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sábado, abril 27, 2024

Diálogo de dos jefes de Estado

El Vaticano es un país soberano, es el Estado de la Ciudad del Vaticano, por ello, el recibimiento que le dio el gobierno mexicano al sumo pontífice de la Iglesia Católica como institución Jorge Mario Bergoglio, autoridad y jefe Estado de la Ciudad del Vaticano, es correcto: “Como Jefe de Estado, hoy en Palacio Nacional, el Gobierno de México reconoce con honores su investidura. De ahí la importancia de tener un Estado laico, como lo es el Estado mexicano, que al velar por la libertad religiosa, protege la diversidad y la dignidad humana.” (Presidencia de la República, Discurso, 13 de febrero de 2016, México Palacio Nacional).

Jorge Mario Bergoglio es el actual Papa de la Iglesia Católica, institución con personalidad jurídica que le permite mantener relaciones diplomáticas con otros países, y su forma de gobierno es teocrática.

Por ello, en su discurso, Jorge Mario Bergoglio señala “Hermanos en el Episcopado” se refiere a la Conferencia del Episcopado Mexicano como institución religiosa (compuesta por cardenales, arzobispos, obispos, administradores y nuncio apostólico) le rinde culto, tributo y lealtad, es su jefe jerárquico y líder.

Sabe que, algunos miembros del Episcopado son acusados de tener vínculos con el crimen organizado y organizaciones de pederastas, dedicados a las intrigas internas, por ello, argumenta: “Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara. Y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, si se pasaron de la raya, vayan a pedirse perdón… La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los “carros y caballos” de los faraones actuales”.

Episcopado, oscuro y siniestro, vinculado con la clase política gobernante asesina y corrupta que emocionada, algunas fanáticas y algunos fanáticos, no respetaron ni respetan los protocolos de un Estado laico, revolotean tales urracas.

En este contexto se desarrolla este corto diálogo imaginario entre dos jefes de Estado, en Palacio Nacional tomando partes del Discurso pronunciado por ambos estadistas el 13 de febrero de 2016:

Jefe de Estado en México: “Desde lo espiritual, a la Iglesia Católica y a las demás religiones del mundo, les toca seguir promoviendo la esperanza y la solidaridad, la fraternidad y, ante todo, el amor. Sin embargo, su visita trasciende el encuentro entre dos estados. Se trata del encuentro de un pueblo con su fe.”

Jefe de Estado del Vaticano: “Le aseguro, señor Presidente, que en este esfuerzo, el Gobierno mexicano puede contar con la colaboración de la Iglesia Católica, que ha acompañado la vida de esta Nación y que renueva su compromiso y voluntad de servicio a la gran causa del hombre: la edificación de la civilización del amor. Me dispongo a recorrer este hermoso y gran país como misionero y peregrino, que quiere renovar con ustedes la experiencia de misericordia como un nuevo horizonte de posibilidad, que es inevitablemente portador de justicia y de paz.”

Jefe de Estado en México: “Va a recorrer nuestro país de frontera a frontera; conocerá la pluralidad de sus expresiones étnicas y culturales. Será testigo de una Nación de jóvenes que hace frente a sus desafíos, y que ese está transformando para superarlos.”

Jefe de Estado del Vaticano: “México es un gran país, bendecido con abundantes recursos naturales y una enorme biodiversidad, que se extiende a lo largo de todo su vasto territorio. Su privilegiada ubicación geográfica, lo convierte en un referente de América; y sus culturas indígenas, mestizas y criollas, le dan una identidad propia, que le posibilita una riqueza cultural, no siempre fácil de encontrar, y especialmente valorada. La sabiduría ancestral, que porta su multiculturalidad, es por lejos uno de sus mayores recursos biográficos. Una identidad que fue aprendiendo a gestarse en la diversidad. Y, sin lugar a dudas, constituye un patrimonio rico a valorar, estimular y cuidar.”

