Es una fecha memorable para los mexicanos que defendemos a la nación de los realistas españoles que todavía tienen vida política en nuestro país, a pesar de los años, alcoholizados y con sentimientos propagandísticos dan su grito como aullidos propagandísticos y publicitarios.
Ahora, es una proclama política llena de publicidad, ante los designios agoreros y grandes catástrofes naturales y políticas, declaran su reinado utilizando las campanas eclesiásticas de un clero cómplice y sanguinario.
Existen reveses que no se pueden evitar ante sucesos prósperos, la confianza depositada en las manos de los gobernantes para dirigir los destinos de un pueblo soberano se está perdiendo.
El 16 de septiembre de 1810 es un recuerdo que está vigente a pesar sus diferencias de las épocas históricas, seguimos siendo esclavos y no hombres libres, vivimos en la servidumbre y no somos ciudadanos miembros del Estado.
Las leyes existen pero no son observadas por los gobernantes, vivimos derrotados ante la adversidad, abandonados por la fortuna, solo están los enemigos de la virtud y tienen como compañero el crimen, así transcurren los años y el Congreso de la Unión no despierta ante los gritos de libertad que resuenan en los diferentes rincones de México.
Se están agitando los ánimos, existen reclamos que son apagados con hierro y muerte por escuadrones de la corona; pero el entusiasmo y el heroísmo no desaparecen porque el grito de libertad es parte de nuestra condición humana, señala Emmanuel Kant, haz valer tu razón.
Los valientes conquistan la libertad por la indignación que ocasiona el poder tiránico que derrama su propia sangre ante la traición alevosa, barbaros que se imponen a través de las armas, el campo mexicano está lleno de cruces, por los desaparecidos y los cementerios clandestinos.
Existe desconfianza y temor en la clase gobernante a pesar de sus excesos de propaganda que se convierte en publicidad; es el sentir de los vencidos que no tienen tranquilidad ni armonía en sus corazones, por los insultos que reciben y provocaciones irritantes; además, se mofan y ríen de las propuestas presentadas.
Cansados de hablar y no ser oídos, ante la tiranía que obliga al ciudadano a vivir encerrado en su casa, provoca desorden y temor, asesinando a periodistas, así quieren vivir en orden, disciplinados y subordinados al temor y al miedo en una sociedad inactiva que tiene el valor pero tiene en contra la fortuna.
Esperar el desmoronamiento de un gobierno asesino y corrupto para quedar sepultado en sus propias ruinas, a pesar de las fuerza invisibles que detienen la amenazante destrucción y amortiguan la caída, el sacrifico será la victoria.
Es paradójica la existencia de los caudillos en esta época de instituciones, son reliquias que tienen presencia y no ausencia, pueden ser símbolos de insurrección ante la opresión porque existe sed y hambre, a pesar del teatro diseñado para entretener y explotar la catástrofe naturales en propaganda política para sus fines crueles.
Existen trofeos de vencimiento, del vencedor y del vencido, cada uno vive con sus trofeos y sueños, de tantas batallas desde el 16 de septiembre de 1810 hasta el 16 de septiembre de 2017; fuerzas hostiles en permanente conflicto, que hacen lento el desarrollo; la fuerza y la razón viven sus circunstancias.
Un buen gobierno construye la unidad y armonía en las actividades administrativas que no provoca anarquía, es respetado y obedecido; un gobierno maligno es todo lo contrario, son vencidos por el valor del hombre libre, intrépido y audaz, sabe del sacrificio ante el hierro y el acero, ante de ser despojado del patrimonio, de sus tierras o desterrados, ser libres los llena de gloria.
Vendrán días de gloria ante los excesos de todo género, de crueldad inhumana, atrocidades inauditas, sufrimiento de muertes bárbaras que son trofeos de victoria; los vencidos serán otros, incluso ente ellos mismos. El infortunio crece y no remedian las necesidades los opresores.
Educan para ser pacientes en la adversidad y moderados en la buena fortuna, no tener ojos de ambición, no despreciar la sangre del ser humano y escuchar con resignación el quejido del moribundo, que muere de frío y de hambre en el campo de batalla diaria que lucha para sobrevivir.
Tenemos el derecho natural de conservar nuestra vida y nuestra libertad, si los males se multiplican es porque no queremos dejar la condición de esclavos y luchar por la libertad, que nos reduce a polvo que aligera el sufrimiento, es nuestra ruina como seres humanos.
Por ser cobardes o perezosos, no habrá patria para nosotros, estamos siendo despojados de nuestra libertad y solo seremos nuevamente esclavos como los que vivieron antes del 16 de septiembre de 1810. Caminemos por el sendero de la gloria. El grito en la ceremonia de independencia es: ¡Libertad, igualdad y justicia!
*Octavio Aristeo López es profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Correo electrónico: oaristeolopez@gmail.com