La movilización más multitudinaria desde la caída de Fernando De la Rua, en el 2001, tiene otros antecedentes que no pasan justamente por la política de subsidios, sino por su destino final.

En esta columna se viene anticipando desde hace meses las sinrazones del gobierno en muchas de sus actitudes y medidas, Lo que ocurrió el jueves fue el principio de un hartazgo de un gran número de ciudadanos en todo el país, que vive preocupado por la desaceleración económica, que sabe con certeza que tendrá que asistir nuevamente a tragedias como la de la estación Once en febrero pasado, que se hartó de la corrupción en el seno del poder como el escándalo del vicepresidente Amado Boudou y del aumento de la inseguridad, de la inflación, la cada vez más pesada carga tributaria, la prohibición de comprar dólares y el no poder importar insumos para la industria. Pero sobre todo se manifestó contra un estilo autoritario, de confrontación permanente y el proyecto de reelección.

Esos manifestantes no utilizaron herramientas de la política para manifestar su hartazgo y ahí está su problema y tal vez su boomerang. Avanzó con el odio en las consignas, con diatribas clasistas y personales contra la jefa de Estado ante la carencia más absoluta de herramientas políticas y de representantes válidos entre los dirigentes de oposición. Y ya se sabe, como dice el dicho, que lo que no mata fortalece.

Por eso la presidenta decidió desoír y hasta mandar a sus funcionarios a mofarse de los manifestantes. Está convencida que a pesar de la caída en las encuestas, de cambio brusco en el humor social y de la sorpresa que causó el número de manifestantes puede revertir la situación. Con la militancia juvenil en la calle, que saldrá la semana próxima en una contramarcha, pero también con una buena cosecha de la soja el año próximo. Y ahí queda al desnudo sus contradicciones y el falso progresismo que también se denunció en las calles el jueves.

Es justamente “la oligarquía ganadera”, como desde el poder se suele denominar a los productores agropecuarios, los que aportarán los dólares que hoy faltan en la cuenta corriente del Gobierno.

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