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jueves, abril 18, 2024

Agenda Washington: la caída de Petraeus

Por: J.Jaime Hernández

WASHINGTON, E.U. Tras una victoria inapelable, el presidente Barack Obama inicia una semana de intensos contactos para tratar de evitar la temida cita de Estados Unidos con “el precipicio fiscal”, un escenario que arrojaría nuevamente a la nación en brazos de una inestabilidad y una volatilidad financiera con el potencial de enviar a los mercados hacia las profundidades de una nueva recesión.

Por el momento, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, ha dicho que se encuentra dispuesto a escuchar las propuestas del presidente.

Unas que pasan por negociar el fin de las exenciones y privilegios fiscales que vienen de la era de George W. Bush y que han beneficiado a los más ricos y a poderosas corporaciones.

Si no hay acuerdo, la amenaza de recortes inmediatos por 650 mil millones de dólares al presupuesto y el aumento automático de la tasa impositiva para más de 30 millones de ciudadanos, dejaría al país a merced de una crisis de credibilidad y a millones de ciudadanos al pairo y sin esperanzas de recuperar terreno en el crecimiento de la economía y en la recuperación de empleos.

De ahí la importancia de creer en la honestidad y en la lealtad de los republicanos. Pero no hacia la presidencia de Barack Obama, que se acaba de alzar con una victoria de proporciones épicas, sino al conjunto de una nación que hoy se truena los dedos con la esperanza de que, en esta ocasión, la clase política se encuentre a la altura de las circunstancias.

Cuando hace cuatro años, el entonces líder de la minoría republicana, John Boenher, declaró que se encontraba dispuesto a discutir de forma abierta y sincera la agenda del cambio del presidente Obama, muchos quisieron creer en sus palabras.

Hoy se sabe que, mientras Boehner decía ésto en público, en privado les decía a sus 178 correligionarios que, en el primer encuentro, se opondría a la totalidad de las propuestas del presidente quien les había extendido una invitación para recuperar al país de la recesión y para encontrar la mejor forma de estimular la economía.

A pesar de que, en público hablaban de cooperación, en privado los republicanos maquinaban su verdadera agenda: evitar a toda costa un segundo mandato de Barack Obama.

A sólo unas horas de un encuentro que se celebrará en la Casa Blanca, se sabe que John Boehner ha tenido ya una primera ronda de contactos con sus correligionarios para aceptar que, a diferencia de hace cuatro años, en ésta ocasión el riesgo de sabotear las negociaciones va contra los intereses de la nación, pero sobre todo, de su propia supervivencia política.

En el inicio de ésta semana, otro asunto que se asoma en forma de crisis irresuelta es la renuncia del director de la CIA, David Petraeus, un militar de brillante carrera que hoy es comidilla de toda la nación, por sus devaneos amorosos con su biógrafa, Paula Broadwell, una mujer que al final se convirtió en su perdición.

En medio de una investigación, lo más parecido a un escándalo de alcoba e intriga palaciega, los indicios apuntan hacia un triángulo amoroso –o cuadrilátero si se toma en cuenta a su sufrida esposa Holly Petraeus–, en el que Paula Broadwell enloqueció de celos ante la proximidad del general con otra mujer, cuyo nombre y rostro permanece en el anonimato.

Por el momento, la información es tan difusa como escurridiza. Los detalles se antojan vulgares y escabrosos. Pero, mientras la reputación y carrera de Petraus se han ido por la tasa del baño, el presidente Obama tiene que decidir el recambio en la línea de mando de su principal agencia de inteligencia.

Y todo esto, mientras el partido republicano insiste en su campaña para desentrañar y exponer a la administración Obama como un gobierno irresponsable e incompetente que fue incapaz de vislumbrar el atentado que costó la vida del embajador en Libia, Christopher Stevens. Precisamente, lo sucedido en Libia, permanece flotando en el ambiente de un escándalo que le ha costado el cargo al director de la CIA, como un escenario alterno al de las amantes de David Petraeus. Como una pieza que muchos ciudadanos sospechan clave para entender las verdaderas razones de la administración para despedir a Petraeus.

Sólo el tiempo podrá desentrañar las interioridades de lo que ha sido presentado como un vulgar asunto de infidelidad para explicar la caída en desgracia de un hombre que sucumbió a los encantos de una, o dos o varias mujeres.

Con información de agencias.

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