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martes, abril 23, 2024

Alien: Covenant

Recuerdo muy bien que al salir de Prometeo (Ridley Scott, 2012) estuve satisfecho por haber presenciado una “obra maestra”… el gusto me duró el viaje del cine a la casa, porque mientras más lo pensaba y platicaba, encontraba en Prometeo el caso más decepcionante que había presenciado pero que sus fallas pasaron desapercibidas porque la vi en una sala 3D y no me canso de mencionar que esa es una de las películas que mejor aprovecharon ese gimmick.

Sí, el 3D realzó una película fenomenalmente bella al ojo pero con un guión soso y de trama que no resolvía nada de lo que prometía. En ese entonces encontré a quien supuse fue el culpable de semejante falla: Damon Lindeloff. Hasta la fecha cualquier proyecto que tenga su nombre causa en mí una alerta de peligro inminente porque es fanático de conceptos inconclusos que vende como misterio. Porque yo ¿echarle la culpa a Ridley Scott? No pasó eso por mi cabeza.

Han pasado 5 años de mi decepción por Prometeo, y ahora estoy en la sala presenciando la entrega que supone arreglaría los baches del pasado.

Lo que puedo decir es que no arregla nada, cae en clichés, es torpe… y de alguna manera entretiene.

Si tenemos que hablar de los bueno sin duda alguna es lo visual. Ridley Scott nunca ha tenido una película que se vea horrenda porque sabe utilizar escenarios construidos y los generados por computadora. La misión del Covenant es asombrosa y la llegada al planeta de los arquitectos es majestuosa por los escenarios naturales y cientos de construcciones olvidadas por el tiempo.

Es un excelente trabajo por parte de Dariusz Wolski, que antes había trabajado con Scott en El Marciano pero que en Alien Covenant vuelve a ser el fotógrafo a considerar cuando se trata de escenas en penumbras (después de todo fue el encargado de El Cuervo y Dark City de Alex Proyas).

Del cast sobresale como siempre Michael Fassbender. En esta entrega haciendo el doble papel de los androides David y Walter, son dos lados opuestos de la moneda porque mientras David sigue con sus aires de grandeza y de curiosidad que causaron la tragedia de la película anterior, Walter es un androide servicial y de menor capacidad intelectual pero más enfocado a cuidar a los humanos con los que ha encontrado una conexión.

De ahí en más es una pena.

Y digo una pena porque Alien, una franquicia que rompió esquemas, se siente torpe. El guión de John Logan y Michael Green peca de pretensioso arrojando referencias al arte y a la religión a diestra y siniestra y al tener estos aires de grandeza descuida a sus personajes, que no son más que carne de cañón desperdiciados porque los guionistas ponen el concepto del matrimonio y la pérdida sin mucho chiste; son carentes de una personalidad y estúpidos… muy estúpidos, demasiado.

Y eso pensaba porque Alien ahora es una película derivada de clichés, en donde sus personajes no piensan, donde tropiezan con sangre en el mismo sitio, en donde hay peligro inminente y ahí van como imbéciles a sufrir las consecuencias, en donde una pareja se dispone a tener sexo para sufrir el embate del xenomorfo.

Alien se ha vuelto una película barata de slasher, un género barato del que nunca tomó inspiración.

Entonces entendiendo que se trata de una película de ese estilo decepciona por ser una entrega de parte de un director que supone ser el padre de la franquicia. Pero de alguna forma entretiene por hacer suspenso barato a sabiendas de lo que va a pasar, personajes detestables que mueren de manera satisfactoria –en una ola de gore demasiado extraña tomando en cuenta que se trata de una película de estudio- y el xenomorfo que adopta el diseño original de H.R Giger, en cgi y menos creíble que la versión del 79, pero ahí está.

Sólo no pidas que se vea real.

Y eso define Alien: Covenant, ahí está, por capricho de Scott de que nadie más debe tomar la saga (anteriormente James Cameron y Neil Blomkamp estaban inmiscuídos). Con esta película oficialmente anuncio mi desencanto con el director, quien se ha vuelto una diva del cine y carece ya de la pasión por entregar obras de arte, quien se ha dedicado a resguardar con recelo y capricho el deseo de contar una película de origen que ¿De verdad se necesitaba?

 

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