Jefe de Estado en México: “Nunca se había producido tanta riqueza como ahora, y a pesar de ello, se sigue concentrando en muy pocas manos. El individualismo, el consumismo y la permanente ambición de tener siempre más, no sólo provocan ansiedad y frustración, también atentan contra la solidaridad humana”.

Jefe de Estado del Vaticano: “La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e, incluso, el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.”

Jefe de Estado en México: “Todas estas realidades nos muestran a una humanidad que constantemente enfrenta la decisión de hacer el bien, de ser indiferentes o de dejarse llevar por el mal.”

Jefe de Estado del Vaticano: “También, a darnos cuenta que un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos; capaces de empeñarse en el bien común, este bien común que en este Siglo XXI no goza de buen mercado.”

Jefe de Estado en México: “Estos dilemas nos obligan a la reflexión, a pensar hacia dónde vamos y qué mundo queremos legar a quienes vienen después de nosotros”.

Jefe de Estado del Vaticano: “Pienso, y me animo a decir, que la principal riqueza de México hoy tiene rostro joven. Sí, son sus jóvenes. Un poco más de la mitad de la población está en edad juvenil. Esto permite pensar y proyectar un futuro, un mañana. Da esperanza y proyección. Un pueblo con juventud, es un pueblo capaz de renovarse, transformase. Es una invitación a alzar con ilusión la mirada hacia el futuro y, a su vez, nos desafía positivamente en el presente. Esta realidad nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre la propia responsabilidad a la hora de construir el México que queremos; el México que deseamos legar a las generaciones venideras.”

Jefe de Estado en México: “Como lo ha manifestado Su Santidad, la palabra clave es: diálogo. Diálogo entre dirigentes, diálogo con el pueblo y diálogo entre todo el pueblo.”

Jefe de Estado del Vaticano: “Una cultura ancestral y un capital humano esperanzador, como el vuestro, tienen que ser fuente de estímulo para que encontremos nuevas formas de diálogo, de negociación, de puentes, capaces de guiarnos por la senda del compromiso solidario. Un compromiso en el que todos, comenzando por los que nos llamamos: cristianos, nos entreguemos a la construcción de una política auténticamente humana, y una sociedad en la que nadie se sienta víctima de la cultura del descarte.”

Jefe de Estado en México: “Reconocemos al Papa reformador, que está llevando a la Iglesia Católica al encuentro con la gente. La humanidad experimenta múltiples y acelerados cambios; cambios que abren oportunidades, pero también cambios que provocan dudas e incertidumbres.”

Jefe de Estado del Vaticano: “Y esto no es sólo asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras, siempre necesarias; sino de urgente formación de la responsabilidad personal de cada uno, con pleno respeto del otro, como corresponde en la causa común de promover el desarrollo nacional. Es una tarea que involucra a todo el pueblo mexicano en las distintas instancias, tanto públicas como privadas, tanto colectivas como individuales.”

Jefe de Estado en México: “Éste es el México que lo recibe con el corazón y los brazos abiertos. Somos una comunidad que valora a la familia; una sociedad solidaria y una Nación forjada en la cultura del esfuerzo.”

Jefe de Estado del Vaticano: “El pueblo mexicano afianza su esperanza en la identidad, que ha sido forjada en duros y difíciles momentos de su historia por grandes testimonios de ciudadanos que han comprendido que para poder superar las situaciones nacidas de la cerrazón del individualismo, era necesario el acuerdo de las instituciones políticas, sociales y de mercado, y de todos los hombres y mujeres que se comprometen en la búsqueda del bien común y en la promoción de la dignidad de la persona.”

Seguiremos con el desarrollo de este dialogo entre estos dos estadistas que conocen la realidad de México; en el desarrollo del diálogo entra constantemente una actriz que vive en amasiato emulando a la Virgen de Guadalupe, violando el protocolo, queriendo llamar la atención. No lo logra, solo consigue alguna fotografía y algunas miradas. “Con el demonio no se dialoga”, sentencia Bergoglio.

 

Octavio Aristeo López
Octavio Aristeo López
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: oaristeolopez@gmail.com

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